Debido a la andanada de Notas Ciudadanas que han llegado al portal denunciando la pésima gestión del actual alcalde, hemos intentado, buscando el equilibrio que nos caracteriza, darle la mayor visibilidad a las notas que apoyen a Peñalosa. En 34 días de mandato no ha habido un solo ciudadano que se haya animado a escribir una nota respaldándolo.
Lo que no preveía Enrique Peñalosa en su regreso a la Alcaldía era que, en sus 12 años de ausencia, las redes sociales se convirtieron en el arma con el que cualquiera puede denunciar. En Bogotá hay, por lo menos, cuatro millones de personas que se acostumbraron a exigir, a pedir, a luchar que el alcalde gobierne para el pueblo y no para unos pocos.
Por eso bastó un mes para que al alcalde se le hubiera caído la máscara. Lo del metro era mentiras, la salud va a intentar funcionar este año sin el 40 % del presupuesto que tenía en el 2015, los vendedores ambulantes van a tener que elegir entre el hambre o la delincuencia, destruirá una reserva forestal para urbanizar los cerros, ya anunció que les echará el Esmad a los habitantes del Bronx, y le quitará a los jardines infantiles y a los habitantes de la calle el 65 % de los recursos que le entregaba la anterior administración. A cambio de que limpien de indigentes los puentes, de que agarren a palo a las prostitutas, y de encerrar a esos despreciables marihuaneros que matan con su humo a los cada vez más escasos uribistas que se pasean un viernes en la noche por el Park Way, los peñalosistas van a dejar que su ídolo de barro aniquile Bogotá.
No entendieron que esto no se trata de ricos y pobres, de chavistas contra uribistas, sino de pasado y futuro y por eso, casi que con candor, votaron por un político que cree que Bogotá se va a recuperar sacando la policía a la calle, desviando recursos de obras sociales para crear una segunda secretaría de seguridad. Peñalosa pertenece a la Colombia del Conflicto y por eso se siente cómodo reprimiendo. Es un mandatario de choque y no de diálogo porque tiene la misión de derrumbar la Bogotá que humanizó Petro.
Lo del metro era mentira,
la salud intentará funcionar sin el 40 % del presupuesto del 2015,
los vendedores ambulantes van a tener que elegir entre el hambre o la delincuencia
En sus manos la capital corre el serio peligro de volver a ser la apestosa cloaca que era a principios de los años ochenta. Pareciera que el alcalde tuviese algún tipo de alergia al ver tanto verde y es por eso que quiere apoderarse de los potreros que están al frente de La Gran Estación y es por eso que considera terrenos baldíos la reserva Thomas Van Der Hammen y quiere construir para arriba para que los ricos estén lo más lejos posible de ese piojero en el que se va a convertir Bogotá.
Lo único positivo de esta segunda parte de Peñalosa es que ha sido tan mala que va a volver presidenciable a Petro. La gente no es tonta y se ha mostrado arrepentida. Sobre todos los pobres que le creyeron a Vicky, a Claudia, a Néstor, a Maria Isabel Rueda. Ellos, que por su ignorancia siempre votan en su contra, no tuvieron más remedio que recibir el mensaje hipnótico que les habló de que Bogotá, con ese cuento igualitario que se inventaron, iba a convertirse en una república soviética.
La gran diferencia es que, mientras Petro gobernaba con la arrogancia del que hacía lo que creía conveniente para la ciudad, Peñalosa se atiene a recibir las órdenes de los empresarios que desde hace 12 años querían recuperar a Bogotá.
Con las barrabasadas que comete cada día, talando los árboles para ampliar los andenes, quitando a garrote limpio hasta a los vendedores de jugo de naranja de la 72, negándose a declarar la emergencia ambiental en el centro de Bogotá infestado de humo, y guardando un silencio reverencial ante los medios ya que, como afirman sus asesores, cada vez que habla la embarra, Peñalosa le está despejando el camino a Gustavo Petro, que, comparado con él, es un genio de la política.
Publicada originalmente el 4 de febrero de 2016