¿Peronismo derrotado en Argentina?

¿Peronismo derrotado en Argentina?

Varias miradas sobre el significado de este movimiento en el país latinoamericano

Por: Enoin Humanez Blanquicett
marzo 30, 2016
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¿Peronismo derrotado en Argentina?
Foto AFP

En el blog ¡La Noticia que Arde! , el responsable abre una nueva entrada haciéndose la pregunta¿Qué es ser de Izquierda en Argentina? Al final de la entrada al lector le queda la sensación que ser de izquierda en Argentina es ser peronista y que ser peronista es hacer parte de una “tercera posición” ideológica, “cuyo fin fue-es y será nada más y nada menos” que la búsqueda de “la felicidad del pueblo”. La idea que da por hecho que el peronismo es la izquierda en Argentina también la retoma Shlomo Ben-Ami, para quien la derrota del chavismo en las parlamentarias venezolanas y del peronismo en las presidenciales del país de Gardel y Maradona “marcan el fin de un ciclo de hegemonía de la izquierda”en los dos países.

La catalogación del peronismo como fuerza de izquierda parece estar muy difundida. Al reforzamiento de la ubicación del peronismo en la margen izquierda de las ideologías han contribuido tres libros, que hicieron época en la década de 1990: La Utopía Desarmada, El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano y el Autorretrato de Cuatro Idiotas Latinoamericanos.

En un foro answers.yahoo.com, un participante sostiene: en Argentina “la única fuerza política que se asemeja a la izquierda es el peronismo”. Atribuye el forista dicho fenómeno al hecho de que en dicho país no ha habido nunca una “influencia masiva del marxismo”. En el campo académico esa posición es retomada también por Jorge Castañeda en “La Utopía desarmada”. Al analizar la evolución de la izquierda argentina, Castañeda sostiene que ésta se ha dado dentro de un proceso complejo, que desafía sin cesar “todos los intentos de incluirla en una pulcra clasificación de las corrientes de izquierda, sean éstas revolucionarias o reformistas”.

De hecho, Juan Domingo Perón, ese “demonio” que, según Juan Gabriel Labaké, escandalizó a los autores de El Manual del perfecto idiota latinoamericano por ser –según ellos- el responsable de haber prendido la llama populista en los países situados al sur del Rio Bravo, se reclamaba al tiempo como adalid de la patria conservadora e inventor de la patria socialista. Según fuentes de absoluta credibilidad, en una entrevista el célebre –y celebrado- general dijo: “¿La patria socialista? Yo la he inventado. ¿La patria conservadora? Yo la mantengo viva. Tengo que soplar para todos lados, como el gallo de la veleta. Y no retractarme nunca, sino ir acumulando frases".

Para Castañeda, si bien los argentinos desde los tiempos de la colonia han exportado e importado revolucionarios todo el tiempo, después de Perón, incluir el activismo social argentino dentro del marco de la izquierda demanda siempre un gran acto de acrobacia intelectual. Enrique Krauze, en una crónica sobre la película de Alan Parker y Oliver Stone, habla de esa amalgama exótica que es el peronismo en el plano ideológico. Según él, esa condición ambivalente le ha permitido a Eva Perón ser al mismo tiempo “diosa del populismo de derecha” e “icono de la izquierda marxista”. Ese dualismo ideológico ha facilitado igualmente el ocultamiento entrambos –según Krauze- de “las relaciones del matrimonio Perón-Duarte con el nazismo”.

Para el periodista e historiador Uki Goñi la simpatía de Perón por las ideas nazi-fascista es un asunto que rebaza el plano de las especulaciones. Por eso no suena raro que en un foro answers.yahoo.com ante la pregunta ¿el Partido Justicialista es de izquierda o de derecha?, lanzada por un mexicano, un forista argentino responda: “El partido justicialista es fascista y siempre lo ha sido, desde Perón. El que se haya puesto ropaje de izquierdista no quiere decir que lo sea”.  Otro forista que tiene una postura más matizada y menos fuerte sostiene, después de dar ciertos rodeos, que “siempre el peronismo fue de derecha”. En el mismo sentido abundan los editorialistas del portal La Izquierda Diario, para quienes Perón no pasa de ser el más importante “líder del nacionalismo burgués argentino” del siglo XX. Según ellos esto explica porqué en sus gobiernos no dudó en perseguir “a la izquierda y los sectores más combativos de la clase obrera”.

