Guerra y Paz

Guerra y Paz

Por: Fabian Murillo
agosto 30, 2013
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Últimamente he meditado mucho acerca de la guerra con ocasión de los acontecimientos diarios y aquellas pequeñas sensaciones nostálgicas que provienen del pasado, para ponerse de presente llegando incluso a marcar nuestro futuro; y como ahora se ha puesto de moda que hombres de gabinete y de taller artístico proclamen sus opiniones al respecto, esto sin consideración alguna de los muertos presentes y mucho menos de las vidas pendientes; logrando de esta forma una degradante situación que de forma irónica resulta beneficiosa para quien lo ejecuta, pues el simple hecho de figurar con un apunte discursivo logra incrementar el good will o su status ya que por sus “brillantes” conclusiones y definiciones básicas sobre el problema es considerado como un sujeto completamente interesante digno de reconocimiento por su preocupación social y sentido analítico del conflicto.

Sumado a esto la simple idea de una sociedad de paz, armonía y completo entendimiento, es un interés gravado en la mente de cada ser humano esta imagen constante, que se encuentra entronada en la concepción no solo de la sociedad, sino que hace su aparición como un anhelo por parte de cada uno de los sujetos sociales, el cual consideran este como un proyecto de sencilla realización, lo fatal de la puesta en marcha es la inconciencia y completa ignorancia empírica del propósito al cual nos estamos refiriendo.

En la mayoría de los estados se han presentado innumerables tratadistas, escritores, poetas, filósofos e inclusive doctos que por décadas han intentado no solo definir, sino incluso redefinir el concepto al cual nos estamos refiriendo, estos sin llegar a ninguna conclusión estable, hasta el punto que la simple búsqueda de un significado medianamente coherente, ha provocado interminables discusiones las cuales no solo finalizan en el plano teórico, sino que han provocado una sucesión de conflictos perpetuos de tal índole, que la historia completa de la humanidad se halla marcada por las confrontaciones bélicas.

Lo contradictorio del punto en cuestión se enmarca no solo en la falta de conciencia respecto del fin perseguido; sino la mediocre utilización del término que hasta la fecha permanece sin definición, lo anterior en el desenvolvimiento fidedigno de la humanidad salta a la vista cuando se observa que dadas las condiciones cosmopolita que se ponen de presente en cada contexto cultural desarrollado en el plano de mayor conveniencia al implementar cada tipo de sofismas para conseguir una justificación primaria que sirva como punto de partida para desplegar actividades bélicas en contra de todos aquellos que en un momento dado se lleguen a contraponer a nuestros planteamientos.

En el desenvolvimiento que se ha dado hasta la actualidad saltan a la vista diferentes formas para lograr desplegar los poderíos de las naciones, no solo entre semejantes sino en del transcurso de los conflictos internos; entre ellos saltan a la vista medios como la llamada combinación de todas las formas de lucha, la cual fue utilizada como base de defensa en la guerra de guerrillas; con el paso de los años y la diversidad de avances al interior del universo se han logrado desarrollar de la mano de la sociedad los medios de justificación, pasando no solo de la supuesta apología a la defensa de la soberanía por medio del discurso dialéctico; sino que se pone de relieve un presente donde todo aquello que medianamente logre coexistir al interior de la comunidad debe tener una fundamentación apartir de la ofensiva contra todo aquello que haya osado atravesarse, o que inclusive lo intente.

Entre los elementos a los que me estoy refiriendo podemos destacar la religión, la infancia, el hambre, la literatura, entre otros que permitan entramar un discurso de justificación; pero, el punto de mayor conflagración y decepción al interior de la colectividad es la utilizacion de los instrumentos creados por esta para la búsqueda de la justicia, sobre este punto nos estamos refiriendo a las formas jurídicas; que para ningún sujeto social es motivo de duda que por la errada utilización de las figuras legales se ha llegado a un total decaimiento no solo en la pulcritud de los fines perseguidos, sino en la credibilidad de cada una de las posibles soluciones sobre un tema en especifico, lo cual ha impulsado a la estampida inmesurable del ejercicio de la autotutela por parte de cada asociado; visto de esta forma podría llegar a pensarse que desde cualquier punto de vista la única salida adoptable seria por medio del ejercicio de la fuerza, lo cual se representaría en innumerables conflictos de carácter micro, los cuales vistos en conjunto representan no solo una guerra interna sino una beligerancia generalizada entre todos los integrantes de una sociedad.

