Jaime barrios es un hombre tímido que se expresa a través de la imagen. Es un director que asumió la aventura de realizar Paisaje Indeleble, la primera película tolimense que se proyectó en una sala de cine, en diciembre pasado; una producción lenta, silenciosa y poética que se vale de la nostalgia de un hombre para narrar la degradación de la naturaleza y la riqueza del paisaje y la cultura del departamento del Tolima.
¿Quién es Jaime Barrios?
Soy director de fotografía y realizador tolimense. Estoy convencido (sumado a lo que dijo Elena Poniatowska sobre la escritura) que dedicarme al audiovisual, al cine, es mi forma de estar en la vida.
¿Cuál es el origen de su gusto por el cine?
Desde que tengo memoria he pasado muchos de los mejores momentos de vigilia en una sala de cine o frente a una pantalla de imágenes en movimiento. En algún punto me di cuenta que es arte y como tal conmueve, crea conocimiento y nos enfrenta a los interrogantes fundamentales.
¿Cuáles son sus principales referentes cinematográficos?
Son muchas obras, no sé si algún movimiento cinematográfico, el neorrealismo es el principal referente de la escuela de cine donde me formé, sin duda eso pesa. Me gusta mucho el cine norteamericano de los 70s y también el cine producido en esa misma época en el bloque de países socialistas.
¿Por qué hacer cine desde la provincia?
Porque el cine ayuda a encontrar y a construir identidad; crea memoria, imaginarios y señala horizontes. Porque a veces también denuncia y hace parte de lo que se conoce como cultura. Porque el cine colombiano debe reflejar todas las regiones del país.
¿Cómo nació la idea de realizar Paisaje Indeleble?
La imagen de una enorme explotación de piedra caliza al lado de un pequeño pueblo atrasado, me pareció contundente para establecer un relato de conflicto interior. Se trata del corregimiento de Payandé, Municipio de San Luis, Tolima.
¿Por qué debe ser considerada la primera película tolimense?
En 1928 se filmó en la ciudad del Líbano la película "Los amores de Quelif" dirigida por el antioqueño Carlos Arturo Sanin. Lamentablemente no existe ni un solo fotograma de esta película silente.
En el Tolima se han filmado muchos largometrajes, pero ninguna ha contado con un equipo local y director tolimense. Por eso lo consideramos un proyecto inédito en nuestro departamento.
¿Cuál fue el proceso de creación de la imagen, el sonido y la historia?
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Pensé en una historia de regreso, al personaje lo abruma el desarraigo, deambula en una especie de limbo emocional “en busca de ese tiempo perdido”. Es un regreso frustrante y dramático.
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La imagen nace de la observación del paisaje cambiante de la zona en la que fue filmada la película. Pensamos en colores que fueran coherentes con la nostalgia que siente el personaje, en ocres y en la imagen un poco sepia que encontramos en el etalonaje digital.
Busqué poca profundidad de campo en los planos en los que el personaje se perdía al fondo, como si fuera una especie de fantasma. Movimientos de cámara muy fluidos en el interior de la casa y más orgánicos de la cámara en mano en los momentos de recorrido y confusión del personaje principal.
La luz es naturalista, dura en exteriores y sutil en interiores. Estoy convencido que acompaña muy bien a los diferentes estados de ánimo del actor.
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El sonido está lleno de detalles, hay pocos diálogos pero creo que se sugieren emociones con los sonidos. El ruido de la fábrica, el chorro de agua, el reloj en la casa y los perros en la llamada, son ejemplos de elementos que no vemos pero sentimos claramente con el sonido. El maestro Zambrano compuso una música muy bella, lamento mucho no haberla podido usar, sencillamente no funcionaba en el montaje final.
Entonces decidimos con Carlos García, el diseñador de sonido, a usar la música que compuso manipulando los sonidos de las chicharras y otros insectos, creo que los momentos más bellos se consiguieron con esa melodía organizada a partir de la grabación directa.
¿Cómo se lleva una película de cine arte a las salas de cine comercial?
Supongo que hay diferentes caminos. Es muy importante llegar a festivales que ayuden en la promoción del proyecto. En el caso de Paisaje Indeleble tomamos la decisión con la productora de hacer nosotros mismos la distribución y concentrar los mayores esfuerzos por un estreno en Ibagué.
Afortunadamente conseguimos el apoyo de la empresa Mercacentro y fue posible llegar a la sala comercial de Royal Films. Ahora pensamos en llegar a salas específicas más conocidas como el circuito alterno, cinematecas y salas pequeñas.
En realidad es muy complicado llegar a un espacio copado por proyectos apalancados por una poderosa inversión publicitaria. La única manera de conseguir espacios para el cine de este corte es la formación de público. Ojalá aumenten los esfuerzos en ese sentido.
¿Qué opiniones recogió de los críticos y el público?
Para mí fue muy emotivo conocer gente conmovida por la propuesta, creo que se completó una interacción muy importante. Lo mejor fue escuchar opiniones muy bellas en las que nunca pensé. Leí textos muy generosos sobre todo de escritores y amigos tolimenses.
También conozco opiniones negativas de espectadores que no están acostumbrados a un ritmo pausado en pantalla y que salieron frustrados por no lograr completar la historia o las diferentes emociones.
También soy consciente de que no gustó en muchos comités de selección de festivales, puedo especular al respecto pero no es mi principal motivación. Me complace que ya exista como obra y que muchas personas la hayan tomado como propia.