El punto de vista de La Izquierda Diario es similar al de Greg Grandin.  Para Grandin Perón es una de las figuras iconográficas de los “militares anti-imperialistas y nacionalistas económicos” en Iberoamérica. En ese plano comparte la escena con Jacobo Arbenz Guzmán, en Guatemala, Omar_Torrijos, en Panamá y Juan_Francisco Velasco_Alvarado, “el general peruano que entre 1968 y 1975 mantuvo una alianza con Moscú”. Sobre sus posturas de derecha en el manejo de lo social, Grandin resalta que, “pocos años después de su triunfo en las elecciones de 1946, Perón le estaba dando con la cachiporra a los sindicatos, y en 1954 hasta llegó a celebrar la caída de Arbenz”.

La ambivalencia ideológica en la que péndula el peronismo hace de él –en palabras de Castañeda- “el ala derecha de la izquierda” latinoamericana. El periodista colombiano Antonio Caballero sostiene que esa naturaleza ambigua en el plano ideológico del peronismo es el factor que le permitió en dos ocasiones a la derecha argentina, antes de la vitoria de Mauricio Macri, valerse del “peronismo endémico de ese país” para llegar al poder disfrazada de izquierda. Según Caballero, el pueblo argentino es tan alérgico a las ideas conservadoras, que “la elección del ultraneoliberal Mauricio Macri a la Presidencia de Argentina es particularmente llamativa”. Para este analista de la política contemporánea continental, “es la primera vez desde hace casi un siglo que la derecha argentina llega al poder por elecciones libres, y no al amparo de un golpe militar”.

No en vano el reconocido filósofo Mario Bunge, uno de los intelectuales argentinos más importante del siglo XX, sostuvo en una entrevista con el periódico La Nación que "el que no entiende el peronismo no entiende la Argentina". Lo anotado por Bunge sale a relucir en el trabajo empírico que Steven Levitsky realizó sobre las prácticas sociales y el imaginario social de la base peronista. En su estudio Levitsky sostiene que hay “un cuerpo común de lenguaje, símbolos, tradiciones, prácticas y creencias”, que unen “a peronistas de diferentes edades, regiones, contexto social, e ideologías”, pues –en particular- para el peronista “de clase baja y trabajadora, la identidad peronista va más allá de la política partidaria y se extiende dentro de los ámbitos sociales y culturales”. Esos aspectos hacen que para el peronista de extracción popular  “el peronismo continúa siendo más que una opción política, una identidad compartida”.

Ese tipos de elementos son los que le ha permitido al peronismo de convertirse en un fenómeno sociopolítico, que oscila entre el realismo y la ficción. De la profundidad del arraigo que ha alcanzado el legado político y social de Perón en la sociedad argentina y de su connotación inverosímil da testimonio el periodista y literato Tomás Eloy Martínez. Según  John J. Junieles, Martínez logra reconstruir  en su obra “La novela de Perón”, a partir de “eventos que tocan con el alma de su” país natal, las “memorias de la patria perdida”, al revisar, reescribir y reflexionar sobre la “marca dejada por Perón en la historia” del país gaucho.

Una mirada complementaria sobre el significado histórico del peronismo en el seno de la sociedad argentina, a partir del trabajo novelesco de Martínez, nos lo ofrece también Brenda Morales Muñoz. En su análisis de la novela Santa Evita, Morales Muñoz sostiene que la manera como el peronismo ha moldeado a la Argentina moderna se puede constatar en “la existencia de diversas obras” que tratan de “describir, condenar o enaltecer al régimen peronista”. Las dos obras que Tomás Eloy Martínez, uno de los escritores más importantes de la América Latina contemporánea, dedica a la pareja Perón ponen en evidencia que, sin duda, Juan Domingo Perón y Eva Duarte dejaron una profunda huella en la sociedad argentina, que “en definitiva marcó la historia política de aquel país en el siglo XX” de forma innegable.

