Se acerca el fin de mes y con éste las esperanzas de muchos docentes que no hacen parte de la nómina magisterial también perecen. De nada habrán servido los propósitos de año nuevo, las nuevas energías y los “rituales” para atraer la suerte, el dinero y la prosperidad, pues ya se están cerrando las convocatorias en los planteles educativos privados y si usted, señor docente, no ha conseguido empleo, va a tener que buscar otro quehacer o conservar su anterior puesto así este no le brinde buenas garantías.
Es difícil comprender cómo en una República que se proyecta como la más educada para el 2025 no se respeta ni se valora la labor del docente a pesar de los constantes reclamos y súplicas de estos ante el Gobierno. Y no solo ante la actual legislatura, sino de la anterior y de la anterior a esta y así sucesivamente. Pero más difícil de creer aún es la sumisión, el silencio, el atolondramiento de los mismos docentes que calladamente permiten que se les pisotee y se les explote de la manera en que lo hacen. ¡Ojo¡ no me estoy refiriendo a los maestros que están nombrados en el Magisterio como lo mencioné al inicio de estas líneas, sino a los que cada año sufren la penosa angustia de saber, o no, si seguirán laborando en la misma institución en el año siguiente, o peor aún si podrán encontrar trabajo. Me refiero a los maestros que tuvieron que estar en una universidad cinco años, como mínimo, haciendo su pregrado como cualquier otro profesional, y que luego van a regalar su conocimiento y su esfuerzo. Me refiero a los que trabajan doble jornada y ganan el mínimo, a los no que reciben sus prestaciones laborales como la ley lo indica. Me refiero a los docentes del sector “privado”.
Si la planta docente magisterial presenta problemáticas graves en cuanto a sus condiciones laborales, imagínense ustedes cuáles son aquellas que no pueden salir de la boca de los maestros “privados” (de derechos), porque no tienen un interlocutor que los escuche, ni un sindicato que los respalde. La situación me parece caótica, pues de un lado se viene luchando por la dignificación de la carrera docente, pero por el otro se le ultraja. Me parece preocupante que las instituciones privadas que por lo regular son las que más se jactan de calidad educativa, son las que menos calidad laboral brindad a sus empleados. Me preocupa el silencio, la tensa calma. Me preocupan esos datos que nos imponen la impronta de ser los más felices del mundo, bajo este delicado manto de inconformismo.
No sé, habrá que esperar un pronto “despertar”, o que los profesores decidan no laborar por debajo de sus méritos y dedicarse a otra cosa (mientras tanto) o que la ministra Parody dentro de sus propósitos se haya propuesto crear un ente de control y vigilancia que ponga en cintura a las instituciones de carácter privado. ¿O por qué no? que invite al doctor Garzón a un cafecito para hablar sobre este tema.