Es por esto que bajo mi consideración sobre la opinión tan popular acerca de que el arte moderno se encuentra en un nivel elevadísimo no es mas que un error de los filisteos de la educación, y lo mismo ocurre con la opinión de que en nuestra época existe una “cultura” estimable y digna de respeto, el hombre “instruido” de hoy en día no reacciona a las enseñanzas de sociabilidad pacifica y en armonía, puesto que a pesar de tener conocimiento sobre ellas no las practica e incluso determina por su propia voluntad tomar plena indiferencia sobre ellas, llegando incluso a ignorarlas por una simple cuestión de conveniencia, pues según la justificación Darwiniana sobre “la ley del mas fuerte” hay que dedicarse a la labor del estratega tanto en los negocios así como en las otras preocupaciones cotidianas que en realidad son importantes, ya que si se hace un alto en el camino sobre la conciencia de cada sufrimiento ajeno nos estaríamos condenando a una autodestrucción pues, “este sentimiento de amor que no esta permitido para nadie lleva todas las trazas del sentimentalismo, por que sentimentalismo es deleitarse con sentimientos que en realidad no se toman lo bastante enserio como para sacrificarse por ellos a fin de ponerlos en practica”.

Si, reconocemos todo esto, lo sabemos y también sabemos que es muy triste. Se dice que la culpa es del desarrollo político y económico, del estado, del militarismo, o inclusive ya que esta tan de moda del paramilitarismo, etc., pues no cabe duda de que algo ha de tener la culpa. Ningún país, ningún humano, y absolutamente nadie “ha querido la guerra”, ni mucho menos “nacer en un país en guerra”, así como tampoco ha “querido” la jornada de ocho horas, ni tener que estudiar hasta el cansancio puesto que si no lo hace no va a ser nadie, ni la escasez de vivienda y tampoco la mortalidad infantil.

Antes de que volvamos a celebrar una ocasión de festejo, agasajo, homenaje o coinonia y despachemos con un sustituto embustero del sentimiento a lo eterno y único importante que hay en nosotros, es necesario que adquiramos conciencia de todas nuestras miserias, incluso aunque nos lleve a la desesperación. La culpa de nuestra desgracia, la culpa de nuestra insignificancia y pobreza de nuestra vida, la culpa de la guerra, la culpa del hambre, la culpa de todo lo malo y de todo lo triste no la tiene una idea ni un principio, la tenemos nosotros, nosotros mismos. Y solo puede rectificarse a través de nosotros, de nuestro discernimiento y de nuestra voluntad.

Es por lo anotado con anterioridad que se hace menester estructurar una reforma no solo en cuanto el uso de las diversas formas de manifestación jurídica, sino para llegar a modificar poco a poco la conciencia social, este tipo de alternativa se ha de lograr dando un completo respeto por cada una de las formas que rodean la sociedad, enseñando el carácter inquebrantable de la normatividad, cosa esta que inicia desde cada uno de los operadores jurídicos, para así desplegar la noción apuntada al resto de la comunidad integrante.

Pero, mientras se siga con la completa manipulación de los medios -no solo como base de justificación a una posible reacción bélica, sino también como un instrumento para la consecución de fines individuales que demuestran una total anarquía por el simple hecho que ratifican la existencia de la única justicia, cual es la propia- la sociedad en general se halla completamente destinada al fracaso pues es necesaria una puesta en conciencia por parte de todos los sujetos interactuantes de la colectividad para la consecución de cada uno de los fines perseguidos; esto tomando fundamento concreto el encontrado en la normatividad, dándole un carácter inviolable e indiscutible, (a pesar que el derecho a la protesta existe) pues en los múltiples criterios que deben estar de presente, el fundamental y primario es la primacía del principio de “las leyes no se negocian”, y apartir de eso que se debe entrar a dar una aplicabilidad interpretativa, y no como lo han desarrollado algunos gobernantes hasta el momento, dando prerrogativas que obedecen a los intereses individuales en juego, sacrificando así no solo los intereses generales, sino también la seguridad de una colectividad a cambio de una mención en la efemérides de la humanidad.

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