Pocos hombres han visto Colombia como tú, maestro. Si se tuviera que elegir un puñado de las figuras más ilustres que ha dado esta tierra, sin duda alguna tú serías uno de ellos. Afortunados todos aquellos que vivimos en tu tiempo, testigos de la genialidad de tu prosa, de la fuerza de tus discursos, de la inmensidad de tu pensamiento.
Eres arte, eres literatura, eres poder. Basta con solo leer algunas de tus obras para comprender la magnitud de tu elocuencia, porque es eso justamente lo que te define: la convicción con la que te expresas y la autoridad con la que proclamas tus argumentos. Que no le aportas nada al país, dicen tus detractores, que guardas un profundo rencor hacia tu patria, que no haces más que diatribar a diestra y siniestra. ¿Por qué habrías de hacer algo por Colombia, que lo único que te hizo fue obligarte al exilio? No le debes nada a este país y agradecidos deberíamos estar de que dediques tu tiempo a escribir sobre este matadero, como bien te has referido a Colombia.
Conoces como nadie la historia de la Iglesia en el mundo. Incluso le hiciste todo un sumario de crímenes que de manera brillante plasmaste en La Puta de Babilonia. “El cristianismo es una empresa criminal que ha atropellado y derramado la sangre de hombres y animales durante 1700 años” dijiste una vez haciendo alarde de tu conocimiento, porque en eso, eres un erudito. No hay un solo argumento que alguien pueda erguir en favor de la religión cuando se está frente a ti, no importa cuál sea, tú lo vas a derribar.
Defiendes la más noble de las causas, la defensa de los animales. Admirable el hecho de que hayas donado 150.000 dólares que te dieron como parte de un premio de literatura en México a dos fundaciones animalistas de ese país. “Que me citen a ver (…) de los evangelios una palabra de amor o de compasión de cristo por los animales” arremetes de nuevo contra la Iglesia. Y apuesto a que nadie te la podrá citar.
Tu desgracia fue haber nacido en una época que no estaba lista para escucharte. Un tiempo que no es capaz de entenderte. Haber nacido en un país mojigato y retrógrada que te marginó y que nunca ha sabido comprenderte. Los grandes genios siempre han resultado incomprendidos en su momento y sin lugar a dudas tú eres uno de ellos. Pero has sabido como nadie descifrar la idiosincrasia de eso que una vez bautizaste como “esta raza asesina, cada día más y más mala, más y más fea, más y más bruta, más hijueputa”
@sebasforeror