Argelia de María es uno de los municipios más recónditos de Antioquia hacia el suroriente del departamento. Ubicado sobre la cordillera central, solo cuenta con una carretera que comunica con Sonsón, mientras sus vías terciarias permanecen en igual o peor estado que en 1891, año de su fundación; lo que explica que el equino mular sea hasta nuestros días su principal forma de transporte y uno de los personajes más ilustres del pueblo.
Por las destartaladas calles de Argelia los cascos y herraduras de las mulas superan en gran número las pisadas de sus jinetes: desde el atrio de su iglesia central, la visión que se ofrece es la de docenas de centauros mitológicos de sombrero, machete y ruana; estampa de un pueblo detenido en el tiempo que es reforzada por sus casas de estilo republicano y el rostro de facciones europeas de sus paisanos.
Solo tras observar el monumento al arriero ubicado en el centro del parque principal el viajero comprende el papel protagónico de este animal en la historia del pueblo: en una placa se lee el himno a la mula, donde es elevada a reina del campesino por su poeta más querido, aún vivo, Jesús Antonio Aristizábal.
En 1983 Argelia contaba 2.600 mulas en servicio activo, más de la mitad de sus pobladores en aquel entonces. Sus viajes y travesías inspirarían un imaginario popular rico en historias fantásticas, de las que beberían escritores como Tómas Carrasquilla, quien trabajó como almacenista en la mina San Andrés, y al que el municipio debe su nombre. “Argelia esta rodeada de montes ásperos y soledosos, a donde he venido a ver si por fin me encuentro”, escribió Carrasquilla a mediados del siglo XX.
Su historia reciente, sin embargo, va más allá de las trochas recorridas por sus arrieros y es mucho más tenebrosa que las historias de espantos y de brujas que guardan bajo su sombrero.
Desapariciones, desplazamientos, masacres: Argelia ha sido uno de los municipios de Antioquia más azotados por la guerra, desde que en 1995 los frentes 9 y 47 de las FARC, comenzaron a hacer presencia en las zonas más alejadas del municipio, hasta llegar a su cabecera municipal en el año 2000 con una toma armada que destruyó, entre otros edificios, el del comando de la Policía.
Desde entonces, todos los caminos de herradura que con tanta tenacidad habían abierto sus pobladores a lomo de mula solo conducirían hacia el desangre y la barbarie; y hacia una mujer: Karina, líder de las FARC, que estableció en los cafés del parque su centro de operaciones y un reino de terror en el que determinaba quienes podían comprar un mercado o en cuánto vender una vaca.
Si hasta entonces sus carreteras y vías terciarias eran intransitables para el viajero a pie, con la presencia de las FARC se convirtieron en corredores estratégicos hacia otras regiones del oriente antioqueño y hacia otros departamentos como Caldas, mientras las zonas rurales más alejadas servían de campamento permanente de los milicianos. Situación que vendría a agravarse entre los años 2002 y 2003, cuando incursionaron las AUC provenientes del Magdalena medio y de Sonsón.
Ana María Sánchez, una joven argelina que para entonces contaba 12 años de edad, recuerda el momento en el que cruzaban en desfile el primer puente del barrio El roble con un grupo de chicos integrantes de un club juvenil de la parroquia, y un hombre uniformado les ordenó hacerse a un lado y cerrar los ojos, porque quizás lo que iban a ver los iba a marcar de por vida: “supuestamente nos tapamos los ojos, pero la curiosidad le puede a uno; en esas lo único que se veía pasar eran muchas mulas, pero lo curioso del caso era que encima llevaban cuerpos mutilados y nosotros seguimos y subimos hasta la entrada de la Alcaldía y tiraron todos los cuerpos ahí los dejaron”.
Lo que más la marcó fue ver a este noble animal, del que su padre se ha servido toda la vida, utilizado para semejante vileza.
Al mal paso darle prisa
Existen también entre los arrieros una serie de dichos y refranes, producto de su labor, que resumen la sabiduría y sentir popular, como el que reza “en el camino se ajustan las cargas” haciendo alusión a la capacidad que tienen los campesinos de salirle al paso a las malas jugadas del viaje, y que aplicado a la historia del pueblo, habla de su capacidad de sobreponerse a los embates de las armas, los enfrentamientos y la muerte. Capacidad que hoy se ve apocada por la mala dirigencia de sus mandatarios y el estado deplorable de sus vías. Desde el 18 de septiembre de 2015 Argelia ha contado con 12 alcaldes sustitutos, luego de que la Fiscalía General de la Nación enviara a la cárcel por corrupción a alcaldesa elegida en las urnas Flor Dey Granada Valencia, por la adjudicación indebida de ocho contratos que sumaban 80 millones de pesos.
