Hace unos días buscando noticias en la internet descubrí un artículo en un portal heráldico, de hace poco más de un mes, en el que la guerrilla de las Farc solicitaban al Gobierno colombiano la excarcelación de 81 guerrilleros presos en distintas cárceles del país como gesto humanitario, y que por su condición de salud no es adecuado que estén en las penitenciaría pues su estado podría empeorar. Luego de leer dicho artículo llegó a mi mente de manera nostálgica el recuerdo de doña Emperatriz de Guevara, la atribulada madre del Teniente Coronel Julián Ernesto Guevara Castro, quien por años y años luchó para que su hijo volviera a la libertad, esa que le arrebataron los guerrilleros el 1 de noviembre de 1998 en la toma a Mitú, capital del departamento de Vaupés.
El entonces capitán Guevara fungía como subcomandante de policía de Mitú cuando fueron atacados por cerca de 1.500 guerrilleros que asolaron la población y devastaron de manera atroz el comando de policía de esa ciudad. Desde ese día comenzó un infierno llamado secuestro, fue atado a las cadenas de la infamia junto con el entonces coronel Luis Mendieta, el teniente Vianey Rodríguez, el sargento Cesar Augusto Lasso, el subintendente John Pinchao y cientos de policías que fueron secuestrados.
En tantos años de secuestro fueron duras las enfermedades que sufrieron los secuestrados: leishmaniosis, paludismo, diarreas, fiebres, vómitos y numerosas heridas físicas, para no hablar de las del alma. El cabo Durán, enfermero de Guevara era quien lo ayudaba, cuando sus captores se lo permitían, a ducharlo, alimentarlo, afeitarlo e inclusive a sus necesidades fisiológicas. ¿Dónde estaban los gestos humanitarios de las Farc con este hombre que se moría en la selva tupida del Putumayo?
Es que la crueldad de este grupo insurgente ha sido desmedida; muy constantemente recuerdo cierta frase del general Mendieta en una carta enviada a su esposa: “He tenido de arrastrarme en el barro para hacer mis necesidades fisiológicas, con la cadena y el candado atados al cuello. No es el dolor físico el que me detiene, ni las cadenas en mi cuello lo que me atormenta, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno”. Esto dejo claro el aberrante trato al que eran sometido los secuestrados".
Está más que claro que la guerrilla nunca ha respetado el Derecho Internacional Humanitario, que es grupo irregular al margen de la ley, que contrario a el Estado colombiano que sí debe cumplir normas y parámetros establecidos en convenios internacionales que ha sido firmados y ratificados y que obliga a respetar la los derechos humanos de los combatientes enemigos. Esto jamás ha existido para guerrilleros como el Mono Jojoy, Iván Márquez, el Negro Acacio y demás.
Si deciden liberar a esos 81 guerrilleros de las cárceles, me dolerá; será una bofetada a la memoria de muchos secuestrados que murieron en cautiverio, que fueron torturados y física y psicológicamente por quienes hoy miran el atardecer en la bahía cubano con un trago en la mano.
Algunos me llaman resentido, me llaman enemigo de la paz, pero es que yo no logro entender como la guerrilla colombiana quieren hacerse ver como víctimas y no como victimarios, yo no olvido el llanto de doña Emperatriz ante los medios de comunicación para que las FARC dieran razón de su hijo, no olvido como de manera estoica tuvo que soportar, muchos años después, la llegada de los restos óseos de su hijo en una caja fúnebre para que su alma descansara en paz y aunque no fue como ella lo quiso: libre.