No es mi afán generar polémica, pero me extraña la alharaca que le han hecho al 'Campeón' Edgar Perea por su fallecimiento. Algunos, como el Heraldo de Barranquilla, lo han elevado a la estretosfera llamándolo, entre otros apelativos, "Prócer de la Patria". No me voy a sentar a hablar de su actuación voltearepista en el Senado de la República en donde, siendo Liberal, votaba Conservador y en donde protagonizaba uno de los debates más vergonzosos de la historia de la política colombiana con Carlos Moreno de Caro. No, vamos a olvidarnos ese pedazo, vamos a pensarnos es en su labor como periodista.
Incendiario y estrambótico, Édgar Perea, hay que reconocerlo, llenaba sus transmisiones de alegría y color. Pero eso sí, fue uno de los grandes instigadores del odio entre hinchadas. Siendo narrador en Barranquilla llamaba “Payasitos azules” a los jugadores de Millonarios y protagonizaba discusiones, previamente programadas como en la lucha libre, con su amigo Jaime Ortiz Alvear. Eran tal el nivel de bajeza que le valió tres suspensiones por parte del Ministerio de Comunicaciones.
Perea, con su lenguaje altizonante, agresivo, le hizo mucho daño a la radio y al fútbol colombiano. Él, y no lo vamos a olvidar solo porque ha fallecido, contribuyó al fracaso de la Selección Colombia en Estados Unidos 94 que terminó con el asesinato de Andrés Escobar. En los partidos amistosos previos al certamen, Perea afirmaba que si Colombia no llegaba a la final sería un fracaso. Este comentario demuestra su falta de profesionalismo ya que la Selección apenas había asistido a dos mundiales en su historia. Fustigaba a Maturana para que pusiera tres delanteros en una época donde esto era un total anacronismo.
Oportunista, pasó de alabar al tándem Maturana-Bolillo a destruirlos, 24 horas después de haber perdido 3-1 contra Rumania. En esos cinco días de espera hasta el segundo partido de la Selección contra Estados Unidos, empezó a decir que el volante defensivo Gabriel Jaime Barrabas Gómez estaba en la Selección solo porque era hermano del Bolillo. Lo llamaba "Paquidérmico". Su campaña tuvo un efecto horrendo: dos horas antes del partido contra Estados Unidos, los carteles de la droga amenazaron de muerte a Barrabás. La moral del equipo, destruida, fue paseada por el equipo de las barras y las estrellas.
Nunca hubo autocrítica y, escucharlo hablar de fútbol, era penoso. Fue vergonzoso también el episodio que protagonizó en el Tour de Francia, no solo por hacer el ridículo narrando ciclismo, sino por propinarle un puñetazo a un periodista de apellido Arcila.
Perea llenó de bajeza la radio y la política colombiana. Entiendo que lo amen en Barranquilla, su voz poderosa convencía a cualquiera. Pero en lo profesional, Perea no entendía de táctica, de técnica ni de nada. Con un micrófono, 'el Campeón' no era más que un incendiario, un generador de odios, un tirano.