--Esta vez puede ser diferente, le escuché decir. Me he preparado lo suficiente y espero se vean los resultados.
Con esa idea en la cabeza salió de la casa rumbo a Cali el 7 de abril en la noche, esperanzado en presentar un muy buen examen para acceder a su especialidad en una universidad de prestigio, la más importante del occidente colombiano y con un amplio trasegar académico y científico; una institución pública, sin los vicios propios del que tanto se rumora de universidades privadas, donde el tráfico de influencias e incluso el dinero, según algunos comentarios, son los que deciden quién ingresa y quién no a cursar un posgrado médico.
--¡Han llegado los resultados!, me dijo, siempre con ese entusiasmo que lo ha caracterizado.
No era para menos, lo he visto horas encerrado en su habitación, ese espacio donde el tiempo según él se desvanece sin ser consciente de ello.
-- Esta madrugada eran las 2 y 30 am y no me había dado cuenta de lo tarde. Me tocó acostarme porque tocaba trabajar ese día, lo he escuchado más de una vez en su voz.
Ha esperado esos resultados con ansias, ha verificado una y otra vez esa prueba que le han dado ese día y por la que pagó un poco más de un salario mínimo en nuestro país, cifra que me parece exagerada.
--Ese examen estuvo duro, me dijo esa noche que llegó a casa. Le he preguntado a varios compañeros y creo que la persona que obtenga más de 4.0 es un genio, esperemos a ver.
Sin embargo, ayer su cara desencajó al ver los resultados. Se dio cuenta de que en este país hay genios, los necesarios y justo los necesarios para acceder a su tan anhelada especialidad. De ninguna otra manera se podría explicar los comportamientos estadísticos totalmente ajenos al patrón de un examen, donde las distribuciones son normales hasta el punto donde los genios permiten serlo. Ese 1% que se sale de los simples mortales y que terminan logrando el objetivo que el promedio ve a distancia.
Al revisar los resultados detalladamente se hace evidente un patrón diciente y persuasivo, propio de aquellas especialidades de mayor demanda y conflicto en el país. Para citar los dos casos más emblemáticos de dicho comportamiento, recurramos a las curvas que muestran la especialidad de urología y neurocirugía, las cuales ofrecen un cupo anual en la institución.
En ambos casos, el promedio de notas se encontraba en 3.0 y el 90% de las personas que se presentaron no obtuvo notas mayores de 3.6. Sin embargo, los que obtuvieron el cupo para urología y neurocirugía registraron notas de 4.2 y 4.45 en sus exámenes respectivamente. Dicho comportamiento es similar para las especialidades de Otorrinolaringología, Medicina Interna, Ginecobstetricia, Radiodiagnóstico, Ortopedia, Cirugía plástica, Dermatología y Anestesiología. En cambio, especialidades como Cirugía General, Oftalmología, Medicina Física, Pediatría, Psiquiatría, Patología y Medicina Familiar siguen un comportamiento totalmente esperado para unas pruebas como estas y diferente para las anteriormente citadas, toda vez que ninguna nota supero el 3.60 como puntaje pero sus promedios y el 90% de sus estudiantes se mantuvieron en el mismo rango de aquellas donde aparecieron esos genios que se adjudicaron los puestos con puntajes de hasta 4.7.
Ahora sé que los genios existen y rompen cualquier estadística posible, mientras tanto él seguirá en su cuarto, desvaneciendo su tiempo y esperando al genio.