El pasado 26 de marzo, luego de una rápida invitación por redes sociales a una caminata por la vida de la la Laguna de Fúquene y la defensa de sus territorios, vecinos de Chiquinquirá e invitados de otros pueblos, recorrimos en un viaje a pie que inició en el parque Julio Flores, y tras 7.5 horas de paso constante entre los pueblos de Simijaca y Susa - la tierra del Cacique Tisquesusa, unos de los últimos guerreros Muiscas, quien negoció con la corona española y luego fue traicionado- llegamos al puerto de Guatancuy a orillas de la Laguna de Fúquene o Xixuasinsa, ambos nombres en lengua Muisca, un homenaje a la identidad ancestral que no se reivindica con el orgullo que merece en estas tierras.
El recorrido lo hicimos remontando la historia de campos y veredas que colindan con la ruta que transitó hace 50 años el tren, con su ferrocarril hoy en el olvido, sin tan siquiera conservar los rieles metálicos de la carrilera, porque en palabras de los campesinos del pueblo “se los robaron”. Solo quedan el rastro de las maderas atravesadas por donde transitaron las máquinas y las vidas de millones, y las muy bellas abandonadas obras arquitectónicas que en su tiempo fueron las estaciones del tren.
Los paisajes son diversos. En algunos lugares se evidencia claramente los impactos de la sequía y los suelos tienden a tornarse de colores desérticos, lo que imprime un grado de nostalgia al ver estos matices en tan bellas y fértiles tierras. En otros lugares son frondosos los pastizales y se ven los “vallaos” o canales por donde los grandes ganaderos se apropian del agua del río Suarez (en Muisca Río Saravitá) que nace en Xixuasinsa y va a desembocar en Santander para llegar aguas abajo al río de la Magdalena o el Gran Yuma. Así mismo se ven uno que otro cultivo de maíz o el rastro de su cosecha. Las abuelas y los padres de nosotros cuentan que hace unas décadas este valle fértil era tierra de agricultura, de hortalizas, tubérculos diversos y hasta trigales. Las tierras más mecanizables por ser planas y aptas para producción de alimentos están subutilizadas en ganadería, lo que degrada los suelos y no genera empleo, solo rentas y con los Tratados de Libre Comercio hasta quiebra la economía lechera como lo evidencio el #ParoAgrario del 2013 donde el valle de Ubaté fue protagonista.
Recorrimos tramos del río Saravitá o Suárez y arribamos a los lugares donde trabajan “las dragas”, máquinas gigantes con un brazo metálico y un pico con garras monstruosas que se dedica a sacar especialmente el Buchón y sedimentos que hoy día invaden el espejo de agua del Río y la Laguna. Si bien el Buchón de agua ayuda a descontaminar, la cantidad de materia orgánica que reciben estas aguas fruto de la industria lechera de Ubaté, que vía el río del mismo nombre desemboca en la Laguna lo alimenta radicalmente y hace que se produzca en cantidades alarmantes. Esas máquinas buscan generar que las aguas del río corran y ganar profundidad para poderla bombear al acueducto de Chiquinquirá y de ahí suministrar el líquido vital a más de 50 mil habitantes.
Recorrimos la tierra como los ancestros originarios y los y las campesinas desde hace cientos de años. Manuel Ancizar en su libro-expedición Peregrinación al Alpa del año 1850 narra bellamente esta tradición:
Fatigados los ojos de recorrer tantos objetos colosales desparramados en el ancho espacio inferior, volvimos al suelo que pisaba y le vi cubierto en todas sus alturas por innumerables cruces formadas de ramas de arbolillos y sembradas de tres en tres. Un poco más abajo, del lado en que el escarpado cerro hace frente a Chiquinquirá, las cruces se multiplican con una profusión que dará mucho que pensar al diablo. Ya no guardan orden ni simetría, sino se apiñan y juntan como matorrales, y la invasión es tal, que las modernas derriban a las antiguas y se alzan sobre un espeso montón de sus predecesoras, cual si fueran la imagen de las generaciones del hombre, de sus luchas y de su efímera ambición.
De vez en cuando, y en algún lugar apartado, aparecían tres crucecitas curiosamente labradas y regado el pie con musgo y flores silvestres. Adivinábase la mano de la mujer en aquella obra, limpia y cuidadosa en la ofrenda, previsora en retirarse del torbellino de las otras cruces, sentimental y exquisita en los adornos. ¿El amor también no concurriría en auxilio de la devoción para formar estos altares misteriosos?”
