Crónica del asesinato de un colombiano en Argentina

Crónica del asesinato de un colombiano en Argentina

Edwin Fernando Ortiz Ochoa perdió su vida el 12 de noviembre de 2015 en Buenos Aires, luego de recibir un balazo en el pecho

Por: Fabio Andrés Olarte Artunduaga
enero 29, 2016
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Crónica del asesinato de un colombiano en Argentina

A lo que en Colombia denominamos 'fleteros', en Argentina se les conoce como' motochorros'. Y a quienes los argentinos llaman 'custodios' nosotros los llamamos 'escoltas'. Palermo es un barrio de clase media alta ubicado en Buenos Aires; hagan de cuenta Quinta Paredes en Bogotá. Por eso si la noticia de la que les voy a hablar a continuación hubiera ocurrido en Bogotá, seguramente, el titular de la misma hubiera sido publicado por los venales medios de comunicación colombianos de la siguiente forma: “Matan a fletero en el barrio de Quinta Paredes”. Así: con sequedad, frialdad y sin mucha palabrería barata.

Pero es que el crimen que hizo que yo me sentara a escribir estas líneas no ocurrió en Bogotá sino en Buenos Aires, lo que significa que el titular no puede ser el mismo, por dos factores primordialmente: 1) Por la jerga que utilizamos unos y otros, y que yo muy amablemente les aclaré con brevedad al inicio de este texto. 2) Porque parece que es ley periodística internacional que cuando mate, robe, secuestre, extorsione o viole algún colombiano en el exterior, se le debe dar más importancia a la nacionalidad del autor de los hechos que al propio acto criminal.

“El motochorro asesinado en Palermo era un colombiano con antecedentes pesados” fue como tituló la noticia uno de los medios de comunicación más grandes de Argentina, Clarín. Por su parte, la Agencia de Noticias Télam tituló el informe así: “El hombre baleado en Palermo era colombiano y tenía antecedentes”. Y si no me creen busquen esas palabras en la página web favorita de los colombianos: Google. Esa misma que hace que nuestras bibliotecas ahora, más que nunca, permanezcan vacías.

La tarde del 12 de noviembre pasado, cuando el reloj marcaba las 14 horas de un día primaveral en la capital argentina, la vida de Edwin Fernando Ortiz Ochoa terminó como consecuencia de recibir un balazo en el pecho. Él, obviamente, era uno de los tantos muchachos colombianos que, como yo, vivimos en la Argentina porque Colombia no nos brindó las oportunidades que todo país debe garantizar a los más jóvenes: educación, salud, empleo, vivienda, seguridad, etc. La diferencia entre Edwin Fernando y yo, probablemente, es que este servidor todavía cree que con la educación se puede “salir adelante”. Él evidentemente no lo hacía, por eso ese jueves se montó en una moto y salió a ganarse unos pesos en forma ilegal. El joven del que les hablo era un fletero.

Un suboficial retirado de la Policía Federal Argentina fue la persona que, tras el intento de robo que cometió el delincuente que acompañaba a Ortiz Ochoa en la motocicleta, accionó su pistola marca Glock 9 milímetros, terminando así con la existencia del muchacho colombiano de apenas 29 años de edad.

El 13 de noviembre, por supuesto, la noticia llegó a los medios y miles de colombianos que viven acá sintieron, una vez más, vergüenza por ser compatriotas de tantos criminales como Edwin Fernando Ortiz Ochoa. Nótese que no me incluyo en ese grupo de personas solemnemente avergonzadas porque, siendo sincero, se me ponen más coloradas las mejillas cuando tengo que decir que nací en el mismo país que nacieron sujetos peligrosos como Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Andrés Pastrana y Cesar Gaviria, que cuando reconozco que acá en Buenos Aires y alrededor del mundo hay centenares de paisanos asesinos y ladrones haciendo de las suyas.

¡A mí que me va a hacer sonrojar el accionar de un muchacho al que ya mataron! ¡Él ya no va a hacer más daño, mientras que los honorables señores que nombré hace instantes lo van a seguir haciendo durante décadas! Además, no sé cuántas cámaras cubrieron el funeral de Ortiz Ochoa, pero creo que no fueron muchas. En cambio, señores lectores, pónganse ustedes a pensar cuántos canales de televisión van a seguir en vivo el entierro de Ernesto Samper. Decenas, supongo. Que Caracol y RCN lo van a hacer, al menos, podemos jurarlo.

Como Colombia es un país tan morboso y que entiende lo que quiere entender, en este caso debo aclarar que mis letras no son una apología al delito. ¡Ni más faltaba! Yo de lo que hablo es de puro sentido común, de la realidad que algunos no quieren ver ni nombrar pero que saben que existe. Porque mientras en Colombia sigan mandando los mismos de siempre, van a seguir surgiendo miles de muchachos como Ortiz Ochoa que, en definitiva, dedican su juventud al crimen y terminan con un balazo en el pecho o en la cabeza, antes de que la vejez los arrope entre sus brazos.

@andresolarte

 

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