Yo solo soy hincha de un equipo: el Cóndor de Bogotá. Cada vez que juega en el hexagonal del Olaya, en pleno guayabo de Enero, voy, y lloro, y le hago fuerza. No entiendo por qué diablos uno, si nació en Tunjuelito, tenga que hacerle fuerza o al Real o al Barcelona. Yo los únicos goles que le celebro al Real son los que hace James. Si no juega siempre quiero que pierda. Ni siquiera veo los partidos.
Ya empezó Florentino con sus jugadas sucias, las mismas que sacaron a Di Maria, a Makelele, a Raúl, a Casillas, a Guti. La lista es tan larga que es fatigoso nombrarlo pero va a terminar con James. Ya ni siquiera se puede reir en un calentamiento, ni siquiera haciendo un golazo, recuperando nueve balones y siendo el cuarto goleador del equipo, tiene derecho a ser él: una estrella, un crack.
Ya me tiene cansado escuchar a Zidane, con toda su grandeza, decir que James tiene mucho que aprender y mejorar. Qué irrespeto decirle esto al goleador del último mundial, a un jugador que, siendo mediocampista y con apenas 24 años, ha hecho más de 100 goles en su carrera. Un campeón único, un super-dotado.
Que se vaya a donde lo quieran, por supuesto que sí. Que se vaya a una hinchada humana y no esta horda nazi que se reúnen cada domingo en el Bernabeu a acabar con los latinos, con los negros, con todos aquellos que creen no son dignos de su historia dorada y franquista.
Y serán capaces de remontar primero porque el Wolfsburgo es Draxler y 10 más y segundo porque con Ronaldo y Bale se funde cualquier defensa. Ojalá pierdan, ojalá vuelvan a tener uno de esos partidos horribles que tanto parece disfrutar Florentino. Si no juega James que vuelvan los pañuelos blancos, los abucheos, la desgracia. Y si lo llegan a poner faltando cinco minutos, que James escupa sobre la camiseta y se dé a respetar.
Y me van a decir, los chibchas hinchas del Real, que soy un patriota cuando se equivocan porque yo no creo en este país, yo en lo único que creo es en Nairo Quintana y James Rodriguez y, como hincha de ellos, el único camino que me queda es este, el de desahogarme en una hoja blanca de Word y el de gritar cada uno de los goles que le va a hacer el Wofsburgo esta tarde al Real.