Macchiarini: Frankenstein, Pinocchio y Don Giovanni Médico
Opinión

Macchiarini: Frankenstein, Pinocchio y Don Giovanni Médico

El cirujano estrella que utilizó amor, dinero y al Papa para estafar a la NBC. No se guie por las apariencias al escoger su médico

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abril 01, 2016
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Me molesta contar una historia que podría estimular la exagerada y peligrosa desconfianza en la medicina tan frecuente en la cultura popular de nuestros días. Pero la siguiente comprueba por enésima vez que la realidad es más extraña que la ficción. Además tiene algunas enseñanzas y fue una noticia de Semana Santa que quizás pasó desapercibida para los medios de comunicación.

El miércoles 23 de marzo el cirujano Paolo Macchiarini fue fulminantemente despedido del augusto Instituto Karolinska de Suecia. Macchiarini había sido llamado años atrás en la prensa el Frankenstein de la medicina por sus procedimientos de bioingeniería regenerativa. Y el apodo estaba bien puesto en extraño elogio a su revolucionaria técnica quirúrgica pero resultó como horrible profecía del final de su carrera. Era un doctor Frankenstein al mismo tiempo que un peligroso Pinocchio.

Rehabilitar, reparar o trasplantar una tráquea dañada ha sido un difícil reto para la cirugía moderna. Esa “tubería de viento” (windpipe en inglés) es estrecha, delicadamente flexible, con paredes delgadas recubiertas por un epitelio con microscópicos cilios o “pelitos” para la movilización de secreciones mucosas que nos ayudan a defendernos de contaminantes aéreos.  Por ese tubito nos llega todo el aire que nos permite respirar y vivir. Si se obstruye por cicatrización o peor aún si la perdemos por trauma estamos en serio peligro de muerte. Y los trasplantes de tráqueas de cadáveres o artificiales no han funcionado satisfactoriamente.

Hace unos años a Macchiarini se le ocurrió una solución innovadora: ¿qué tal si colocamos una tráquea cadavérica o artificial denudada de epitelio y recubierta de células madres del mismo paciente permitiendo así la regeneración del órgano respiratorio?  La idea parece brillante.  No sé cuántos experimentos animales hizo el cirujano, a quien ahora no se le puede creer nada, pero rápidamente pasó a operar pacientes humanos alcanzado fama internacional. Sus reportes publicados eran de una recuperación casi milagrosa de los pacientes. Hasta que el año pasado se comenzaron a investigar esos resultados y este año un documental de la televisión sueca denunció la situación que llevó a su deshonrosa destitución por el Instituto Karolinska: el doctor Macchiarini había exagerado sus resultados clínicos.  El vicecanciller de la institución lo primero que dijo fue que era una información incompleta pero ese respetable funcionario renunció la semana pasada al conocerse el escándalo. Macchiarini en sus propias palabras “ha instruido a sus abogados para tomar acciones legales inmediatas y restaurar” (quizás sería inapropiado en este caso decir regenerar) “su reputación”. ¿Cómo puede mentir tanto un médico? Como cualquiera: ayudándose de las ilusiones humanas, los medios de comunicación descuidados y las instituciones obsesivamente preocupadas por su buen nombre.

Investigando un poco el caso he encontrado noticias y artículos que ilustran esos factores. En junio de 2014 se reportó en la prensa que la NBC estrenaría un programa especial dos horas sobre el cirujano que reemplazó la tráquea de una niña de dos años en Illinois. El artículo muestra una foto de Macchiarini con una pequeña tráquea en la mano en la rueda de prensa. Curiosamente el periódico no añade que la niña murió tres meses después de la cirugía. Uno de los médicos señaló que la medicina es como el beisbol donde a veces uno “mete un homerun y otras veces se poncha”. Yo me pregunto si los diarios, la televisión, las ruedas de prensa son el medio adecuado para discutir estos problemas.  El hambre de publicidad de algunos grupos de investigación produce estas situaciones vergonzosas.

La historia tenía ridículos elementos de novela rosa.
La productora del programa de televisión había sido hábilmente seducida por Macchiarini

Además la historia, ahora se sabe, tenía otros ridículos elementos de novela rosa.  La productora del programa de televisión había sido hábilmente seducida por Macchiarini con viajes y cenas románticas en Venecia (las fotos no tienen desperdicio como dicen en España) vacaciones en el Caribe, sin llegar a Cartagena, y mentiras, mentiras, mentiras. Decía que era el médico personal de los Clinton y los Obama y prometió casarla en boda celebrada por el papa Francisco.  Uno diría, sin ofender a mis amigas norteamericanas, ¡tenía que ser gringa para creerse todos esos cuentos!  Pero se los creyó y le hizo el programa de dos horas al “novio”. En enero de 2016 se contó toda la historia en un artículo titulado “El cirujano-celebridad que usó amor, dinero y el Papa para estafar a una productora de noticias de la NBC”. Además, ahí se destapa que Macchiarini había mentido en su hoja de vida y no tenía los títulos ni la experiencia que decía. Una joyita el doctor Frankestein-Pinnochio-Don Giovanni.

Yo diría que uno en mil médicos es un mitómano de ese calibre. Aunque las escuelas de medicina hacen lo posible por filtrar esas personalidades patológicas, algunos se escapan y gradúan. Por favor no se descreste con apariencias: conozca bien a su médico.

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