En el Caquetá existe un sentimiento generalizado en contra de cualquier forma de explotación petrolera por el razonable temor a perder su riqueza más valiosa: El agua. Los campesinos de varios municipios, entre estos Valparaíso, San José del Fragua, Belén de los Andaquíes y la inspección de Los Pozos en San Vicente del Caguán, ya conocen las nefastas consecuencias de la sísmica y la explotación petrolera, razón por la cual han encendido las alarmas apoyados por los ambientalistas y los nativos de la región, que no quieren que su territorio, uno de los más ricos del planeta en biodiversidad, se convierta en un desierto.
La alcaldesa del Doncello, pilosa como el que más, hizo presencia anoche a la entrada de la mencionada vereda, denunciando a los medios que se estaban deteniendo a algunos campesinos y que se les amenazaba con judicializarlos por oponerse a la entrada de la empresa encargada de realizar labores de sísmica para las petroleras. Dijo que los campesinos no estaban realizando acciones de hecho como para judicializarlos.
La mandataria convocó a una reunión el próximo sábado 21 de junio a las dos de la tarde en el parque El Recreo del Doncello, con delegados de Ecopetrol, líderes campesinos de su municipio y de los municipios cercanos, medios de comunicación y comunidad en general, para escuchar las explicaciones de los funcionarios de esa empresa, aclarar dudas y sentar la posición de las gentes del Doncello frente a las multinacionales del petróleo en la región.
Mientras tanto la Mesa del Agua, liderada por la Asamblea del Caquetá, ha convocado a una marcha en todo el departamento para el próximo 03 de Junio, en protesta contra la llegada de las multinacionales del petróleo al Caquetá, en Florencia, donde se espera la participación masiva de la ciudadanía. El evento inicia a las 10 de la mañana.
Pero algo si está claro: en el Caquetá la sísmica se hace a la fuerza. El ejército se ha convertido, sin necesidad, porque los campesinos no acuden a las vías de hecho, en el seguro de las empresas para penetrar con sus equipos a la región. Podríamos decir que el pulso entre los petrodólares y el agua ha comenzado en El Caquetá y del resultado este depende que en pocos años la puerta de entrada de la Amazonía se convierta en un desierto, o por el contrario, continúe siendo el paraíso ecológico que hoy es.