Días después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el joven escritor y estudiante de derecho, Gabriel García Márquez llegó a Cartagena. La descripción de esa ciudad que presenta en sus memorias es limpia en detalles. Sus recuerdos permiten comprender las condiciones físicas de la urbe a mediados del siglo XX, tanto en términos de desarrollo urbano, como de convivencia y tensión entre sus habitantes. Al describir la Torre del Reloj, García Márquez narra en Vivir para contarla: “Durante cien años hubo allí un puente levadizo que comunicaba la ciudad antigua con el arrabal de Getsemaní y con las densas barriadas de pobres de los manglares, pero lo alzaban desde las nueve de la noche hasta el amanecer. La población quedaba aislada no sólo del resto del mundo sino también de la historia. Se decía que los colonos españoles habían construido aquel puente por el terror de que la pobrería de los suburbios se les colara a media noche para degollarlos dormidos.”
Las disputas entre los grupos sociales existentes, tomaron como referencia de exclusión la cercanía a la Ciudad Amurallada, espacio que fue y sigue siendo el punto de enfoque del bienestar de la urbe. Si el Centro está lindo, lleno de visitantes, de jóvenes con cachetes rojos como mango de chancleta, esos reflejos cubrirán toda la urbe. El Centro es el espacio que simboliza la esencia ínclita, colonial, raymundoangulezca, española y, por supuesto, turística.
Aquellos suburbios de los que hablaba Gabito que crecían entre los manglares (hoy también crecen centros de convenciones), eran separados de la ciudad colonial, por las aguas de la ciénaga del Cabrero, el caño de Juan Angola y El Espinal, sobre las cuales se construyeron puentecitos, en aquel entonces de madera, para que la gente accediera a la ciudad amurallante.
El desaparecido barrio de Chambacú es el mejor de los ejemplos. Calificado en los 60 como el gran obstáculo para el desarrollo. Sus habitantes fueron desalojados (reubicados, anunciaba la prensa, en barrios como Nuevo Paraguay, República de Chile, El Porvenir, entre otros), así se logró distanciar a los chambaculeros para llegar al Centro. El desarrollo lo seguimos esperando, pero fue el momento justo en que flor-hese la organización Familias Criminales de Cartagena (CARCRIFAM, por sus siglas en inglés) interesadas en ese terreno, y lo adquirieron, la historia de corrupción es la vergüenza ya contada.
En ese barrio crecieron figuras como Pambelé, cantadoras de Rocha y Palenque, y es el mismo lugar donde hoy la gente se baja del articulado de Transcaribe, en esa estación que tiene el mismo nombre del suburbio desaparecido. Desde allí, los peatones hacen la misma caminadita que hacían los chambaculeros para ingresar al Centro por un puente de tablas desgastadas.
La zona ha cambiado, hasta un parque con nuevo espíritu de manglar fue inaugurado, pero la caminadita de la exclusión sigue siendo la misma.
Nunca antes los cartageneros habían invocado tanto el espacio de Chambacú como se ha hecho en estos días de fase demagógica (me dicen que es pedagógica) del servicio de transporte masivo, impulsada por “El Babita Vélez” (antes el Barbita, la gente cambia)
Las voces exclaman al llegar al Centro: “Vengo, nojoda, caminado desde Chambacú”; “Nos bajaron de la buseta en Chambacú y nos tocó caminar hasta aquí…”, “Jopo de calor, vengo suda’o (transpirando) desde Chambacú, qué calor…”, “Con ese sistema y esa bajada en Chambacú, lo que quieren es que uno no llegue al Centro, vacila tú…” “Llegue tarde, porque tuvimos que pegar la caminata desde Chambacú”, y se nombra ese espacio que acuña exclusión y corrupción, y que es memoria cultural de la ciudad.
Cada voz que menciona la palabra Chambabú, parece evocar los versos del tema escrito por el maestro José María Peñaloza: “Chambacú, Chambacú la historia la escribes tú…” “Negrita pa’ ’onde vas tú…” “A lo lejos se ve la muralla…” “Chambacú Chambaculero… de aquí no me sacas tú… ni comi’o de golero”.
CODA: Historias de raza, pobreza, cultura y exclusión en la ciudad de Cartagena serán entregadas hoy (9 diciembre) en el libro Los desterrados del paraíso. Iniciativa editorial del maestro Alberto Abello Vives. 5:30 p.m. Centro de Formación de la Cooperación Española.