Un 15 de Mayo de 2002 más de 120 familias desterradas del Cauca, Huila, Caquetá y Bajo Putumayo, se asentaron en una tierra que iba a ser inundada para construir una represa sobre el caudaloso río Mocoa, en la entrada a la capital del Putumayo por la vía de Pitalito. La mayoría de estas familias vivían directa o indirectamente de la siembra de hoja de coca y fueron expulsadas de su territorio por la arremetida militar y paramilitar en pleno auge del Plan Colombia, iniciando el primer gobierno de Álvaro Uribe.
Se autoproclamaron como refugiados y formaron un asentamiento en el que resistieron varias amenazas de desalojo por parte de los dueños del territorio. Nombraron su nueva tierra como 15 de Mayo, en homenaje al día en que se asentaron. Allí siembran alimento y cultivan peces. Por medio de Mingas lograron hacer la cancha de fútbol, escuela y vía de acceso.
La represa fracasó, porque se logró demostrar que la energía eléctrica podía provenir del Huila o del Ecuador, y se dejó un río vivo, a veces verdoso, con peces, en cuya ribera vive y construye paz cotidiana una comunidad sembradora, ancestral. Allí fue recibida la Legión del Afecto con mucho amor para que visibilizara lo invisible, lo que desde el centro del país y los grandes centros de consumo no se quiere reconocer: que la paz se hace en favor de la biodiversidad. Y que el campesino es al campo, lo que la biodiversidad es a la paz.