La semana pasada Carlos Mira, el director de la Mega en Medellín, recibió una ingrata sorpresa. Su jefe Alejandro Villalobos le notificó que ya no iba más. La razón: la burla a una joven con dificultades para caminar a la que le cantó la canción “rodillijunta pati apartada”.
Su asombro tenía fundamento porque en sus 22 años de existencia, La Mega, con su director a la cabeza, se ha hecho popular precisamente por ese tipo de bromas pesadas que se confunden con las ofensas. A ellos no les importa ser abiertamente elitistas, racistas, machistas, discriminadores, con tal de incrementar el rating. Por eso Villalobos endulza a su audiencia con cosas como: “Calle la jeta mamita y no me siga defendiendo más a ese hijuemadre, ¿por qué es tan estúpida? Usted lo que es es una tooonta, ¿entendió? Tooonta”, en El Mañanero, el programa que conduce, el más escuchado por los jóvenes del país.
Este estilo ha sido un sello de Villalobos desde que empezó en la radio a finales de los años 80. En su adolescencia lo único que le interesaba era la música, por eso tal vez era tan mal estudiante. Su primer amor fue Serrat : el L.P que tenía su hermana de Mediterraneo lo gastó de tanto escucharlo.
A principios de los 80 intentaba hacer los mismos pasos de Travolta mientras disfrutaba Stayin Alive de los Bee Gees, y como nunca aprendió a bailar en todas las discos a las que se colaba porque era menor de edad, se le ocurrió que la única forma de estar cerquita de la música era creando una miniteca con su hermano. La bautizaron The Best y para promocionarla se le ocurrió pagar para que lo dejaran hablar de ella en 88.9 que en ese entonces dirigía Fernando Pava. Resultó tan divertida y tan fresca la conversación del muchacho, que el propio Pava lo contrataría un mes después para que tuviera un programa en la emisora. El vaticinio que le echó Manolo Bellón cuando tenía 19 años resultó cierto: Alejandro servía para la radio.
A los 21 ya alternaba su trabajo en la emisora con los estudios en Mercadeo y Publicidad. En 1988 casi lo echan de la 88.9 por atreverse a poner rock en español. Al poco tiempo Hombres G y los Toreros Muertos se imponían a los Guns and Roses, Rush y Motorhead. Los adolescentes lo volvieron una especie de ídolo y los rockeros serios lo acusaron de banalizar la radio.
Con Don Fulgencio, personaje que , según Juan Carlos Garay, se lo robó a su compañero Jorge Marín, Carlota, el alcalde Rock-and-Roll y sus programas El zoológico de la mañana, El mañanero y la versión televisiva de Pido la parola, Alejandro Villalobos se posicionó como el gurú de la radio juvenil colombiana. Su fama en esa época era tan grande que Shakira, quien empezaba su carrera, le pidió que fuera su manager. Para fortuna de la barranquillera, Villalobos se negó. En 1996 llegó como director de la Mega y la única tristeza que le depararon los noventas fue la muerte de una de sus hermanas en el accidente del avión American Airlines de Cali en 1995.
La pasión que sentía por la música se fue apagando hasta el punto de reconocerle a Pilar Castaño, en una entrevista, que, aunque era disck Jockey, no sabía nada de rock, dándole la razón a los juicios de Juan Carlos Garay quien consideraba que su método de programación se limitaba a armar listas de 20 canciones para sonar automáticamente una y otra vez hasta hastiar al oyente.
El silgo XXI lo recibió con matoneo. El blanco eran sus oyentes y personajes de la vida pública a los que les hacían pegas y se burlaban de frente. Fue famosa la de Felipe Zuleta donde le ofrecieron tramitar unos papeles a cambio de un soborno que enfureció al periodista. El escándalo casi termina sacando a Villalobos de la Mega pero al final se salvó con unas disculpas.
Después de pasar esa prueba de fuego sin consecuencia alguna, La Mega empezó a burlarse impunemente de niñas de colegios bajos, gorditos, despechados y a desplegar una misoginia escandalosa.
Pero no solo Villalobos ha tenido que soportar que les pongan, por su lenguaje desparpajado, el remoquete de matoneadores profesionales a los locutores de la Mega. En el 2011, los rumores de que los djs de la emisora recibían plata de productores para promocionar las canciones de sus artistas, se confirmaron cuando grabaron a un locutor de la emisora en Barranquilla siendo sobornado.
Las burlas que hizo a comienzos de esta década con su amiga Alejandra Azcárate cuando compartieron los micrófonos del Mañanero dejaron huella: proclamaron, impunemente, que el reggetón era una revolución y despreciaban de todo lo que fuera manteco, que, según sus estándares, era todo aquello que estuviera del estrato 3 para abajo.
Sus comentarios desobligantes siendo jurado de American Idol, su estilo sobrador y el credo Uribista al que se ha aferrado, terminaron de granjearse el odio de buena parte de los colombianos que ya no soportan que le grite cada mañana, a una oyente masoquista “Bruta, tontaza, imbécil”, aunque el raiting de los que aún se entretienen con el dolor ajeno se mantiene intacto.