La tecnología: una máquina invisible de represión

La tecnología: una máquina invisible de represión

Por: María Alejandra Ramírez Prieto
septiembre 10, 2013
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La tecnología: una máquina invisible de represión

El mundo está a nuestra disponibilidad, las comunicaciones siguen aumentando y cada vez el flujo de información entre continentes se hace más sencillo para todos, mientras las herramientas tecnológicas se naturalizan en la medida que se incrustan en la vida cotidiana y pasan a ser un elemento que denominamos ‘NECESARIO’.
Ahora ya no se hace extraño escuchar cuán necesario es tener un elemento para sobrevivir socialmente. La tecnología ha dejado de estar a disposición para ser imposición. Y el nuevo medidor para reconocer de determinada manera a los otros es por su teléfono celular, la marca de su laptop, la tablet, ipad y demás.

Se está convirtiendo éste en un juego socialmente aceptado y, peor aún, plenamente disfrutado.
No aceptado por todos, claro está, pero sí en la gran mayoría. Ya no se hace ni tan raro ver a dos personas tomando un café y chateando en su teléfono celular. La tecnología como medio de entretención cada vez se hace más peligrosa para las relaciones humanas. Ya no es la persona que está en frente, si no la que está detrás del teléfono y con la que es posible una comunicación a distancia.
No estamos en un mundo lo suficientemente pensante y por eso comportamientos como éstos ya se hacen habituales; pero vale la pena preguntarse si deben serlo.
Los pequeños detalles se han perdido. El mundo va por grandes avances e inimaginables innovaciones y nosotros estamos ahí, tras de eso, consciente o inconscientemente. Somos los que aseguramos su éxito.

Grandes cadenas productoras de esto sólo piensan en la ganancia de dinero cuando se lanza un nuevo artefacto, en la estrategia y planeación para captar la atención de todos y, por supuesto, en el alcance transaccional que se pueda llegar a tener. Sería ridículo, e incluso ingenuo, creer que les importa lo decadente que llegan a ser las relaciones humanas por esto.

Hace unas semanas se publicó la campaña de Alex Haigh. Una campaña que surgió “cuando espontáneamente un grupo de amigos empezó a hablar de las molestias que les producía la falta de cortesía de quienes ignoran la conversación por centrarse en el celular.” En este caso, es específicamente el teléfono celular lo que produce una preocupación en estos jóvenes, pero, realmente, el teléfono se está quedando corto con la entrada de nuevas tecnologías.
El mundo se está convirtiendo en el triunfo de las relaciones diseñadas por otros.

La vida se está tornando más aburrida y los pequeños detalles ya se están perdiendo. Tener a disposición tantas soluciones sencillas está quitando a los cuerpos la posibilidad del ingenio. El uso tecnológico desmedido es la nueva máquina invisible que determina las relaciones humanas y anula las posibilidades de un cuerpo.

Para muchos puede parecer un peligro ridículo, para otros algo un poco más delicado. Pero, con esto, no se intenta pensar en un mundo que no contenga estos grandes avances, por el contrario, en uno donde todo este bombardeo virtual sea recibido de tal manera que no quite posibilidades. Un saber decir “si” y “no” al objeto que se presenta. Pues, de nuevo, vale recordar que están a disposición pero no son imposición.

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