La palabra fascismo es una palabra timbre desde aquella tormentosa primera mitad del siglo XX: uno queda medio insultado, estampillado y “timbrado” si lo llaman hoy fascista. Para mí fascismo es sentirse superior, salvado o saludable solo si se liga uno a cierto grupo, nación, iglesia o partido político. Símbolos de todo eso eran aquellos amarrados fasces de los magistrados romanos, el fascio de Mussolini o el yugo y las flechas de Falange Española. En otras palabras, lo que define y determina el valor de un ciudadano, lo normal, lo sano es el grupo al que se pertenece atado y bien atado. En el caso de la salud en Colombia si pertenece a determinadas prepagas o EPS. Lo demás o los demás poco importan. Puede parecer una definición muy personal del fascismo pero recordemos que precisamente al fascismo no le gustan las definiciones personales. Y desde esa perspectiva todos somos un poco fascistas o lo hemos sido en algún momento de nuestra vida.
Si la política y la economía son utilitaristas, como es lo más común en nuestras sociedades de libre mercado, lo fundamental es el mayor beneficio para el mayor número de personas. Se legisla y se gobierna buscando la felicidad y la salud de la mayoría. No hay nada esencialmente incorrecto en esto pero frecuentemente se olvida la infelicidad de las minorías. Como un fascismo de los felices, los ricos, los normales, los sanos.
Y estar enfermo es pertenecer siempre a una minoría pues todos enfermaremos tarde o temprano pero con diversos y casi individuales diagnósticos. La panacea, nombre de una de las legendarias hijas del semidiós Esculapio, era un mito de la medicina premoderna y no existe ese remedio para todo y para todos. La medicina actual se convierte cada vez más en un oficio personalizado. Por ejemplo, se prescriben ciertos tratamientos para ciertos pacientes con ciertas mutaciones y no para una patología general. Aquellos vademécum que nos llevábamos al rural como POS de nuestra época pensando que ahí estaban todas las enfermedades y todos los tratamientos correctos son cosa del pasado.
La medicina personalizada o de diseño para el paciente individual también es conocida con un neologismo que aún no está en el diccionario de la RAE: teranóstica. Significa que la terapia es determinada por el particular diagnóstico molecular y genético de la enfermedad. Un caso célebre en la actualidad es el de Angelina Jolie y su mastectomía bilateral con posible futura ooforectomía (extirpación de los ovarios) de acuerdo a reportes de prensa. La señora Jolie hubiera podido desarrollar cáncer de mama de causa genética que son menos del 10% del total de tumores malignos de mama. Esto debido a que ella tenía uno de los genes BRAC, tipo 1 o 2, parte de una docena de mutaciones asociadas al cáncer de mama. La variedad genética que tenía Angelina aumenta gradualmente con la edad la posibilidad de desarrollar la neoplasia maligna: menos de 5% a los treinta años, menos de 20% a los cuarenta, hasta un 60% en mujeres mayores de setenta años. Nunca se predice con posibilidad del 100% que las personas con una u otra mutación desarrollen la patología.
La otra cara de la moneda es que el agresivo procedimiento llamado mastectomía preventiva en estas mujeres no elimina en algunos casos pequeños restos laterales y periféricos de tejido mamario que podrían dar lugar a cáncer de mama. En otras palabras no se predice que todas las personas con esas mutaciones desarrollen la patología asociada ni la radical eliminación quirúrgica previene la absoluta totalidad de los tumores.
Todos estos números son datos provisionales mientras se recogen estadísticas más completas. La escogencia de un tratamiento basándose en series de grandes poblaciones con distintos factores de riesgo siempre tiene un grado menor o mayor de incertidumbre. Estrictamente hablando todo tratamiento de un paciente es un experimento individual basado en estudios y predicciones de población. Y el resultado nunca está garantizado.
Volviendo a lo del fascismo, las decisiones médicas son difíciles pero solo podemos basarlas en estudios de población y predicciones probabilísticas. Usted puede no pertenecer al grupo humano donde se estudió el tratamiento y las variaciones humanas son tantas que formamos como innumerables grupos de uno.
En estos días que discutimos la legislación de salud para Colombia debemos considerar estos hechos. No tendremos nunca una ley o sistema perfecto tipo panacea para todo y todos pero debemos privilegiar las mayoritarias minorías (no es una contradicción en los términos) de pacientes sin felicidad ni salud garantizadas. Si no caeríamos en algo como un fascismo de los normales, ricos, sanos y satisfechos legislando solo para su casta. Olvidar los otros sería como una cirugía social preventiva tipo Angelina Jolie para el sistema.