Para algunos analistas el peronismo es detestado por la clase pudiente, porque visibilizo las miserias de un país que muchos creían rico y desarrollado, que se creía incluso que era la envidia de Canadá. Según Esmeralda Broullón Acuña y María Dolores Pérez Murillo, lo que hizo el peronismo fue  poner al descubierto que el país rico y civilizado “enorgullecido por los buenos aires europeos” del que se jartaba la clase civilizada argentina: la aristocracia, oligarquía estanciera, y el ejército, ocultaba debajo de la alfombra una masa enorme de desposeídos. La visibilización de los pobres,que llevó a cabo Perón –al lado de su mujer-, echó por tierra el mito de país rico y civilizado, poniendo en evidencia la pugna ferina, que han librado en la trastienda las fuerzas partidarias de la modernización y aquellas que defendían el estilo de vida de la sociedad señorial.

El asunto que aborda el bloguero a partir de la pregunta que citamos al inicio parece que no es un asunto de poca monta en ese país. Una pregunta similar: “¿Que significa hoy ser de izquierda o de derecha en Argentina?, motivó la reflexión de los editorialistas del diario La Gaceta. En la nota de ese diario se resalta que con esa pregunta “resurge” en ese país “una polémica de vieja data”. La discusión se debe a que históricamente allí los dos términos se han usado “para descalificar al adversario político”, sin abordar la especulación teórica del asunto. Para los editores del periódico el tema se vuelve aun más complejo si se tiene en cuenta que “el fenómeno del peronismo es reacio a las categorizaciones ideológicas rígidas”, punto en el cual coinciden con Jorge Castañeda.

Sin embargo, cuando uno pesquisa más a fondo se encuentra que en Argentina hay una izquierda que está a la izquierda del peronismo y que, tal como lo advierte Federico Schuster, al tiempo que goza de un gran prestigio intelectual, padece de serias limitaciones que le impiden llevar a cabo una acción política relevante. Una de esas limitaciones es “la división constante en múltiples fracciones”. En un reportaje sobre la izquierda argentina realizado por Adriana Meyer y publicado en Página 12, Ricardo Rouvier advierte que la izquierda argentina de la década 2000 era una izquierda caracterizada por una fragmentación permanente y una competencia intraizquierda, que se deriva de un sectarismo animado en “sus principios dogmáticos”. En efecto, en el foro answers.yahoo.com antes citado, un participante, que trata de responder la pregunta ¿cuáles son los partidos de izquierda en la Argentina?, enumera por lo menos una docena. 

En el plano electoral los partidos de izquierda en ese país, tal como lo relata Federico Schuster en el libro La nueva izquierda en América Latina, siempre han sido transitorios y nunca ninguno de sus dirigentes ha accedido al poder. Según Schuster, en general es en el plano electoral donde menos se ha ilustrado la izquierda argentina. Esto conduce a que su presencia en la escena política no pueda desligarse de la actividad que han librado en la plaza pública las dos corrientes políticas más importantes de ese país: el radicalismo y el justicialismo, en su enfrentamiento con las fuerzas conservadoras por la modernización social y política de dicha nación.

Eso explica en gran medida porqué uno de los participantes en el foro Yahoo sobre los partidos de izquierda argentinos sostenga que históricamente en Argentina, en el plano político electoral, “el partido peronista” sea la historia de la Argentina”, cuando de historia de la izquierda se trata. Sin embargo, Steven Levitsky resalta que la relación entre peronistas puros y duros e izquierdistas convencidos nos ha sido siempre la más cordial. Cita como ejemplo el caso de “la crisis hiperinflacionaria de 1989-1990”, cuando “decenas de miles de militantes del partido se movilizaron para desalentar las protestas de las clases bajas y trabajadoras ante dicha crisis y los planes de ajuste del gobierno” Menem. Para contener el descontento popular, los peronistas no dudaron en expulsar a “los activistas de izquierda de los barrios”

 

 

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