El gran segundazo de libros en Bogotá

El gran segundazo de libros en Bogotá

Crónica de una gran venta de libros usados en el norte de Bogotá

Por: Fabian Camilo Fetecua Avendaño
abril 05, 2016
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El gran segundazo de libros en Bogotá
Lo primero que percibí antes de bajarme de la ruta en un SITP provisional, ese mismo nombre que se ha adscrito a todos y cada uno de los "cebolleros", nombre con el que solía asociarse a este tipo de buses por su gran flujo de gente en horas pico.

 Foto inédita de cuando se disputaban las peligrosas guerras del centavo.
Pocas estaciones antes de acercarme a mi destino final, se sube un vendedor ambulante e inicia con la narrativa de su historia: desplazado por la violencia, abandono del gobierno al llegar a esta metrópolis sin nada mas que sus buenas costumbre y su gran corazón, eso fue lo que percibí mientras el nos iba dialogando a todos los pasajeros con el acento propio de una persona que vive en el campo. Unas pequeñas "casitas" para las cajas de fósforo con algunas semillas de decoración, era lo que ofrecía este humilde campesino del Meta por cualquier ayuda económica que se le pudiera brindar. Todos en el bus le dieron una ayuda monetaria por el arte de este gran emprendedor, sobreviviente de la guerra por la que nuestro país atraviesa hace mas de 50 años.
Se llegó la hora de bajarme del articulado, me bajé junto a una familia de padre e hija, quienes caminaban con el mismo afán que yo por tratar de llegar a tiempo.
Largas filas que parecían una larga "culebrita" del Nokia 1100, e informalidad en las esquinas con personas sin ninguna identificación, que vendían de manera improvisada las boletas creando así  desorden y rechazo entre los visitantes a la feria. "Hombre, porque no las vende en la taquilla, respeten a los que madrugamos a hacer fila", así lo retrataba un hombre furibundo que le reclamaba al vendedor improvisado. Fue éste el primer síntoma de inconformidad entre los que si hicieron la larga fila y que llevaban hasta una hora o dos esperando a que se empezaran a vender las boletas.
Por fortuna en la fila dí con una apacible y simpática madre, que había encomendado a su hija a hacer una de las tantas filas que se veían a lo largo de las cuadras cercanas a la Librería la fe, ubicada en la calle 95 No. 11A-67. Una llamada alertó que ya se habían conseguido las boletas pero que debíamos ir con prisa porque: "¡la turba está enfurecida!", llegamos cuanto mas rápido pudimos a la entrada principal del evento. Allí había un aglomeración de personas intentando entrar de forma "medianamente ordenada". Allí, se escuchaba una voz llena de angustia y desolación, pero que a la vez alentaba. Hacia la entrada se podía apreciar  parado sobre unos guacales que hacían las veces de tarima al organizador del evento, Faber Quiñónez.
Cuando por fin logre entrar decidí acercarme a este gran emprendedor y pedirle su permiso para realizar esta columna.¡Faber aceptó!

 En la fotografía: Faber Quiñonez, emprendedor colombiano de origen paisa.
Ya dentro de las carpas del evento, podía apreciar con agrado todos los libros que se rendían a mis pies, sabiendo que si me gustaba alguno, solo debía agregarlo a mi morral, y con cinco mil pesos ya pasaría a ser de mi propiedad. Me sumergí lentamente en los stands de los libros, acomodados en mesas, donde se podían apreciar una inmensidad de autores y de títulos que lograban deleitar el gusto de todos los visitantes. Adentro noté un ambiente de felicidad y de tranquilidad; a pesar del alto flujo de personas no hubo ningún inconveniente serio. Es más, hoy vi que se puede trabajar en comunidad: cuando unos pocos empezaban a apilar los libros que   se tendían a regar en las mesas, los demás tomaban la misma iniciativa, y así en unos pocos minutos se podía apreciar una mesa ordenada y con libros bien colocados. No ocurrió en todas las mesas ni en todo el lugar, esta acción colectiva de mantener en orden los libros no se implementó en toda la feria: libros en el piso  que quedaban expuestos al frío asfalto y a los pies de los visitantes, también las bolsas que estaban dispuestas para ir empacando los libros que cada quien llevaría terminó por convertirse en una pequeña alfombra ubicada cerca a las escaleras.
Mientras la situación adentro se veía muy sosegada y calmada, afuera los gritos de desesperación y los chiflidos que terminaban por ensordecer a todo el primer nivel del lugar. En la parte exterior del parqueadero se lograba apreciar  la avalancha de personas que reclamaba por entrar a la feria, todos sedientos de conocimiento y de lograr visitar las mesas dispuestas para el evento. Y en el lugar de los hechos, de nuevo, Faber Quiñonez tratando de calmar la horda enfurecida de amantes de la lectura.  "Les prometo que para una próxima la hago en Corferias, por favor calmémonos para que no nos cancelen el evento", eran unas de las palabras que manifestaba faber, en un esfuerzo por calmar un poco la situación.
Yo ya me dirigía rumbo hacia mi hogar porque debía regresar antes del medio día a cumplir un compromiso.
Ante esta situación decidí acercarme a observar  de cerca lo que estaba ocurriendo. por uno cuantos minutos. Como una oleada de zombies tras el avistamiento de humanos, trataban de entrar todos a la feria, sin importarles si se llevaban de por medio la puerta que les impedía acceder al conocimiento a un módico precio.

Tomada de: una lectora amigable asistente a la feria.
Salí anonadado de esta feria por la cantidad de personas que hicieron presencia, y que rompieron el récord en asistencia, volviendo así  caótica la logística del evento. La culpabilidad no fue del todo de los organizadores de la feria, aun seguimos teniendo inconvenientes de normas de cultura ciudadana tan mínimas como respetar una fila, o la informalidad. Hoy fue  la primera vez de un acontecimiento de este tipo. Con lo que ocurrió hoy, estoy seguro que el señor Faber  Quiñonez se esta ingeniando una feria con una logística de mayor cobertura y personal.
En Colombia, queremos mas espacios de este tipo, donde nos abran la posibilidad de conseguir conocimiento sin mucho dinero, por mi parte logré encontrar algunos títulos que estoy seguro, enriquecerán mi conocimiento, y que podre compartir con quien lo desee.
Desde el rincón de alguna habitación en la sabana de Occidente
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