La Redprodepaz, sistema de coordinación y articulación de la sociedad civil con el gobierno, las empresas y la cooperación internacional, ante la insistencia del Gobierno de enajenar la participación accionaria de la nación en Isagén, pese a la oposición sostenida de diferentes sectores, hace un llamado a la reflexión sobre el sentido y las consecuencias de esta decisión en la actual coyuntura del país.
Sea lo primero afirmar que la Redprodepaz se siente muy honrada de contar entre sus entidades de apoyo y desde sus comienzos, hace 13 años, a empresas como ISA, Ecopetrol e Isagen. Para nada es fortuito que estas empresas, todas de naturaleza mixta, sean quienes hayan asumido con ejemplar responsabilidad el compromiso de hacer parte de la apuesta de los Programas Regionales de Desarrollo y Paz. Y han demostrado con creces que es absolutamente compatible la construcción de paz territorial con la agregación de valor económico.
Y allí estriba justamente la preocupación que suscita la venta de Isagen. Como bien se ha dicho los acuerdos de La Habana significan una paz negativa: es decir, son para silenciar los fusiles, para terminar el conflicto armado. La construcción de paz positiva, que los Programas de Desarrollo y Paz iniciamos hace 20 años con la experiencia del Magdalena Medio (en cuya base están Ecopetrol, la USO, el Cinep y la Diócesis de Barrancabermeja), se construirá con una fase de implementación de acuerdos, el proceso de diálogo con el ELN y por todo aquello que debería significar el posconflicto, para lo cual necesita la participación y el compromiso de los empresarios.
El argumento de que con los recursos de Isagen se va a financiar la infraestructura que requiere el país para su competitividad, al tiempo que el nuevo dueño sigue prestando el servicio de generación de energía, se sustenta en una visión exclusivamente económica. Deja de lado un factor fundamental y determinante en la hora presente: el liderazgo empresarial para la paz.
No es porque Isagen haga parte de la Redprodepaz. No. Hace parte de la Red porque tiene un sentido profundo de la Responsabilidad Social Empresarial. Una responsabilidad sustentada en el marco ético de los Derechos Humanos que se traduce en todas sus actuaciones, incluyendo por supuesto no sólo el pago de impuestos y la entrega de cuantiosos dividendos a sus accionistas, sino una correcta compensación de los impactos ambientales y una gestión empresarial sin precedentes, en territorios tan complejos y tan significativos para la paz de Colombia como el Cañón de Las Hermosas donde construyeron la Central de Amoyá.
Por supuesto, los nuevos operadores seguirían prestando el servicio, pero ¿qué garantías tenemos de que los nuevos dueños mantengan ese norte ético hacia la paz? A Colombia le harán falta empresarios con un alto sentido de lo público y el valor del territorio para la construcción de una paz sostenible.
Coordinación Nacional de la Redprodepaz