Juan Manuel Santos, como ministro de Defensa durante el gobierno de Álvaro Uribe, tenía otra cara para los vecinos, distinta a la que proyecta hoy como presidente. Para los mandatarios del llamado bloque socialista, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, era el guerrerista de la región; no caía bien. El titulo se lo ganó en el 2008 por ordenar el bombardeo contra Luis Édgar Devia “Raúl Reyes”, histórico comandante de las Farc, que se refugiaba en un campamento en Angostura, Ecuador, donde cayó muerto durante la operación Fénix a órdenes del entonces ministro que lideraba la ejecutoria de la política de Seguridad Democrática. Santos siempre defendió su decisión de haber ordenado el bombardeo con el objetivo de dar de baja al jefe guerrillero que se refugiaba en ese territorio. En ese momento dijo estar "orgulloso de haber tomado esa decisión”. La reacción del presidente ecuatoriano Rafael Correa fue contundente: rompió relaciones diplomáticas con Colombia, amenazó con una respuesta militar, calificó a Santos como “un peligro para Ecuador y para toda Latinoamérica” y logró que un juez de Sucumbíos, Ecuador, le dictara una orden de captura con alcance internacional. El proceso en Ecuador incluía a dos generales colombianos: Fredy Padilla de León y Óscar Naranjo.
Juan Manuel Santos se encontraba fuera del país y el Presidente Álvaro Uribe también se hizo sentir: “al ministro no lo tocan”. No dudó en expedirle un pasaporte diplomático para que pudiera regresar en ese momento sin inconveniente a Colombia y no pudiera ser detenido en ningún aeropuerto. Pero a Rafael Correa no le bajaba el nivel de su rabia contra Santos y el proceso en su contra siguió su curso en Ecuador a instancias del juez ecuatoriano Daniel Méndez.
En ese momento Juan Manuel Santos consiguió un aliado importante que dio la pelea por él en Ecuador: Fernando Balda, un abogado y ex diputado del partido opositor Sociedad Patriótica. Fue compañero de Rafael Correa en su partido Alianza País, pero en 2009 dio un vuelco a la oposición de la mano del expresidente Lucio Gutiérrez, el mayor crítico del gobierno de Rafael Correa.
Fernando Balda tomó la defensa de Juan Manuel Santos como una causa personal; asumió el proceso, reunió a un grupo de profesionales para que lo apoyaran y finalmente logró que el ministro de Defensa de Colombia saliera exonerado en derecho y que fuera recovada la orden de captura y archivado su proceso.
Pero la defensa de Santos le salió cara a Fernando Balda. Su condición de radical opositor del gobierno del Presidente Rafael Correa y su osadía de defender a Juan Manuel Santos tuvo efecto. Balda comenzó a ser perseguido en Ecuador, su vida cambió, su esposa e hijas comenzaron a vivir asediadas y estaba seguro que lo iban a matar.
En 2009 viajó a Colombia y luego, a finales de 2010, ya con Santos cómo Presidente, se exilió definitivamente en Colombia con un estatus de asilado. Se instaló en Bogotá y comenzó a denunciar los abusos contra la libertad de prensa y los derechos humanos en Ecuador. Estaba cómodo, con la garantía del ejercicio de sus derechos, un estatus migratorio de protección, vivía con su esposa Vanesa Castelo y tuvo en Colombia a María Victoria, la menor de sus tres hijas.
En ese momento Fernando Balda no calculaba que el péndulo político en Colombia se comenzaría a mover y sus condiciones no serían las mismas.
Mientras él se volvió cercano al círculo del ex presidente Álvaro Uribe cuando aún proyectaba la formación de su partido el Centro Democrático, el presidente Santos había comenzado un proceso de paz con las guerrillas, se había alejado de las tesis que defendía como ministro de Uribe y recompuso las relaciones diplomáticas con los países que antes calificaba como dictaduras y autoritarias: A Hugo Chávez lo proclamó su nuevo mejor amigo y con Rafael Correa como con otros de la región comenzó el deshielo. El viraje de Juan Manuel Santos tendría más efectos. Fernando Balda nunca más pudo volver a conversar con él. Con la ruptura entre Santos y Uribe, declarados enemigos, Fernando Balda se quedó de lado del expresidente con su discurso inquebrantable con lo que él llama “el régimen de Correa”. Su voz desde Colombia nunca dejó de ser incómoda para el presidente ecuatoriano y para su gobierno que al parecer resolvieron tomar medidas más radicales y venir por él a Colombia, a como diera lugar.
