Antonio Navarro Wolf, en un escueto comunicado, le informó al país que el constituyente Francisco Maturana renunciaba a su curul. La razón, era la inminente ida del chocoano a dirigir al Real Madrid. “Ojalá sea en el equipo merengue, como lo fue en la Asamblea Constituyente, irreemplazable”.
El 27 de mayo de 1991 no se hablaba de otra cosa en el país que del contrato que Maturana había firmado con el Real Madrid. Desde que el dirigente Ramón Mendoza lanzó su campaña para ser el presidente del club más poderoso del mundo, usó la imagen del estratega colombiano para captar votos. Por esos años Francisco Maturana no era el profeta del Perder es ganar un poco. La Libertadores que obtuvo con Atlético Nacional en 1989 y la clasificación de Colombia a un mundial después de 28 años, lo cotizaron. Su sistema de juego era admirado por técnicos como Arrigo Sachi, quien, a finales de los noventa, dominaba a Europa con su Milán. En Madrid el nombre de Maturana servía de aliciente para olvidar una desastrosa campaña.
En esa temporada, 90-91, ni el técnico galés Benjamín Toshack, ni la dupla Camacho-Di Estefano, habían podido hacer caminar un equipo encabezado por Emilio Butragueño, Hugo Sánchez y George Hagi. La responsabilidad de buscar un cupo a las copas de Europas recayó en el serbio Radomir Antic, quien estaría sólo hasta el final de la temporada ya que era casi una certeza que sería incapaz de sacar los 19 de 20 puntos posibles que necesitaba para entrar a copas internacionales.
Es por eso que Ramón Mendoza manda a Valladolid al abogado Jesús Samper, asesor jurídico del club, para que convenciera al técnico colombiano de que firmara un preacuerdo. Esa temporada no había sido la mejor para el Real Valladolid. Si bien pudo permanecer en primera división, la intermitencia del equipo conducido por el chocoano e integrado, entre otros, por René Higuita, Leonel Álvarez y el Pibe Valderrama, molestó a buena parte de la afición. Cuando Maturana estampó su firma, los medios colombianos explotaron de júbilo como si hubiéramos ganado el mundial. Nadie cuestionó que hubiera dejado votada la posibilidad de ser un constituyente a la distancia.
Tal y como lo recuerda el Bestiario del balón, Deporte Gráfico, la popular revista deportiva de los años 90, puso en portada a Maturana y debajo el rimbombante titular de Hazaña histórica de nuestro balompié. En la nota de fondo un entusiasmado César Augusto Londoño escribía “A Maturana le espera un reto bien serio. Por eso lo del Madrid no se puede entender como la gran meta de Pacho; es simplemente el comienzo, el inicio de sus verdaderos objetivos. Lo anterior fue la preparación de una gran carrera que empieza ahora”. Después explicaba cómo iban a funcionar Michel y Fernando Hierro en la rígida estructura que implementaría el chocoano. En los 15 días en los que fue técnico del Real, Maturana era el hombre más popular y querido de Colombia.
El sueño se terminó el 6 de junio mientras Maturana, que alternaba su trabajo en el Real Valladolid con la dirección de la Selección, estaba en Estocolmo en unos amistosos con Colombia. Hasta allá le llegó la noticia: Ramón Mendoza, quien llevaba días sin pasarle el teléfono, hacía oficial la contratación de Radomir Antic quien impulsado por los resultados (logró lo imposible, 19 de 20 puntos posibles) y por el respaldo de Butrageño y Michel, dueños del vestuario merengue, se quedó con el banquillo del Real.
Sí, se habló de racismo, de complot internacional, pero, la única verdad, es que la suerte no acompañó a Maturana quien ya hasta había pedido jugadores y había hecho un plan de trabajo para su primera temporada. Nada de esto sucedió. Le ofrecieron quedarse para ser manager y una indemnización pero Pacho no aceptó.
Maturana seguiría con su carrera, cuatro años después derrotaría a Argentina cinco goles por cero y dirigiría al Atlético de Madrid. Su única visita como técnico al Santiago Bernabeu fue una pesadilla: El Real le metió cuatro goles.