El secuestro o simple retención de la periodista Salud Hernández solo nos deja una verdad: Colombia es uno de los muy pocos países en donde el Estado no está presente en todo su territorio. Hace tiempos parte de la geografía simplemente se salió de sus manos y no son más que territorios olvidados que se encuentran más allá de la nada y en donde a sus anchas otros mandan y ordenan.
Ella es una periodista de derecha que no esconde sus simpatías con el antipático PP español y el tal vez más antipático Centro Democrático (que de centro tiene poco y de democrático algo menos) pero, oh sorpresa, diría que es el único periodista de nuestro país que denuncia con nombres y apellidos y pelos y señales a muchos miembros y jefes de bandas criminales que cometen sus fechorías con alegre impunidad en aquellos territorios que desconocemos. Ella y nadie más, y tal vez la razón se derive en que ella va a los sitios, indaga en el lugar y formula siempre la pregunta incómoda. A diferencia de todos nosotros que escribimos desde la lejanía del internet y que bajamos de vez en cuando a estirar las piernas y tomar un café, ella con un termo de agua fría (imagino) acude a los sitios a donde nosotros no vamos por físico miedo y terror y donde el Estado colombiano es desconocido. Tan desconocido que al día siguiente de su desaparición, tranquilamente retuvieron o secuestraron a cuatro periodistas de las dos grandes cadenas que fueron a averiguar por ella y salvo ofrecer cien millones de pesos parece que el gobierno nada puede hacer.
Cómo no recordar mientras esto escribo Nada y así sea, el maravilloso libro de la periodista italiana Oriana Fallaci que no hace sino recoger un grito de libertad. Oriana, insensata y aventurera como Salud, acudió no solo a Vietnam en mitad de la guerra, sino con el velo de rigor entrevistó al temible Jomeini y siempre estaba, por el periodismo, en los sitios prohibidos.
Y así hay cientos o miles de ejemplos de periodistas de carácter político que entienden claramente su oficio y si se quiere, su misión.
Qué diferente es escribir con música de fondo
sobre los vagabundos de las Farc
Qué diferente es escribir con música de fondo sobre los vagabundos de las Farc que retienen niños para sus filas a acudir directamente a esas veredas con todos los peligros del caso para que la madre de cualquiera de estos niños relate su drama. Eso hacía Oriana, de izquierdas, y eso hace Salud, de derechas.
Parece a nuestros lógicos ojos insensato y suicida lo que hizo Salud, estúpido para otros, pero, a su entender y según los cánones del periodismo investigativo es la única forma para que sus lectores sepan lo que ocurre en aquella Colombia que simplemente tapamos con un velo.
No comparto la línea política escogida por Salud, pero leo siempre con interés sus muy agudos artículos de la triste verdad que se esconde en media Colombia a la cual el Estado no llega, cargada de una violencia inimaginable. Y me quito el sombrero. Cuánto quisiera hoy miércoles que ya el viernes Salud Hernández esté libre
Y hablando de…
Y hablando de sombreros, pues andaba el otro día por cualquier calle bogotana con mi sombrero y quedé hipnotizado con la cada vez más conocida violencia con que cuatro narcotoyotas escoltadas siempre por ocho motocicletas policiales llevarían a un senador. Mientras pasaban semáforos en rojo y casi atropellan a una señora que iba con su maleta, se me vino a la cabeza el caso de los vehículos que fueron (?) del Senado y hoy supuestamente ya no son y en donde siempre hay una maleta con cerca de ocho mil millones de oscura procedencia. Y no sé qué es peor, si el vehículo de bandas criminales que antes era del Senado, o el senador y sus escoltas que se detienen media cuadra abajo en mitad del prohibido parquear para tomarse un (dicen merecido) café.