El 3 de marzo asesinaron a un gobernador indígena yanacona en pleno centro de la ciudad. A los 15 días un joven yanacona, estudiante de derecho en la capital del país, fue brutalmente asesinado en el municipio de la Sierra al Sur del Cauca cuando regresaba de un encuentro en Rioblanco-Sotará. El fin de semana anterior una mujer procedente de Toribío fue decapitada en zona rural de Caloto al norte del Cauca.
Para los organismos de seguridad del Estado, éstos son hechos aislados que están siendo objeto de investigación. Pero para las organizaciones indígenas es un mecanismo sistemático de silenciamiento a sus comunidades por su oposición permanente al ejercicio de la minería en sus territorios, a la ejecución de megaproyectos --especialmente viales-- y energéticos, así como a la instalación de sitios de concentración guerrillera.
Pero el asunto es más delicado, si se tiene en cuenta que en el departamento del Cauca han circulado varios panfletos de grupos armados ilegales como Los Urabeños, Las Águilas Negras, el Clan Úsuga y las Autodenfensas Unidas de Colombia, quienes anunciaron acciones de 'limpieza social', llegando hasta el toque de queda en sitios apartados de la geografía caucana.
Dicen habitantes del norte del Cauca que la presencia de personas extrañas a sus comunidades es permanente, y en los últimos días dan cuenta del ataque a uno de los vehículos de la Asociación de Cabildos del norte del Cauca, en sitios cercanos donde hay presencia de la fuerza pública. A este hecho se agrega el incremento del narcotráfico que en la región pasó de la siembra de algunas matas de coca y marihuana a complejos agroindustriales con la aplicación de modernas técnicas para lograr el desarrollo rápido y mejorar la calidad del producto.
Es tal el auge del narcotráfico que se ha convertido en una opción de obtener empleo el cual va desde el que siembra, los que cosechan, los que hacen limpieza de la hoja, hasta los que procesan el producto y los que lo llevan al mercado sea mayorista o de microtráfico. El control de este negocio también es asumido por los grupos armados ilegales o por particulares, y aseguran que una sola persona es la encargada del comercio de la marihuana y que en poco tiempo ya ha asesinado a varias personas por tratar de comercializar el producto con otros narcotraficantes.
Lo más delicado de todo es que en el norte todo el mundo sabe dónde están los cultivos, las “cocinas”, los grupos armados pero nadie dice nada y las autoridades guardan silencio o le restan importancia. Hasta la Secretaria de Gobierno Departamental del Cauca Alejandra Miller que fue amenazada por el grupo Águilas Negras aseguró que ese grupo no existe.