Colombia muy seguramente tendrá las cifras más bajas en homicidios en las diferentes ciudades capitales. Tal vez las reducciones más importantes se presentarán en Medellín y algunas ciudades intermedias, por su parte Bogotá y Cali seguirán a la baja o al menos con una estabilidad que marca la tendencia para los últimos tres años.
Muy seguramente la Policía y el Ministerio de Defensa anunciarán a principios del 2016 que Colombia vivió el año con menos violencia homicida en los últimos 30 años. También se dirá que Colombia redujo varios indicadores de violencia gracias a diferentes políticas de seguridad en zonas urbanas, y obviamente los alcaldes salientes comenzarán a dar conferencias por todo el mundo comentando el cómo de la reducción de la violencia.
Evidentemente bajo la filosofía de Pambelé “siempre será mejor rico que pobre”, pues siempre será mejor tener menos muertos que más muertos. Por lo tanto esta reducción del homicidio debe celebrarse. Sin embargo, para los nuevos asesores, secretarios de seguridad y altos concejeros, les quiero manifestar dos o tres hipótesis que han surgido en los últimos años y que cuestionan o al menos piden mirar con precaución las reducciones de la violencia homicida.
La reducción del homicidio el Medellín,
es producto de un pacto entre los diferentes combos
y sectores de los Urabeños y la Oficina de envigado
La primera hipótesis es que la violencia homicida no es proporcional a la presencia de organizaciones criminales o mejor aun, la violencia homicida no sirve para medir la presencia de organizaciones criminales. Por ejemplo, la reducción del homicidio el Medellín en los últimos dos años, es producto de un pacto entre los diferentes combos y sectores de los Urabeños y la Oficina de envigado, a este pacto se le denominó “le pacto de los fisiles”, básicamente consiste en que las organizaciones criminales utilizaran el homicidio como último mecanismo para solucionar sus disputas, antes intentaran arreglarlo con otra estrategias. De ahí, una ciada impresionante del homicida en la denominada capital de la montaña.
En Cali ocurre algo parecido, la reducción del homicidio es producto de una victoria de los Urabeños sobre los Rastrojos y la denomina banda criminal de la Empresa. Es decir, como uno de los bandos gana, pues no hay a quien disputarle el poder. Así las cosas una reducción subida del homicidio no necesariamente significa una mejoría en la seguridad, sino la victoria de un bandido.
La segunda hipótesis es que hoy el crimen funciona bajo la modalidad de la subcontratación criminal, como lo ha dicho la Fundación Paz y Reconciliación y como se describe en el libro de Mercados de Criminalidad en Bogotá, las grandes organizaciones criminales, como carteles o bandas Criminales, como los Rastrojos o Urabeños ya no emprenden grandes operaciones para conquistar una ciudad, más bien prefieren contratar pandillas, grupos juveniles violentos y pequeñas estructuras criminales para que operacionalicen mercados u operen acciones criminales en zonas urbanas. Por ejemplo, en Buenaventura la disputa entre Urabeños y La Empresa se hizo en realidad entre pandillas, como los Buenaventureños, los Chocoanitos, los Pulga etc. Estos significa que cada vez más la deferencia entre crimen organizado y delincuencia común es menos clara o en más borrosa.
Esta misma subcontratación criminal lleva a que las autoridades piensen que todo se trata de un problema de jóvenes desadaptados o hilos sueltos en el crimen, pero la realidad es más compleja, tampoco se trata que existan bacrim por todos lados. En realidad es que ya las estructuras criminales están desapareciendo y dando paso a redes criminales.
Una tercera hipótesis es que hoy día las organizaciones criminales no buscan el control territorial, como hace unos años se enseñaba en la academia a la hora de estudiar la ilegalidad, ahora lo importante es el control de los mercados, así que el control territorial es cada vez menos importante. Además a medida que baja la violencia homicida, suben las estrategias de corrupción.