Este es el prólogo que escribió el columnista Daniel Coronell para el libro “En honor a la verdad”, escrito por la periodista, Vicky Dávila, exdirectora de la emisora la FM y presentadora del canal RCN, quien fue apartada de su cargo por cuenta del llamado escándalo de la comunidad del anillo según el cual dentro de la Policía Nacional ascensos y distinciones se trocaban por sexo en favor de altos oficiales. Coronell afirma en el prólogo que más allá del escándalo –investigación que quedó truncada por la salida de Dávila– el despido de la periodista se venía cocinando desde antes de que esta revelara el escandaloso video que tocó fibras sensibles de la alta política.
Prólogo
La soledad de Vicky
Por Daniel Coronell
Hasta hace pocos meses Vicky Dávila era una luminaria indiscutida del periodismo colombiano. Ella era presentadora del noticiero estelar de RCN Televisión, conductora de la comentada sección “La Cosa Política”, directora de La FM un espacio radial que empezaba a ganar lugar entre los grandes programas de la mañana. El nombre de Vicky estaba en los labios de la élite del poder en Colombia y su carrera iba disparada.
Temida por muchos, odiada por algunos y querida también por la mayoría de los que la han conocido, Vicky ha hecho una carrera desde muy joven y desde la reportería pura y dura, impulsada por la pasión.
Todos los temas que cubre, todas las historias que cuenta, tienen un sello particular y un alma especial como si se jugara la vida en cada uno de ellos. Esa capacidad de énfasis y su facilidad para articular noticias bajo presión, en el vértigo de la transmisión en vivo, hicieron que se destacara muy pronto entre todos los periodistas de su generación.
Vicky también ha cometido errores —me pregunto ¿Quién no los ha cometido?— pero lo que la llevó de las cumbres de la figuración a los abismos del desempleo no fueron sus errores sino sus aciertos.
Con una investigación periodística sobre la corrupción en varios niveles de la Policía Nacional de Colombia, Vicky y su equipo tocaron un nervio sensible del poder. Su trabajo sacó a flote parte de la podredumbre en la institución, logró la renuncia del cuestionado general que la dirigía pero —por la gracia de los juegos de poder— también terminó cobrando la cabeza de la periodista.
El mismo día quedaron en el asfalto el investigado y la investigadora. “Un muera Sansón y mueran los filisteos” que tiene explicaciones profundas, más allá de la publicación de un controversial video que sirvió de pretexto para disfrazar de decisión editorial lo que realmente era una determinación de conveniencia empresarial.
También es claro que este juego macro de poder se dio en el contexto de otros pulsos de pequeños poderes en los medios de la Organización Ardila Lulle, dueña de RCN. El proceso de expulsión de Vicky había empezado meses antes, de manera lenta pero inexorable, sin embargo se habría prolongado largamente si no fuera porque con su investigación sobre la corrupción en la Policía, ella terminó tocando intereses estratégicos del grupo económico.
La Policía actúa como compañía de vigilancia gratuita de numerosas propiedades del grupo económico. Las empresas del conglomerado dependen de concesiones, tratamientos fiscales y normas que establece el Gobierno Nacional, con quien ha tenido una relación complicada en los últimos años debido al activo desacuerdo de los empresarios con la política de diálogos del gobierno con la guerrilla de las Farc.
Lo que menos necesitaba el grupo Ardila era tener una controversia abierta con los vigilantes de sus plantas, ingenios y torres de transmisión; mientras lidiaba con procesos por cartelización de precios del azúcar, abusos de posición dominante y trataba de evitar el surgimiento de un eventual competidor para su canal de televisión, cuyos ingresos se han reducido en los últimos tiempos.
Todos estos factores contribuyeron a la creación de la tormenta perfecta que ha dejado a Vicky Dávila sin empleo y aún más, sentada en el banquillo de los acusados ante los ojos de muchos que no quieren ver la foto grande, sino quedarse en la comodidad del último detalle.
En estos días de inmensa soledad para Vicky y de derrota para el periodismo de investigación en Colombia, como un todo, he sentido que ha faltado ímpetu de reportero para continuar esta investigación que no ha terminado. Los hechos que dieron lugar a esta publicación siguen vigentes, buena parte de ellos permanecen inexplorados. Hace falta un periodista que quiera echarse encima esa peligrosa carga.
El libro que usted tiene en sus manos cuenta, paso a paso, el origen de esa investigación periodística, su desarrollo y marca un punto alto en la carrera de Vicky Dávila que —por cierto— no ha terminado. Apenas está empezando.
Mayo de 2016.