Los reinados de belleza se han convertido, durante décadas, en el blanco de críticas hacia el consumismo de masas, en focos de especulaciones sobre delitos como el tráfico de estupefacientes, e inducción a la prostitución. No obstante, para Linor Abargil, Miss Mundo 1998, el título de la mujer más bella de ese popular certamen le sirvió para algo mucho más útil que viajar por el mundo luciendo trajes de diseñador.
A su arribo al evento de presentación del Denim Day, en Barcelona, España, organizado en días pasados por la marca de ropa estadounidense, Guess, en el cual se promueven acciones en defensa de los derechos de la mujer, además de recaudar fondos para las fundaciones que luchan contra la violencia de género, la hermosa israelí decidió abrir una vez más su corazón a los medios de comunicación y relatar un hecho que marcó su antes y después como mujer:
“No me interesaban los certámenes de belleza, pero fueron muchos los que me insistían en que probara siendo modelo; así que de ese modo terminé presentándome al concurso Miss Israel a la edad de 18 años. Allí quedé de segunda, y seguía sin gustarme ese mundo. Meses después, varios agentes de modelos me pidieron que participara en el certamen de Miss Mundo para representar a mi país”. Ante ese ofrecimiento, la hoy exreina de 36 años recuerda que les respondió con una pregunta: “¿Cuál es el premio?”.
Según Abargil la respuesta fue “un carro y un viaje a Tailandia”. Siete palabras que le endulzaron el oído, pues ella proviene de Netanya, un pequeño pueblo ubicado en el Distrito Central de Israel, donde la idea de salir del país puede llegar a ser un anhelo en colectivo.
“Acepté y tuve que irme a Italia para prepararme como modelo, y posteriormente para el concurso de belleza. Estando allí recuerdo que extrañaba mucho a mi familia porque apenas tenía 18 años y medio, y nunca había pasado tanto tiempo por fuera de casa”. Sin embargo, el amor por los suyos la llevó a tomar la determinación de regresarse a su tierra natal para pasar unos días junto a sus seres queridos y recargarse de energía. Decisión que fue aprovechada por una mente perversa que quiso arrebatarle los sueños, sometiéndola a una de las situaciones más escabrosas que una persona puede llegar a vivir, en términos de violación a los derechos humanos.
“Quise comprar un billete de avión para Israel, pero mi agente de viajes me engañó diciéndome que no quedaban vuelos. Se ofreció a llevarme en coche, y una vez que emprendimos el camino de vuelta, se desvió de la autopista. Se detuvo en un descampado, me ató las manos y me puso una navaja en el cuello. Me violó dos veces y después intentó asfixiarme”.
Ante las súplicas de la entonces jovencita, su victimario accedió dejarla con vida, a cambio de que no contara nada. “Él no hacía más que repetir que lo sentía, y yo lo único que quería era salir de allí con vida. Me llevó hasta la estación de trenes de Milán, y me dijo que no podía contar nada de lo ocurrido”.
Acuerdo que decidió romper tan pronto pudo llamar a su madre. “Lo primero que me dijo fue que no me bañara y que fuera a un hospital, y después a denunciar a la comisaría. Y así lo hice”.
Cuando Linor regresó a su país, días después de este incidente, puso al tanto a las autoridades locales lo sucedido Italia, pero por falta de evidencia el caso tuvo que tratarse con suma discreción para no alertar al violador.
“Me pidieron que no lo hiciera público, que era la única manera de poder atrapar a mi agresor. Fueron las peores semanas de mi vida. Yo estaba rota por dentro, pero la vida seguía. Mi madre me convenció de que no abandonara el concurso, y así lo hice”.
Lo que no pensó esta valiente mujer fue que al obedecer la instrucción de su madre, una gran oportunidad para ponerle fin a ese doloroso capítulo de su vida, se abría de par en par.
“En el momento en que me proclamaron Miss Mundo, no podía aguantar mis lágrimas, pero no eran lágrimas de alegría”, señaló la ahora Abogada Criminalista a la revista S Moda, del diario español El País.
Con su corona en mano, y la prensa rendida a sus pies un día después de haber culminado el certamen, Abargil le contó al mundo lo sucedido semanas atrás; lo que pudo activar las alarmas de las autoridades internacionales, y su agresor fue capturado por esas fechas en el aeropuerto de Tel Aviv, en Israel.
“Lo más duro fue el juicio. Él negaba todo… Verme frente a él, y revivir durante dos días los momentos de la violación es algo que nunca olvidaré, pero estoy enormemente orgullosa de haberlo hecho, y de haber tenido a mi familia apoyándome en todo momento”.
@carlomtorres