Conocí a Jaime en la Universidad Nacional, cuando su particular manera de ser, sólo era reflexión y alegría para el círculo de sus cercanos, después los caminos de la vida lo llevaron a que su crítica reflexiva nos llegara a cada colombiano por medio de la televisión. El 13 de agosto de 1999 fue asesinado. Pero ¿Quién lo mato? A Jaime lo asesino un país que no tolera las expresiones diferentes, una clase dirigente que descalifica y persigue a toda posibilidad de cuestionamiento del orden establecido, una violencia enquistada en las desigualdades de nuestra sociedad, la ambición de poder de algunos sectores de la clase política que no dudan en convivir hasta con el diablo con tal de no perder el control de sus privilegios.
¿Por qué mataron a Jaime Garzón? Lo mataron por atreverse a soltarle en el rostro de los corruptos la verdad de sus fechorías, por querer comunicarle a la sociedad la mentira en la que nos ponen a vivir los dueños del sistema económico y político de Colombia, lo mataron por denunciar con una sonrisa, lo mataron porque era más inteligente que ellos y eso lo hacía más peligroso que mil bombas.
Jaime nos enseño que una Colombia incluyente es posible, que tener la razón no es monopolio de las extremas, que la diferencia es posible compartirla y enriquece, que el cambio que Colombia necesita no está en la clase dirigente, está en los millones de colombianos que elegimos a esa mal llamada clase dirigente y los perpetuamos con nuestro voto, con nuestro silencio y con nuestra indiferencia. Y si somos capaces de ser ciudadanos críticos, reflexivos y no convivir con la corrupción, dejaremos una Colombia buena a nuestras generaciones futuras.
Gracias Jaime por la herencia que nos dejaste.