En efecto, el columnista hace una clara diferenciación entre la democracia de las mayorías y la democracia asociativa, dándole preferencia a la versión segunda, puesto que ésta constituye todo un criterio y una visión filosófica del consenso entre los sectores sociales. Es, además, una herramienta fundamental para construir una verdadera democracia ampliada y le da espacio al pluralismo político, económico, social y cultural, para que la hegemonía de las multinacionales y del gran capital le abran camino a las mayorías nacionales que, curiosamente, son las minorías políticas, económicas, sociales y culturales.
Esta reflexión tiene pleno vigor cuando se le asocia con la construcción de la Paz que se está acordando en La Habana entre el Gobierno y las Farc.
Nada nos ganamos con acabar el conflicto armado si no se construyen las bases de una nueva democracia, paro lo cual es absolutamente necesario ir a la raíz de la corrupción, el paramilitarismo, la injusticia, la parapolítica, "las puertas giratorias", "tú me eliges yo te elijo", raíz de fondo que no es otra que el sistema electoral vigente.
Por eso estamos a la expectativa de los desarrollos constitucionales y legales para la implementación de los acuerdos sobre participación política de los movimientos sociales que se crearán una vez firmado el acuerdo final. Siendo todos los puntos de la agenda muy importantes, me parece que la pepa de la almendra está en la creación de los instrumentos institucionales y legales que posibiliten en la práctica la mayor participación política de las mayorías nacionales.
En este sentido se puede afirmar que, sin una profunda reforma electoral democrática, es imposible construir la paz del posacuerdo.