Boyacá está paralizada. A esta hora se espera que el Gobierno Nacional –más le vale- y los campesinos se hayan sentado a dialogar para mejorar la situación de orden público que vive el país. Los departamentos más azotados por el paro nacional agrario son Boyacá, Cundinamarca y Nariño. Por otra parte, el gremio de los cafeteros ha mostrado propósitos de unirse también a las manifestaciones.
Las cortinas de humo soslayan todo intento de mostrar algo de realidad. Los medios de comunicación –en su mayoría- ya no saben qué noticias mostrar: se repiten aquellas que pasaron hace más de dos semanas, resaltan chismes de farándula, se incrementan las de orden deportivo e internacional, y qué decir de los artículos de cultura y temas de salud que nunca se les había ocurrido publicar. Pero eso sí, ninguna noticia clara y convincente sobre la grave situación de orden y los abusos de autoridad por parte de la fuerza pública y ESMAD*, como consecuencia de los TLC y las “políticas agrarias” de éste y el anterior Gobierno. Y todas, por supuesto, le restan importancia y desvirtúan la situación de lo que sucede en el campo. De no ser por la forma como las redes sociales se están estremeciendo, nada peor que imaginar, cuánta información se habría omitido. Aunque según el presidente de la República, Juan Manuel Santos, el paro agrario “no ha sido de la magnitud que se esperaba”. Acaso ¿Quería algo peor señor presidente? Es irresponsable tentar a la ciudadanía con gestos como estos, y que, desmedidamente son como un portazo en la cara de todos y cada uno de los campesinos.
http://youtu.be/qQck0tl_mJk .
Nota: estos son algunos de los videos que circulan por las redes sociales. Se recomienda discreción por el vocabulario y las imágenes empleadas.
Esta es una manifestación social preocupante. En el departamento de Boyacá ya se encendieron las alarmas. Hay toques de queda donde la situación es grave. Los alimentos escasean y suben desmedidamente de precio en los mercados y plazas municipales; peor aún cuando casi todo –de lo que se alcanzó a transportar- se llevó para Bogotá y nada se ha quedado en las pequeñas poblaciones. Las tiendas donde se distribuyen los alimentos están cerradas. Las entidades financieras se encuentran en la misma situación. La gasolina es insuficiente. Los distintos colegios han cancelado clases. Y para completar, las vías principales del departamento están sin paso. En la mayoría de los municipios, los bloqueos realizados intermitentemente por los campesinos llegan hasta en las vías alternas y los caminos más pequeños, impidiendo el paso de vehículos y personas. Nada más, como uno de los casos registrados y dramáticos, el día viernes falleció un paciente que estaba siendo trasladado de Miraflores a alguno de los hospitales de Tunja, y la ambulancia no pudo llegar a su destino, dado que fue detenida en el Municipio de Ramiriquí. Algunos hospitales han tenido escases de donantes de sangre y la Cruz Roja por su parte ha declarado la alerta roja en todo el departamento. Este panorama es de grandes magnitudes, donde sólo se está obligado a un paro, pero sin derecho a enfermarse.
Y no es para menos. En Tunja su capital, el caos es impresionante. Las pérdidas y daños al patrimonio público se elevan constantemente. Las agresiones a la población civil dejan mucho que decir del Estado y una fuerza pública que debe “mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden JUSTO. Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas (…) en su VIDA, HONRA y BIENES” (Artículo 2 superior. Mayúsculas fuera del texto), y no destruyéndolos. No es un secreto que en las pasadas noches de los 6 días que lleva el paro, algunos miembros de la fuerza pública como la policía –y lo peor, vestidos con el uniforme oficial- pasaban por algunos barrios, donde se concentraban más los disturbios, gritando y haciéndose pasar por estudiantes, mientras rompían vidrios y puertas de las casas por donde pasaban, irrumpiendo bruscamente y sin derecho y justificación en las viviendas de las personas atemorizadas** que, asombradas no sabían a quién recurrir –es el caso de Tunja, Duitama, Nobsa, Sogamoso y Tibasosa-, y que al contrario aumenta más el odio contra aquellos que, se supone, deben proteger a los ciudadanos sin maltratarlos, lo que los hace ver como si fueran sus enemigos. Y se suma a esto, las acciones de algunos oportunistas y desadaptados para cometer sus fechorías. Entonces, con el “gran ejemplo” que imparte la fuerza pública ¿Qué se puede esperar de la población? ¿Besos, abrazos, risas y amabilidad? ¿Qué pretende el ESMAD y la policía, cuando pasan destruyendo la propiedad privada? ¿A quién quieren achacarle los daños y abusos que ellos mismos están cometiendo? ¿Qué se pretende con todo esto? ¿A dónde se quiere llegar infundiendo una especie de guerra psicológica? Todas que quedan en el viento.
http://youtu.be/S4lSaRWjumM
Nota: estos son algunos de los videos que circulan por las redes sociales. Se recomienda discreción por el vocabulario y las imágenes empleadas.
Colombia ha vivido por décadas, prácticamente, abriendo y cerrando cajas de pandora. Y con bastante casualidad, todas –entre otras razones- confluyen en aspectos sobre el destierro, el campesino, la falta de oportunidades y calidad de vida. ¡Ojo! No vaya a ser que mientras por estos tiempos se esté tratando de cerrar un conflicto, se abra otro por tanto abuso y desigualdad. Que no se pretenda despojar y desarmar a los campesinos de sus labranzas y azadones, porque se corre el riesgo de que nuevamente tomen la decisión de encañonar, ya no un azadón, sino un fusil.
Parece paradójico que hace unas semanas el gobierno nacional se estuviera ufanando con los éxitos deportivos del departamento y hoy le esté dando la espalda. Se requiere la ayuda inmediata del Gobierno. La población que no hace parte de las manifestaciones pide a gritos ayuda. Igualmente se hace un llamado y la colaboración de organizaciones de derechos, las violaciones a los derechos humanos es alarmante.