¿Qué hacemos los colombianos con tener una fachada del Congreso y Cámara pulcra si la honestidad, responsabilidad y ética de los que la habitan, pululan entre la corrupción, el clientelismo y la doble moral?
Eso de gastarse un billetal, que por cierto todavía no han dicho cuánto costó, para lavar con agua y jabón, desinfectar de roedores a nuestro patriótico Capitolio Nacional no tiene nada de raro cuando todos sabemos que los que legislan allí, viven en otro planeta: el del confort.
¿Cómo, si desde hace un año largo las altas temperaturas por el fenómeno del Niño han producido una de las sequías más históricas para el país, los encargados de la parte administrativa del Capitolio no se dieran cuenta que lavar la fachada iba en contravía contra todos los llamados gubernamentales para ahorrar un poco de agua? Un contrato que realizan cada dos años como asegura el secretario general: “Es una coincidencia lamentable, es un trabajo que se hace cada dos años conjuntamente Senado y Cámara para limpiar las fachadas del Capitolio Nacional que se deteriora mucho por la contaminación ambiental y por efectos de la gran cantidad de palomas”. Creo que las coincidencias en este asunto no existen porque los integrantes de ese Capitolio demuestran una vez más estar fuera de tono con la sociedad colombiana. No me puedo imaginar un senador bañándose en 3 minutos con 20 litros de agua, o para ayudar al medio ambiente usar menos aire acondicionado, o caminando en vez de usar el carro, es como imaginar al senador Uribe yendo hacia el Capitolio a pie con la tropilla de escolta, ¿cuánto Co2 ahorraríamos?
Si el ahorro estuviera en el Capitolio muchos representantes y senadores no recibirían el aumento de salario e inclusive que los “padres de la patria” tenga remuneración tan exageradas y tan exclusivas que además del salario tienen derechos o beneficios, que un trabajador del común jamás podrá gozar; no es que sea un acto de resentimiento, sino de indignación. Un congresista, obtiene un salario mensual de $26 millones con el aumento decretado por el gobierno en el mes de septiembre. Tanto Senadores como representantes a la Cámara tienen derecho, además, a una prima de navidad correspondiente a un salario. De igual manera cuentan con cuatro tiquetes de avión ida y regreso a destinos nacionales, plan de celular de 800 minutos y no olvidemos que los señores tienen conductor y vehículo blindado, además de los beneficios de los que gozan sus familias.
102 senadores y 167 representantes a la Cámara que no trabajan más que el colombiano raso que se quiebra la espalda y es el que paga el plato roto de sus políticas fallidas y para colmo, le toca cumplir con el ahorro que impone el gobierno.
No me puedo imaginar a las mujeres encopetadas no solo del Capitolio, sino la que tienen cada legislador en su casa ahorrando el agua y bañándose a los baldecitos cuando saben que solo es llamar y enseguida un carro cisterna llegará a su casa con el agua que le falta tantos otros colombianos. Y ni qué decir con el ahorro que se viene con la energía, el gas y del mercado ni hablo porque ni ellos ni sus señoras lo hacen, la que merca es otro colombiano raso que llaman ama de llaves. Y así muchos ejemplos que demuestran que en el Capitolio no solo con el llamado del ahorro del agua fallan sino también con el de mostrar una mejor cara que no es propiamente la fachada, sino la de cada congresista y representante, con una honesta, cumplidora e incorrupta, como queremos todos los colombianos y dejar de culpar a las pobres palomas que no producen más cagadas que las que ellos hacen.