Con la misma decisión que hace ochos años Juan Manuel Santos había ordenado el bombardeo contra Raúl Reyes ahora desde Ecuador se habría ordenado una operación de inteligencia en Colombia para llevarse al líder opositor Fernando Balda.
Fernando Balda fue secuestrado dos veces en Colombia.
El 5 de julio de 2012 varias personas disfrazadas de policías lo abordaron en un taxi y lo llevaron a migración para lograr su deportación, pero Balda quedó en libertad a las pocas horas. El hecho se repitió dos meses más tarde, también en Bogotá. El 13 de agosto del mismo año varios hombres lo abordaron y lo subieron a la fuerza en un vehículo cuando se movía por el barrio cedritos. Los taxistas se percataron, anunciaron a sus compañeros y a las autoridades y se dio una persecución de película en toda la autopista norte. Cuando estaban acorralados, los secuestradores abandonaron a Balda y a la camioneta a la salida de Bogotá.
La investigación de la fiscalía en Colombia determinó que agentes ecuatorianos secuestraron a Balda con la intención de llevárselo a Ecuador. El primer señalado es Luis Chicaiza. Se trata de un oficial activo de la inteligencia de Ecuador que viajó a Colombia en los días en que Balda fue secuestrado por segunda vez. Su firma aparece registrada en la compañía de alquiler de vehículos donde se alquiló la camioneta en la que fue secuestrado Balda.
Luis Chicaiza también apareció infiltrando una reunión que sostuvo Fernando Balda con el expresidente Álvaro Uribe. En mayo de 2012 Chicaiza se presentó como líder de una ONG ecuatoriana y se hizo invitar a una reunión con el expresidente Uribe en Río Negro, Antioquia.
Muchas otras evidencias comprometen a Luis Chicaiza por lo que es el primer señalado por el propio Balda de estar detrás de la persecución y los dos secuestros en su contra en Bogotá.
Luis Chicaiza durante la audiencia el 31 de mayo, en la que acusa a Fernando Balda
Los hechos fueron ampliamente divulgados. Incluso una investigación de la revista Semana cuenta detalles de cómo el gobierno del Presidente Santos guardó silencio ante “la trama que rodea el intento de agentes de inteligencia ecuatorianos de secuestrar en Bogotá a un opositor de Correa”.
Según Semana “Durante meses, miembros de la inteligencia ecuatoriana realizaron labores encubiertas en territorio colombiano, se aliaron con un suboficial del Ejército colombiano, contrataron delincuentes e intentaron secuestrar el año pasado a Balda en pleno norte de Bogotá, con el fin de llevárselo a Ecuador”.
Fernando Balda le escribió en dos ocasiones al presidente Santos advirtiéndole lo que le estaba ocurriendo. Nunca obtuvo respuesta.
El silencio de Santos en el caso marcó el final de Fernando Balda en Colombia. Dos meses después de haber sido secuestrado por segunda vez el presidente Santos ordenó la deportación de Fernando Balda el 10 de octubre de 2012. La cancillería justificó la deportación alegando que Balda tenía una condenada por el delito de injuria por haber denunciado un caso de corrupción de un funcionario cercano al Presidente Rafael Correa.
Después de su deportación desde Colombia junto a su familia y su pequeña hija nacida en Colombia, Fernando Balda estuvo cerca de dos años detenido en Ecuador. Salió libre, siguió denunciado al gobierno de Rafael Correa, pero terminó denunciado por el agente Luis Chicaiza que lo acusa de injuria y prejuicio moral y le pide una indemnización de cinco millones de dólares. La primera audiencia fue hoy (31 de mayo de 2016) y será reanudada en dos días. Todos los días su vida se hace más difícil en ecuador. A través de las redes sociales se ha dedicado a denunciar, con nombre propio, a los agentes de inteligencia que le siguen haciendo seguimientos y que en varias ocasiones han intentado atentar contra su vida.
A las afueras de la Audiencia simpatizantes de Fernando Balda pedían justicia en su caso
