Uribe: la mejor estrategia de negociación en La Habana

Uribe: la mejor estrategia de negociación en La Habana

"El mejor aliado de Santos en los Diálogos de Paz es el expresidente"

Por: Manuel Antonio Ballesteros Romero
mayo 23, 2016
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Uribe: la mejor estrategia de negociación en La Habana

Tal vez no sea fingida la resistencia que el expresidente hace a esos diálogos. Tal vez esa oposición que dice encarnar no sea una estratagema de jugador de póker, planeada por Santos y ejecutada conscientemente entre presidente y expresidente. Pero esa oposición férrea y pertinaz, de advertencias y denuncias constantes, ha logrado que el Proceso de Paz se haya dado con menos concesiones para las FARC de las que hubiera tenido que hacerse sin esa oposición, y con muchísimas menos de las que hubiera tenido que hacerse en un escenario donde la oposición la ejerciera la izquierda, que en cambio habría ayudado a reivindicar algunas demandas de las FARC.

Esa oposición vociferante, que se presenta como intransigente y que no ha admitido ni siquiera el reconocimiento de las FARC como grupo beligerante --que dice que lo único que debe suceder es que cada miembro se entregue y sea juzgado como delincuente común, que inunda las redes sociales cada vez que se sabe o sospecha de alguna concesión a dicho grupo-- ha sido capitalizada tanto por el Presidente como por su Equipo Negociador.

Para la delegación del gobierno, lejos de ser incomoda, ha debido ser muy conveniente esa resistencia, pues les ha permitido solapar, tras ella, una posición dura en las negociaciones y en cambio se pueden mostrar como dóciles y decir que estarían dispuestos a ceder en todo si no fuera por el Uribismo, del que seguramente dicen cuidarse y cuidar a todos. Posiblemente, cada vez que las Farc pidan algo les dirán: "estamos totalmente de acuerdo con todo lo que ustedes proponen y piden, y no les insinuaríamos que le quitaran nada de esa propuesta, si no fuera porque Uribe aprovecharía eso para hacer denuncias en contra de todos, de manera que deberán limitar mucho, muchísimo más lo que pretenden, no por el gobierno, ni por los negociadores, que sólo queremos la paz, sino para evitar darle herramientas a la oposición contra los diálogos".

Todo el desgaste de defender una posición, que debería absorber el equipo institucional, en lo que respecta a dicha mesa de negociación, lo trasfieren al Uribismo. Es como si el gobierno tuviera dos equipos negociadores, uno duro, que amedrenta y que “negocia” basado en posiciones, constituido por el Uribismo y otro que capitaliza todo ese amedrentamiento del primer grupo, para mostrase como transigente, que negocia basado en principios, presidido por Humberto de La Calle.

Juan Manuel Santos se ha ufanado siempre, no sólo de jugar póker, sino de no mostrar todas las cartas; como decían en la época soviética: “miente diciendo que va para Moscú para que todos crean que va para Leningrado cuando en realidad va para Moscú”. Del expresidente Uribe, por su parte, no se puede decir que sea ingenuo, o que lo sea más que Santos, o que haya podido ser engañado o traicionado, sin su anuencia, para ese juego de engaños, cuando en realidad ha demostrado saber capitalizar todo el entramado, turbulento y complejo, de la política de conflictos de este país a su favor; además, no sólo sabe de negociación de conflictos, sino que la estudió en el más importante centro de enseñanza de esta materia y con los mejores negociadores del mundo, a quienes mostró, y demostró tener como asesores cercanos cuando difundía la doctrina de “Pedagogía de la Tolerancia”.

Santos gana con la oposición de Urbe: (i)porque saca adelante el proceso de paz, no sin costos, pero si con costos mucho menores de los que hubiera tenido si la oposición la ejerciera la izquierda, que al contrario del Uribismo le hubiera reivindicado cosas para las FARC; (ii) gana, además, porque logró que la izquierda -esa sí ingenua y más dividida que el resto del país- no le hiciera oposición –que le habría denunciado muchas falencias-, y en cambio se le adhiriera, sin mermelada, no por principios, sino porque ante su ingenuidad Santos les hizo creer que él es el “enemigo su enemigo”.

Uribe gana como oposición: (i) porque no ha tenido que absorber el desgaste de Santos, como lo hubiera tenido que hacer si el presidente aún se presentara como uribista, y aunque muchos creen que pierde porque no ha tenido cargos para sus seguidores, él no los nenecita, porque para tenerlos de su lado sólo requiere saludarlos por sus nombres; en cambio así, ha conservado integro su poder; (ii) por otro lado, capitaliza también el haber incubado en el resto de la población el germen de la desconfianza hacia las FARC y hacia los diálogos, lo que cosechará fructíferamente en las próximas elecciones presidenciales, pues ha logrado que muchos sin dejar de ser “amigos de los diálogos” aumenten su desconfianza hacia las FARC; por eso, muy posiblemente, en las próximas elecciones, lo mismo que en el 2002, correrán a elegir un presidente anti-FARC.

En definitiva, con esa oposición, hay un gana-gana, como lo predica y recomienda la Escuela de Harvard, que enseña “cómo negociar sin ceder”, en la que Álvaro Uribe Vélez se formó como negociador. Sin embargo, cuando dos aparentes contrapartes ganan, muchas veces hay otros que, sin saberlo, están en el juego y deben absorber las pérdidas.

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