Hemos logrado matar uno de los mayores sueños de la humanidad, la idea de que la tecnología nos haría ricos y libres. Ya están lejanos los días en que el de la ecología era un discurso casi subversivo, en el que hablar de medio ambiente y sostenibilidad era una jerga de alunados contagiados de teorías conspirativas, que decían que el mundo, el grande y saludable mundo no iba a aguantar más.
Pues bien, se cumplió el sueño de aquellos idealistas de ver un mundo en el que todo fuera ecológico, aunque como suele suceder, tal vez convertido en pesadilla.
Ninguna empresa que se respete puede dejar de ostentar en su logo algún “eco” de su gestión en pro del medio ambiente, abunda el color verde por todas partes y mágicamente en las pantallas los productos se entretejen con plantas trepadoras, dando la idea de que “ya tomamos conciencia” y olvidando que los grandes responsables de tener este mundo como está, las potencias industrializadas, y también las no del todo industrializadas, donde las primeras se saltan las reglamentaciones que tienen en sus propios gobiernos, han respondido solo con eso, con publicidad, y tímidos desmontes graduales a largo plazo en sus emisiones contaminantes.
Baste anotar, para ver qué tan lejos están los discursos de la realidad cotidiana, que sólo una mirada a nuestro entorno puede delatar que en el fondo se está lejos de cambiar la ruta hacia la auto aniquilación, el llamado efecto isla, que consiste en civilizaciones que agotan hasta el máximo sus recursos y desaparecen, sin que nadie pueda ayudarlos, pues a no ser que Dios o los extraterrestres se presenten rápido, es lo que lamentablemente puede pasar.
Pongamos el ejemplo de los celulares, pero igual como haremos en otro momento puede aplicarlo a las bebidas embotelladas, a los computadores, a los automóviles, etc. En cuanto a los celulares, todo en ellos es contaminante, las ondas, dejémoslas volar, aunque hay mitos urbanos que las acusan de todo tipo de males para la salud, y hasta de la desaparición de las abejas. El periodo de vida de estos aparatos es máximo de dos años, tiempo en que son superados por la duplicación constante de tecnologías, su capacidad de almacenamiento y rapidez. Con lo que quedan millones de aparatos desactualizados.
El robo y la fácil pérdida de estos adminículos hace que el bloqueo en la mayoría de los casos los deje completamente inservibles, así estén nuevos.
Otro detalle, ¿se han dado cuenta que las pilas sólo sirven para una referencia de celular, así sea de la misma marca? Claro. La parte más contaminante de los celulares no se puede siquiera compartir, y no hay campañas serias dedicadas a la recolección de las mismas.
Por qué no se les ha ocurrido a las empresas crear un estándar como el que existe para las baterías tradicionales, dado que la carga es básicamente la misma. Porqué los celulares no pueden ser un objeto que como los viejos teléfonos caseros puedan durar largo tiempo, siendo tecnologías sujetas a modernización, como ampliación de memoria, cámaras, pantalla y otros dispositivos, ya que todo esto es posible. Y lo más importante. Ya que estamos llegando al momento en que haya varios celulares por persona (en mi casa mi esposa hizo una recolección y encontró cinco aparatos de esos más o menos inútiles), es que las empresas de celulares tengan la obligación de reciclar completamente los aparatos, no sé bajo cual figura.
Porque esto último, es una constante, se le está dejando a las personas de a pie, como se dice, la tarea de reciclar, de ser imaginativos, de “ayudar” al planeta, mientras las industrias sacan toneladas de esa basura costosa sin ningún tipo de responsabilidad.
No olvidemos la gran presión a la que son sometidos grandes sectores de la población seducidos por estos aparatos, de estatus y necesidad social, cuyo valor promedio es de 500 dólares, superior a un salario mínimo de muchos países. Ello sin agregar el costo de los servicios que a pesar de ser tan cuestionado no tiene cortapisas, eso también es tema de la ecología, porque genera angustia y contamina la vida.
