“Recuerdo que ese día era sábado por la tarde, el sol estaba en su máximo esplendor y yo sudaba como nunca. Caminaba por la famosa calle 72 de la ciudad de Barranquilla, pues me disponía a tomar un taxi. Así que pare de caminar, me hice a un lado de la calle, y esperé a que llegara un taxi a la estación más cercana que ahí había. La espera duró menos de dos minutos. Llegaron cuatro taxis al mismo tiempo, paré al que mejor impresión y seguridad me dio.
Su expresión lo dijo todo. Sin embargo, me acerqué y en más de una ocasión le pregunté si me podía llevar, su indiferencia, su manera de mirarme y sus ojos lo delataron. Nunca contestó. Su compañero de turno me miró al ver la indignación que sentía; sus palabras fueron exactas, fuertes y contundentes: "No lleva negros pero yo sí, súbase, ¿a dónde va?”
No somos ni más ni menos que nadie, somos humamos, no somos ratas o cucarachas, somos seres, personas comunes y corrientes que viven día a día lo que cualquier otro ser vive. Reímos, lloramos, comemos y bailamos también, sufrimos y amamos como tú. Entonces, ¿Cuál es el afán de ofender?
El color que se lleva es un regalo de la naturaleza, de la evolución, de la creación humana y es lo único que diferencia a una persona de otra. ¿Qué pasa? ¿Por qué en Colombia, un país que plasma en su constitución, en el artículo 7 de los derechos fundamentales, que “El estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la nación Colombiana” es uno de los pioneros en la discriminación y el racismo?
No tiene sentido que por no ser iguales a los de “mejor color” se trate con desprecio a las personas.
Colombianos, tengan en cuenta que por el hecho de ser negros jamás se dejaremos de ser personas. Todos, en su totalidad, merecemos respeto y buen trato en cualquier aspecto, pues así como se da se recibe. El colmo que hasta las mismas autoridades realicen actos racistas e indigentes con personas que por su apariencia personal y por ser negros los maltraten y requisen tratándolos de “sospechosos” por el simple hecho de caminar en la calle. Casos como el de Carlos Alberto Angulo Góngora, quien fue abordado por dos policías que le dicen, sin más ni menos: “Una requisa, negro”... o qué decir de los estudiantes de ingeniería de Barranquilla quienes fueron esposados por ser negros y tener un carro de alta gama. ¿Deberíamos aceptar este trato tan indigente?
Y las estrellas de la farándula colombiana no se salvan, tenemos el caso del vocalista Tostao del grupo del Pacífico colombiano ChoQuibTown, quien ha sido detenido en más de una ocasión por su apariencia personal y, obviamente, por ser negro.
Lo único que queda decir en este caso es no más. Y cantar la canción ¿A dónde vamos a parar? de Marco Antonio Solís, pues es el tema cabe perfectamente para la ocasión, ya que son muchas las voces y entidades que defienden y luchan por esta raza, pero son pocos los que escuchan y apoyan.