Como mulita desbocada, el pueblo siguió un camino diferente al que pretendían sus riendas y tal vez su pulso y desarrollo deba seguirse en los argelinos más sencillos y vitales, los ciudadanos de a pie.
Paisaporte argelino
Una de las guías turísticas más amenas e instructivas de leer para el viajero es el Paisaporte de la República de Argelia, imitación del pasaporte internacional que pide encarecidamente a las autoridades civiles “darle una manito en lo que más se pueda al portador de esta joya de documento, que sin duda alguna carga como lo más sagrado de su patria chica”. Su autor: Henry Mauricio Monsalve, más conocido en el pueblo como ‘camándula’ este argelino ha sido director de la casa de la cultura, profesor de danza y trovador.
Gran conocedor de su pueblo, Henry escribió y diseñó el Paisaporte como una manera de dar a conocer los personajes y lugares más ‘amañadores’ de Argelia, entre los que nombra con orgullo “la Iglesia Municipal San Julián y las Cascadas de Chorrohondo, una buena opción para hacer caminatas ecológicas y de paso reencontrarse con la madre naturaleza”.
Otras caras de Argelia
Uno de los símbolos rotos por la violencia en Argelia es el monumento barranco de 3 metros de alto por 10 de ancho tallado sobre la tierra realizado por el pintor y escultor Rafael Pasos en octubre de 1992, quien junto con un grupo de estudiantes de su curso de filosofía que dictaba en el Colegio Santa Teresa, a punta de espátula y martillo dieron forma a los rostros indígenas de gran formato que sobresalen en uno de los caminos que conducen al pueblo.
La idea surgió del maestro Rafael como una manera de contestar a los señalamientos personales que le hacían algunos miembros de la policía a él y a sus estudiantes, con el fin de alejarlos de esa confrontación y una manera de recordar a los pueblos indígenas que habitaron la región, los Pantágoras, pueblo aguerrido que resistió al saqueo español, prefiriendo el suicidio colectivo de sus tribus antes que rendirse ante los invasores.
Por cuatro semanas esculpieron el barranco, recuerda José Arboleda, uno de los entonces estudiantes de Rafael, “recuerdo que nos sentíamos orgullosos de ver la cantidad de gente que subía curiosa a ver lo que allí hacíamos. Mientras el profe tallaba y tallaba, nosotros forrábamos lo que él hacia con cemento, era algo simplemente hermoso, solo risas y alegría nos inundaba en esos momentos”.
‘Las caras’ como las llamó la gente del pueblo, dejaron de ser visitadas con el paso de la guerra pues sobre el camino se contaba la muerte de un policía, el de una señora a la que los paras bajaron de un bus escalera y empalaron allí mismo, luego de confundirla con otra persona, así como la muerte de una prima de Frank Pérez, coordinador del grupo de música de Argelia, de la mano de quien el cronista conoció la escultura.
Está confirmado que el maestro Rafael accedió volver a Argelia en los próximos días desde Medellín para restaurar la escultura, por intermedio del grupo de jóvenes de la Legión del Afecto, un programa especial del Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, DPS.
Argelia, territorio de hermandad, paz, amor y reconciliación
Con tamboras, disfraces, pancartas y arte, en una acción nunca antes vista en Argelia, llegaron un equipo de jóvenes legionarios conformado por delegaciones de Pensilvania, Florencia y Samaná (municipios cercanos) el pasado domingo 8 de noviembre, para compartir con esta comunidad un mensaje de solidaridad entre los pueblos, como una forma de sanar mediante el arte y el intercambio cultural las heridas dejadas por el paso de los violentos sobre el municipio.
La jornada incluyó todo tipo de talentos y lenguajes alternativos juveniles con los que se buscaba generar confianza entre los argelinos, promover el desarme de los corazones y romper con los miedos y silencios alimentados por tantos años de agresión irracional.
