La tarea emprendida por algunas organizaciones afro, a través de sus voceros, va desde el lobby en el congreso de la República hasta reuniones en la Casa Blanca y el Congreso Norteamericano.
No basta el deseo manifiesto de querer ir a La Habana, para sentar posiciones en materias como la economía, la política, u de otra índole con respecto al proceso de Paz.
Creo que los voceros o representantes de algunas organizaciones afro, cuyo propósito es interlocutar con la mesa de negociación precedida por el Gobierno y las FARC, no son las idóneas para tal interlocución, pues si revisamos con atención las organizaciones o representantes que buscan este propósito, no presentan una clara intención de superar el conflicto social que se vive dentro de los territorios que dicen representar. Lo que los lleva a esta búsqueda exasperada de viajar a entrevistarse con las delegaciones de Paz, es al parecer porque creen que “está de moda ir a La Habana”.
Si analizamos las organizaciones que hoy dan muestras de querer representar a los afrocolombianos en la mesa de diálogos de Paz, encontramos que son los mismos que han vulnerado ley 70 de 1993, y fundamentalmente la consulta previa, (violación jurídica) que han permitido violarla en complicidad con funcionarios del gobierno nacional; las mismas organizaciones que han hecho daño a los comunidades a través de la corrupción y apoyo a megaproyectos que van en contravía de los intereses, cultura, tradiciones, Derechos Humanos y desarrollo social y humano de las comunidades.
No podemos permitir que como Afrocolombianos, nos sigan representando ante el gobierno nacional y la comunidad internacional los mismos que hace más de dos décadas, viven de la miseria de nuestro pueblo.
Hago un llamado al gobierno nacional y fundamentalmente a los negociadores, para que esta representación, tanto afro como indígena se haga por regiones y quienes viajen a intercambiar ideas, propuestas y acciones conjuntas con la Mesa de diálogos, sean personas provenientes directamente de las comunidades donde se ha librado el conflicto armado, y no personas que viven en las comodidades de las grandes capitales del país y que hoy quieren mantener una discuros sobre la paz oportunista para obtener prebendas y contratos multimillonarios a costa de la miseria del pueblo afro.
Creo que quienes deben ir a Cuba, en dicha representación son afros que hoy residen en los territorios: (municipios rurales y consejos comunitarios) pues son ellos los legítimos líderes de las organizaciones sociales, que resisten y viven en los áreas donde tanto el conflicto armado mismo, como las necesidades básicas no están resueltas, temas que, entre otros, son los grandes retos que debe afrontar el gobierno nacional en un eventual posconflicto y/o postacuerdo.
Los afrocolombianos que habitan en los territorios donde se tienen las mejores aguas del mundo, pero donde los pobladores por falta de sistemas de alcantarillados y tratamiento de aguas residuales se ven obligados a usar los ríos y caños como letrinas y baños, luego tienen que tomar de esos mismos ríos el agua para el consumo humano, comunidades dentro de territorios donde los niños tanto afros como indígenas se están muriendo de física hambre, y que al parecer eso se convirtió en algo normal pues somos afros sin recursos económicos y vivimos en los territorios olvidados por el gobierno nacional.
Los líderes AFROS que viajarán a la Habana Cuba, deben salir de esos mismos territorios donde se libra el conflicto armado y cuyos municipios están en la lista conformada por 125 municipalidades priorizadas por la ONU.
A los afros no se nos ha permitido a lo largo de la historia de nuestro país participar en las decisiones políticas más relevantes de la nación, pues solo hasta 1.851, se nos reconoce la libertad, y nos tocó esperar un poco más de un siglo para que finalmente en la constitución de 1.991 se reconociera que pertenecemos a un Estado pluriétnico y multicultural, a partir de lo cual llegarían algunas prebendas estatales para beneficio de la población afrocolombiana.
De ahí en adelante algunas cosas han cambiado tímidamente, tales como los beneficios plasmados en la ley 70 de 1993 Por la cual se desarrolla el artículo transitorio 55 de la Constitución Política. El objeto de la presente ley es buscar proteger los territorios que históricamente hemos ocupado los afrodescendientes y fundamentalmente el derecho a la propiedad colectiva, así como otros mecanismos para la protección de la identidad cultural y de los derechos de los afrodescendientes.
Por otro lado ley 649 del 27 de marzo de 2001 por la cual se reglamenta el artículo 176 de la Constitución Política de Colombia. Circunscripción nacional especial para asegurar la participación en la Cámara de Representantes de los grupos étnicos, las minorías políticas y los colombianos residentes en el exterior. Dicha ley otorga dos (2) curules en la cámara a las comunidades negras
Estas leyes que en algunos casos han sido utilizadas y aprovechadas por la mezquindad del gobierno central y por algunos líderes afros, esos mismos que hoy quieren ir a la Habana, a intercambiar con la mesa de Paz que allí se adelanta.
Creo que además de una igualdad jurídica, los afrocolombianos requerimos de una igualdad material. Debemos primero pasar a ser sujetos políticos determinantes a la hora de hablar de decisiones que afectan nuestros territorios y las conquistas en materia étnica.
Ni la izquierda ni la derecha han reconocido los aportes significativos de los afrodescendientes en la construcción de la Nación colombiana. Y si bien la izquierda ha permitido articular algunas luchas populares conjuntas, se debe anotar que, también ha sido tímida a la hora de reconocer la contribución del pueblo afrolombiano a las conquistas políticas del movimiento social.
Solo el avance organizativo y el compromiso político real de los afros con el desarrollo humano de sus territorios, podrán dar un giro a la precaria situación económica y política presente en nuestras comunidades, y así superar las condiciones de miseria que vive nuestro pueblo, y eso lo lograran fundamentalmente quienes habitan los territorios y no personas que dicen representar a las comunidades desde las grandes urbes. Sin embargo, considero que se debe articular la dinámica urbana con las demandas sociales rurales.
Esta recomendación aplica de manera directa para nuestros hermanos indígenas, pues vivimos la misma situación y en algunos casos es más evidente el abuso con los pueblos indígenas, por parte, muchas veces, de quienes dicen representarlos.
