La agenda de un gobierno cada vez más centralista ha institucionalizado los vuelos privados tipo Chárter para asegurar la presencia de funcionarios en las regiones y seguir de cerca el desempeño de las autoridades locales. El vuelo Charter más económico en Colombia tiene un costo promedio de unos 3 mil dólares por hora de viaje. En el último semestre han llegado incontables delegaciones humanitarias a La Guajira en razón de la crisis del hambre; situación que en sus diagnósticos obedece a la desfinanciación territorial, a reformas presupuestales como el nuevo sistema de regalías, a la brecha de desigualdad regional ahondada por años y provocada por políticas y acciones cada vez más distantes de las realidades de los departamentos extremos.
La agenda oculta de estos vuelos está precedida por el interés maniqueo de señalar a los provincianos de corruptos esparciendo la culpa como un germen pero sin hollar sobre la senda de los responsables. Entre menos competencia y manejo de recursos se dispongan en los entes territoriales, más robusta es la camada de funcionarios, asesores y directivos apropiados de administrar y sufragar de la mermelada. Cada vez más en la búsqueda de una matriz Estadocéntrica con engorde de su burocracia pública.
Muy atentos han estado los funcionarios de lo que sucede en la región. Es más, es histórico que intervengan y presionen negocios como el Plan Departamental de Agua, que en la pasada década comprometió el alma del Vicepresidente Francisco “Pacho” Santos hasta el punto que --mientras venía y paseaba en vuelos Chárter hasta la capital y luego en tours por toda la Alta, donde nunca vio el hambre-- hacía doblegar la voluntad de los mandatarios para endeudar a La Guajira y contratar la ejecución con empresas de la capital como lo evidencia el diario del Norte en un editorial del 11 de septiembre de 2014:
“El Plan Departamental de Agua fue iniciado como la Revolución del agua del expresidente Álvaro Uribe, quien a través de su vicepresidente Francisco Santos Calderón, y la viceministra de Agua Potable Leyla Rojas, le vendieron la idea al entonces gobernador, José Luís González Crespo, para que se metiera en un crédito con el Banco Mundial, a fin de ejecutar obras para dotar de agua potable a todo el Departamento. A mediados del 2007, el Banco Mundial autorizó el crédito.”
Hoy los anuncios de la mandataria regional de someter al departamento a la ley de quiebra para reestructurar su deuda, halla sustento gracias a este crédito cuyos intereses y pago de su servicio se suma al relicario de desajustes fiscales desencadenados por la disminución ostensible de las regalías, el desequilibrio de la frontera y la imposibilidad de empujar la economía con el creciente turismo asistencial de los últimos tiempos.
Mientras tanto, siguen llegando comisiones del gobierno, agencias de cooperación, empresarios filantrópicos y toda clase de turistas del hambre que anhelan un instante solidario con el boom que los medios nacionales han hecho con la crisis de La Guajira.
Sin embargo, esta modalidad de turismo “nuevo” ni siquiera se financia con los gastos de viaje, comisiones o viáticos de los funcionarios, porque saben ellos de la calidez y la hospitalidad de la provincia. Tampoco se conoce ninguna entidad en la que la voluntad de sus delegados sea descontar esos gastos y aportarlos a las ya precarias finanzas territoriales como muestra de un asistencialismo efectivo. Su uso se esfuma en el regateo que emplean para la compra de souvenir artesanales, que dé cuenta de su paso por La Guajira.
De la cola y por el fuselaje de estos vuelos se desprenden tantas preguntas, ocultas también en la agenda de los capitalinos como saber: ¿detrás de que empresas de alimentos está el interés de la directora de ICBF? ¿En el bolsillo de quien van a parar los contratos de la multiplicación de los peajes en las carreteras de La Guajira? ¿En dónde queda la plata de las compras que hacen las multinacionales para su operación? ¿A quién le interesa el control de las rutas de narcotráfico y con qué fin? ¿A quién le interesa que la represa del Ranchería demande sin funcionar más de 20 mil millones de pesos anuales en mantenimiento?
Entre tanto, el departamento soporta y paga con sus entrañas toda la inventiva que da el frío a los cerebros andinos para que se sigan fraguando grandes negocios con el hambre, mientras aquí la sociedad sigue como José Arcadio Buendía en Cien Años de Soledad elaborando pescaditos de oro con cada niño que se muere.