(...) “involuntariamente recordé una nota que trae Acosta en su "Historia compendiada de la conquista y colonización", hablando de las peregrinaciones de los chibchas a los santuarios de ciertas lagunas sagradas”:
"El reverendo padre Moya, cura de Chipaque, erigió una capilla en su pueblo a principios de este siglo y colocó la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, tratando de persuadir a los indios que para encomendarse a la Reina de los Cielos no necesitaban hacer un viaje tan largo y dispendioso como el de Chiquinquirá, que dista veinte leguas de Chipaque. Ellos respondían: "Es cierto, mi amo cura; mas siempre iremos de cuando en cuando a Chiquinquirá, porque estamos acostumbrados desde tiempo de nuestros padres a ir bien lejos a nuestras devociones. El terreno, como se ve, estaba bien dispuesto para recibir la semilla de estas peregrinaciones semiidolátricas. La sangre española, esencialmente devota de imágenes privilegiadas, mezclada con la sangre chibcha, también inclinada al culto de santuarios especiales, ha producido una raza de hombres que aunque no creen que el cura de Chiquinquirá dice todas las misas que le encomiendan, persisten en creer que si no van allá a visitar a la, Virgen, nada obtendrán de ella. Van, pues, con el ánimo puesto en el divertido viaje, y bien distante de las cosas del cielo, y de la genuina devoción del cristiano: la Virgen se contenta con verlos en su templo, y en saliendo de él no ve lo que hacen. ¡Oh cristianismo! ¿Dónde estás?”
En Chiquinquirá, que en Muisca significa “Tierra de Sacerdotes”, y lleva este nombre en honor a los sabedores Muiscas y no necesariamente a los Franciscanos, se celebraban los cultos al agua y a la Laguna Sagrada de Fúquene o Xixuasinsa, que en ese tiempo era colindante con el hoy municipio. Recordemos que en la cosmogonía Muisca, la humanidad nace del agua, en la Laguna de Iguaque con Bachue quien emerge con un niño en sus brazos en estas místicas aguas. Cientos de años después con la llegada del europeo se rinde homenaje a la Virgen de Chiquinquirá que está acompañada con el Sol en la aureola superior de su rostro y la Luna creciente a sus pies y con un niño en sus brazos. El Sol y la Luna símbolos de los Dioses indígenas, siguen presentes en la identidad de estos territorios y en las tradiciones heredadas de los pueblos originarios a los campesinos y campesinas especialmente, que año a año hacen romerías y peregrinaciones como lo hacían los indígenas hace más de 500 años.
Arribamos a la Laguna caminantes y otros seres de la naturaleza que decidieron hacer el recorrido con nosotras, incluyendo a 3 perros callejeros que habitan en el centro del pueblo y que desde las 7 de la mañana decidieron acompañarnos, y en cada paso fuimos intencionando vida para la Laguna Sagrada, llamando a las lluvias y pidiendo acciones para la defensa y protección de sus aguas. En el túnel del tren que nos recibió antes de los pasos finales encontramos representado al Dios FU, Zorro en Muisca y de donde deriva su nombre la Laguna y con un marcador en la majestuosa pared de piedra la palabra ESPERANZA. El Cambio Climático nos permite repensar los modelos políticos y económicos dominantes-hegemónicos y parar la destrucción de la biodiversidad natural y el "malestar" humano. Es una obligación moral con la vida poder garantizar un planeta más bello que el que conocemos para las futuras generaciones y permitirnos vida digna para los humanos.
Todos y Todas podemos hacer algo por la Laguna de Fúquene decía un cartelito de la señora María, quien con más de 60 años fue una mujer inspiradora para los demás caminantes. Creo profundamente en el contenido de ese mensaje. A los tomadores de decisiones sobre el futuro de la laguna invoco sapiencia, recta intención y sentido del momento histórico.Días después de la caminata ha llovido en pueblo y Clara una de las caminantes expresaba “Bendito Dios, para mí es como un premio a nuestro esfuerzo”.
Ayer 1 de Abril por las calles del pueblo de Chiquinquirá camino un cacerolazo ante la crisis por el agua en el pueblo donde hoy día se entrega el agua en carrotanques en cada barrio con la advertencia que no es agua potable. Una de las peticiones especiales del cacerolazo fue la defensa y protección de la Laguna de Fúquene y las fuentes de agua y ya se habla de programar una gran caminata hacia la Laguna y a favor de ella. Es una gran noticia, esperemos la vida nos siga permitiendo inspirarnos en el agua y poder seguir diciendo YO CREO EN LA LAGUNA DE FÚQUENE.