Con esta pregunta desmonté el rechazo de un derechista reconocido hacia el Proceso de Paz y la reconciliación. Este personaje usa un lenguaje que destila odio, resentimiento y cree, por ser tan tacaño, que se llevará al cementerio sus fajos de billetes para convertirse en el más rico de ese campo santo. Además, actúa como lo hacen muchos en este caso: “Para qué reconciliarnos, sigamos enfrentando a las FARC”. Sumado a esto, el personaje no ha sido muy generoso con sus hijos, por lo que demuestra el significado de su existencia. El amigo guerrerista reafirma: “Si ningún Presidente logró derrotarlos a estos mal nacidos seguiremos en el campo de batalla, con el Procurador o quien los enfrente los acabaremos”. Lo que él quiere son más muertos, pero no los suyos.
Este mensaje está dirigido a quienes creen que los muertos solo los deben poner los “pobres” y critican desde sus cómodas propiedades. Espero que su egoísmo les haga entender que todavía tienen tiempo para cambiar. Aclaro que por esta reflexión no soy de izquierda ni de las FARC, soy defensor frontal de la propiedad privada como sustento de una nueva sociedad, así como de la oportunidad histórica de firmar la resolución de un conflicto de sesenta años, que será la mejor noticia para los colombianos, especialmente para los jóvenes y niños de hoy y mañana y para aquellos que los dejará el “tren de la historia”. Es decir, a los que se oponen al proceso de Paz. A ellos les anuncio que aún tienen tiempo para que se reconcilien con su Dios.
Vuelvo y le insisto a mi amigo de derecha: “¿Estás listo para que preparemos y entreguemos ya a nuestros hijos? ¿Y los llevemos al campo de combate si tus ideas o equipos que dices defender te lo piden? La respuesta fue: “Como se le ocurre yo pago impuestos y no dejaría ir a ninguno de mis hijos”.
Esa es la respuesta de una sociedad egoísta que observa, critica y habla de confrontar pero cuando le hablan de lo suyo dicen que no. Es respetable pero no se dan cuenta que más de 250 mil colombianos han sido asesinados de parte y parte, entre ellos muchos niños y niñas. Personas como él son los primeros en salir al exterior o esconder sus capitales en cuentas cifradas en paraísos fiscales; no apoyan a nadie ni a nada; son los mensajeros de la acumulación, hablan de igualdad y no la aplican. En fin, son como aquellas señoras o señores que asisten a culto, se excusan ante el Supremo y al rato humillan a sus empleadas para que no les cancelen sus prestaciones.
Quien viole o atente contra los derechos de las niños, niñas y adolescentes estará expuesto a las consecuencias terrenales y no terrenales. Y a pesar que las FARC hayan vinculado ilegalmente a un alto número de niños y hayan cometido tan inmenso error, hoy, ante la reconciliación del país, el anuncio que muchos jóvenes saldrán del conflicto armado es un gran avance que comenzará con la salida de menores de 15 años. Además, se acordó una “hoja de ruta” para los jóvenes que cumplan los 18 años y que no estén implicados en delitos atroces.
Se afirma que más de 11.500 niños han estado vinculados al conflicto en los últimos 37 años y el 60% provienen de las FARC. Unicef ha revelado que “desde 1996 han crecido los niños en el conflicto”.
Esto no puede seguir sucediendo en Colombia y mucho menos ante la firma del proceso de Paz. Tiene que erradicarse por completo, así como debe convertirse de obligatorio cumplimiento lo establecido por la OIT (Organización Internacional del Trabajo), quien a través del convenio 182 de 199 invita a los Estados a erradicar las formas de trabajo infantil, y se incluye el reclutar y utilizar menores de 18 años para que se vinculen al conflicto armado (hoy Ley 704 de 2001). Esta ley está unida al Código del Menor.
En conclusión el anuncio hecho en La Habana por el Gobierno y las Farc que a su vez es apoyado por Unicef, la Defensoría del Pueblo y todas las organizaciones del Estado, se convierte en fase piloto como lo expresó su representante Roberto de Bernardi, “Saldrán primero los menores de 15 años de los campamentos guerrilleros y los demás saldrán progresivamente, clave está, en el programa de reintegración a la vida civil” En definitiva, que desde el primer día en libertad se vea un trabajo psicosocial en el que los menores sean partícipes de un programa educativo, de escuela nueva o formación para el trabajo, si ellos lo desean. Pero que sea una oportunidad.
Esperamos que el proceso de Paz continué, que las palabras odio y confrontación de cualquier grupo social no tengan eco. El país se adentra en un territorio de reconciliación que necesita que al término del mandato de Juan Manuel Santos lo continué una voz que implemente los acuerdos y haga que nunca ningún menor de edad sea vinculado a nada de manera ilegal.
