Cerca de 3.200 altos militares retirados acuden a votar en cualquiera de las quince sedes de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro, el influyente gremio de veteranos oficiales de alta graduación del Ejército.
El actual director de Acore, el general Jaime Ruiz Barrera busca una segunda reelección, por otros dos años, y se enfrenta al general Gustavo Rincón Rivera. Sin embargo, más que un pulso entre dos respetados veteranos, entre las fuerzas de reserva y los retirados se sabe, que aquello que está en juego es la visión “dialogante” inédita que ha instalado en Acore Ruiz, frente a la del l sector radical, encarnado en Rincón, quien ha hecho saber que lo primero que haría como director es deshacer el rumbo tomado en los últimos años y devolverle la seriedad a la agremiación.
En las últimas semanas el general Jaime Ruiz ha recibido constantes llamadas del expresidente Uribe, quien le hace saber en cada comunicación su inconformidad por una serie de actos que le parecen legitimadores del proceso de paz en detrimento de las Fuerzas Militares. La preocupación del jefe del Centro Democrático es compartida por un sector de Acore que percibe al general Ruiz como un peligroso punto de fuga dentro de las filas veteranas de las fuerzas armadas.
En 2012 el general Ruiz pasaba sus días sin mayores sobresaltos tratando de organizar una pequeña finca en Villa de Leyva, llevaba ya dos décadas como retirado luego de una carrera de 35 años en el servicio. Aunque seguía la actualidad del país no le interesaba para nada volver a la escena pública. Sin embargo, un grupo de sus excompañeros organizó un almuerzo para hacerle una encerrona: convencerlo de que dejará Boyacá y volviera a la capital como candidato a la dirección de Acore. Lo consiguieron. Y Ruiz fue electo con una alta votación y –dos años después–, reelecto aun con una votación superior a la primera. Entretanto, durante sus dos periodos, en Acore se empezó a hablar más de una “reserva activa” dejando atrás la idea de uno grupo de “retirados arrumados en sus recuerdos”. No ha sido un tránsito fácil, ni súbito.
Tradicionalmente Acore (fundada en 1960) ha sido una asociación que agremia a los oficiales decanos en torno a su bienestar social. En su sede principal, en el norte de la capital, era común ver en el bar y en salón de eventos grupos de veteranos (desde capitanes hasta generales e incluso exministros de guerra, como llamaban antiguamente a los Ministros de Defensa cuando no eran civiles) rememorando sus épicas batallas contra la guerrilla. Pero en los últimos años, cuando el proceso de paz avanza como el mecanismo para resolver el conflicto de cinco décadas, los veteranos observan con preocupación esa expectativa. Y en medio de esa tensión la figura del general Ruiz de 74 años surgió primero como un crítico rabioso del proceso y, luego, como un general de última generación que lidera un ejercicio inédito entre las filas militares: dialogar con el adversario.
Aunque hoy el sector radical de las reservas cuestiona cualquier aproximación al proceso de La Habana, y por ende al gobierno de Santos, la verdad es que Ruiz ni siquiera tiene comunicación con el Presidente. La relación se rompió hace más de un año cuando a la Casa de Nariño llegaron copias de correos electrónicos que circulaban en Acore y en los que se leía un duro inconformismo por la conducción y los alcances del proceso de paz con las Farc. El presidente dijo en alocución pública desde el fuerte militar de Tolemaida que se quería provocar una división en las Fuerzas y agregó: “Me duele que sean personas que han llegado a ser generales de la república quienes estén en esa campaña…”. Ruiz se sintió aludido y replicó con vehemencia.
Tras el episodio, en cambio de rancharse en una discusión autista entre asiduos visitantes de Acore, Ruiz decidió abrir las puertas de la asociación y tender puentes. Creó una mesa interinstitucional para hacer seguimiento del proceso de paz y fijar una postura pública. Al menos una vez al mes este y otros veteranos, se reúnen y discuten los alcances de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) formulada desde Cuba, las limitaciones Justicia Penal Militar, las eventuales zonas de concentración guerrillera, y demás bemoles del proceso. Así es que ahora es común ver en Acore delegados que van o vienen de La Habana. En el decir de una persona que trabaja hace varios años allí, la asociación “dejó de ser un grupo de viejitos que se reunían a criticar lo que nunca habían podido hacer”. Eso lo tienen muy claro todos los empleados que han visto llegar últimamente a la sede a personajes como Jorge Enrique Robledo, Clara López y Alirio Uribe, la plana mayor del Polo, o León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, al fiscal Eduardo Montealegre y al presidente del Congreso Luis Fernando Velasco. O incluso al jurista asesor de las Farc en la mesa de La Habana, el español Enrique Santiago, y al mediador Álvaro Leyva.
Ruiz, preocupado por la suerte de unos 20 mil militares que tiene cuentas pendientes con la justicia ordinaria en procesos relacionados con el conflicto armado, ha dicho que la justicia transicional (JEP) les interesa si se diseña un trato diferencial para los militares frente a los guerrilleros. Al mismo tiempo ha sido vehemente en decir que no irá a La Habana hablar de tú a tú con las Farc, que esa guerrilla nunca podrá hacer parte del Ejército, y que para reincorporarse a la vida civil deben pagar un castigo efectivo. Ruiz insiste en que escuchar a los adversarios no significa concesión alguna. Pero esa postura mínimamente civilizada provoca roncha y preocupación entre el Uribismo, de allí las constantes llamadas del expresidente.
Y esa misma postura es lo que se sopesa por estos días cuando se decide en las urnas la presidencia de Acore.
Ruiz enfrenta al general Gustavo Rincón Rivera, quien encarna la visión tradicional de los oficiales retirados, quienes ven con recelo el modo dialogante que ha tomado la asociación. “Los cambios son necesarios y convenientes, las reelecciones no”, dice el encabezado de un correo de este general en el que invita a los oficiales agremiados a votar por él. Su visión es que la justicia transicional es poco menos que un esperpento diseñado para bandidos. Rincón fue Director del Fondo Rotatorio del Ejército en la década del 90, cuando dicha entidad produjo titulares de prensa por un desfalco denunciado por él. El gobierno de Andrés Pastrana no lo tuvo en cuenta para general y lo hizo a un lado, Rincón alegó injusticia y logró que el Consejo de Estado en 2002 lo restituyera, fue así que alcanzó el grado de general. En los próximos días se sabrá si logran desplazar a Ruiz de la dirección de Acore, y regresa la asociación a su condición de club de decanos excombatientes arrumados en sus recuerdos.
@josemonsal