Como cada año, el 8 de marzo en gran parte del mundo hay preparativos:
El comercio cada año inventa paquetes de flores, licores, dulces, planes turísticos y de esparcimiento para que los hombres inviten ese día a “sus mujeres” a celebrar “su día”, llevándolas a almorzar, a cenar, a bailar y a moteliar.
Cada año también agencias internacionales idean un eslogan e intentan que el mundo reflexione en jornadas académicas sobre avances y retos de las mujeres. Este año Naciones Unidas lanzó la campaña “Por un mundo 50-50 en el 2030”, invitando a seguir avanzando hacia la igualdad de género.
Cada año las organizaciones de mujeres intentamos también recordar la historia o mejor las historias de miles que nos antecedieron, y cada año tenemos tanto que decir, tanto que andar y desandar, que marzo nos queda corto.
Las mujeres de Cali en especial, que tantos caminos hemos recorrido y tanto hemos enseñado y aprendido, abrumadas por la cantidad de feminicidios y la dificultad de enfrentarlos, viendo cómo las mujeres seguimos muriendo a manos de nuestras parejas y exparejas, seguimos recibiendo golpes, heridas, humillaciones, con el rostro desfigurado y la autoestima destrozada, temblando no de pasión sino de miedo hacia ese que alguna vez amamos… nos preguntamos si habrá motivos para celebrar.
Cuando recordamos el origen de esta fecha, a las obreras textiles incineradas intentando ser tratadas como personas y trabajadoras hace más de un siglo, y luego pensamos en la marginación social y económica de millones de mujeres hoy en día: las más pobres en el mundo, las que menos ganamos por el mismo trabajo, las que aportamos el 70 % de todas las horas de trabajo en el mundo y el 95 % del trabajo doméstico, las más desempleadas, las que cuidamos el mundo sin reconocimiento ni remuneración, las que dejan a sus hijos para cuidar a los de otras y otros… nos preguntamos si habrá hoy algo que celebrar.
Cuando nos asomamos al triste espectáculo de la política, por milenios en manos de los hombres, compitiendo, mintiendo, mezquinando, maquinando, falseando y las pocas, muy pocas mujeres que allí caben: algunas imitando sus vicios, algunas siendo solo parlantes de los de siempre y otras pocas intentando devolver la dignidad y el sentido de bien común a la política, dejando la piel y la salud en ese camino, recibiendo sospechas, insultos, matoneo…. nos preguntamos si habrá algo que celebrar.
Cuando pensamos en los miles de cautiverios sobre nuestros cuerpos, nuestras decisiones y nuestro placer: iglesias, jueces, médicos y procuradores metidos en nuestra intimidad, industrias que se hacen millonarias con la insatisfacción por nuestros cuerpos diversos, medios de información que venden imágenes empobrecidas y estereotipadas de nuestra rica humanidad… nos preguntamos si habrá algo que celebrar.
Cuando pensamos en las niñas del mundo: mutiladas, mal alimentadas, violadas, obligadas a matrimonios serviles, muertas de hambre y sed, bebiendo leche de mujeres que lloran y maldicen bajito, nos preguntamos si habrá algo que celebrar.
Y también nos respondemos, no crean que no. Pensamos que el 8 de marzo es un día de luto, de lucha, de denuncia y sí, también de celebración.
Luto por aquellas que nos hacen falta: Las asesinadas en todo el mundo, pero también las que deciden, las que aman y desaman sin dependencia y sin violencias, las que estudian lo que quieren, trabajan en lo que quieren, deciden sobre su cuerpo, son felices, reconocidas, remuneradas, escuchadas, contadas, las que gobiernan con justicia y honestidad, las que inventan, las que compiten y celebran.
Lucha y denuncia, porque tenemos mil propuestas, mil iniciativas, agendas de cambio y capacidad para cambiar al mundo… por eso seguimos denunciando los techos de cristal, los pisos pegajosos, la estupidez y demagogia de muchos gobernantes que sin voluntad política, siguen relegando los temas de mujeres a sus agendas de sectores vulnerables y a sus planes asistencialistas, dilapidando el potencial enorme que representa el 52 % de su población.
Por eso este 8 de marzo, las mujeres de Cali nos sumamos a la marcha milenaria de las que nos antecedieron, nos reconocemos del linaje de las cimarronas, de las sufragistas, de las chamanas, de las yerbateras, de las abortistas, de las poderosas transformadoras de historias. Nuestra proclama para este 8 de marzo, nos reafirma:
Nuestros pasos en la marcha planetaria de las mujeres
Este día las mujeres del mundo harán lo que les dé la gana.
Insistirán en recordar a las 129 incineradas por el patrón neoyorquino.
Protestarán indignadas por una civilización corrupta, violenta y machista.
Celebrarán, porque también saben ver la bondad en el mundo, la claridad de sus arroyos.
Entregarán a sus gobiernos mandatos éticos y políticos para frenar los feminicidios, la pobreza, el saqueo de la tierra.
Cantarán juntas porque se saben herederas de linajes arcaicos.
Bailarán en las calles con sus pies de asfalto, con su olor a romero y madreviejas.
Buscarán su palenque, su cielo abierto, su tango.
Escribirán sus nombres, defenderán la alegría
y si acaso les regalan flores…
las pondrán en el corazón de sus amantes invitándoles a honrar la vida.
Desde Cali nos sentimos muchedumbre.
Son miles las insumisas, somos millones las libertarias.
MOVIMIENTO SOCIAL DE MUJERES DE CALI, MARZO 8 DE 2016