Luis Carlos Sarmiento Angulo no puede dormir. Está pensando seriamente en hacer un curso en Tránsito o prestar horas comunitarias para reducir la multa que amenaza con arruinarlo. Y es que la grosería infame de sus escoltas, la de bloquear una intesección y el de invadir un carril que era exclusivo de los buses, poniendo en peligro la vida de docenas de personas, terminaron en dos comparendos de 700 mil pesos que representa, casi literalmente, un mugre en su uña, un chicle en el zapato del hombre más rico de Colombia al que Forbes le calcula una fortuna de 13. 900 millones de dólares ubicándolo en el puesto 64 en su lista de los hombres más acaudalados del mundo.
Las leyes deben cambiar. Si bien le abonamos que Luis Carlos Sarmiento Angulo sea el mayor empleador del país después del Estado, se calcula que sus empresas emplean cerca de 45 mil personas, no es posible que el hombre que controla los bancos en este país pague lo mismo que un pobre señor que con su Renault 12 destartalado rompa, por afán de llegar tarde a su infame trabajo, o para llevar a su esposa a que la operen de urgencia de peritonitis en alguno de los horrendos lupanares donde funcionan las eps, las normas de tránsito. Debería haber un escalafón para regular eso. Si yo tuviera decenas de miles de millones de pesos en la cuenta bancaria violaría todas las normas de tránsito, igual, para un hombre rico 700 mil pesos no es nada.
Pobre Luis Carlos Sarmiento, seguro tendrá que desarticular el grupo Aval para pagar la multa, seguro bajará unos cuantos puestos en Forbes después de desembolsar las 700 lucas. Esperemos que no se arruine y que, por cortesía, no genere un accidente multitudinario por el afán histérico que le da salir a la calle como cualquier mortal.