Nada de ferias, de toros o de reinados, a mí me gusta el teatro. Me gusta que aunque sea por un corto lapso de tiempo nos saque de las duras situaciones que nos toca asumir y me pueda sumergir en lo maravilloso, inverosímil y sorprendente de lo imposible llevado a las tablas. Me gusta que me cuenten la realidad con otros estilos, con risas, con llanto, con emoción y me agrada que por lo menos unos días en el año mis niveles de estrés disminuyan como por arte de magia. No soy un gran conocedor de teatro ni mucho menos, solo intento expresar la felicidad que siento al poder gozar de esta fiesta, de este clímax cultural.
Cada vez que termina agosto y comienza septiembre, mi cuerpo, mi mente, mi alma, entienden que el espectáculo está a punto de empezar. Todos mis sentidos se agudizan y mi capacidad de asombro florece para maravillarse y disfrutar de uno de los mejores eventos que tiene mi “Manizales del alma”: el Festival Internacional de Teatro (FIT).
Antes que yo naciera el Festival ya tenía historia, hoy se celebra la XXXV temporada, 45 años de su comienzo y año tras año nos sigue sorprendiendo con las obras en escena. Este magnífico homenaje a la cultura es un esfuerzo de un puñado de personas, que en general son muy pocas para todo lo que hay que hacer, pero con su empeño, dedicación y compromiso lo sacan adelante. Este es un reconocimiento para todos aquellos que de una u otra forma hacen posible tan grata celebración, para quienes trabajan todo un año planeando e imaginando este evento y logran dejar a Manizales bien posicionada a nivel nacional e internacional. El Festival no solo satisface el espíritu, también dinamiza la economía de esta ciudad y saca de la monotonía a muchos manizaleños, valores agregados que aún no hemos sabido aprovechar como sociedad.
El FIT de Manizales es un patrimonio cultural que todos debemos salvaguardar, es una tradición que debe permanecer en nuestras vidas y un legado que tenemos que dejar a nuestros hijos. Lo colorido de cada función, la música, el baile, las máscaras son complementos fundamentales para la embriaguez sin licor. El Festival es la reunión de la diferencia, la posibilidad de que hombres y mujeres de muchos países, de diferentes credos, hábitos y costumbres se aglutinen en un mismo espacio cerrado (teatro) o abierto (las calles), y puedan expresar las opiniones y sentimientos que la obra les transmite. Hay para todos los gustos, las edades y las condiciones económicas, es un Festival que no excluye a nadie, pero que lo disfrutamos pocos.
Espero que en un futuro muy próximo todos hablemos, conozcamos y defendamos el Festival. Que este espectáculo se masifique y que los manizaleños lo hagamos parte de nuestras vidas; también espero que el apoyo gubernamental e institucional se incremente y se creen estrategias para que el teatro llegue a las instituciones educativas, básicas, medias y superiores. Por esto y mucho más gracias Manizales y gracias Festival.
http://festivaldemanizales.com
@julianelpolit