Las luces, las cámaras, la música y la algarabía exultante de los seguidores políticos se posaron sobre la atractiva figura de la mujer de 42 años que con enorme sonrisa y seguridad tomó el micrófono mientras se oía el estribillo “ahora, ahora, Vidal gobernadora”. En el búnker de Cambiemos en Costa Salguero, los partidarios del candidato presidencial Mauricio Macri, no tenían dudas que María Eugenia Vidal había logrado lo imposible, ganar la gobernación de la Provincia de Buenos Aires.
"Quiero que sepan que mañana voy a estar ahí, porque así soy yo. Le voy a poner cuerpo y alma para la vida que te merecés, no voy a parar con Mauricio (Macri), con Gabriela (Michetti) hasta lograr que cada uno de los vecinos de esta provincia viva mejor", dijo mientras recorría la tarima y era la imagen misma de la victoria al filo de la medianoche del 25 de octubre. Horas más tarde los resultados de los escrutinios ratificarían la gran sorpresa electoral.
Vidal obtuvo cerca del 40 % de los votos, alrededor de cinco por encima de su rival Aníbal Fernández del Frente para la Victoria liderado por Daniel Scioli, el candidato de Cristina Fernández de Kirchner para la presidencia. La joven vicejefa de gobierno de la ciudad de Buenos Aires había logrado un hecho histórico: ser la primera mujer elegida para gobernar la provincia más grande y de mayor peso electoral en Argentina.
Y de paso, acabar con casi 30 años de hegemonía peronista representada en pesos pesados del Partido Justicialista, desde Antonio Cafiero, Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf, Felipe Solá hasta Daniel Scioli, que asumió la gobernación en 2007 y la abandonará en diciembre, tras permanecer al frente del distrito durante dos mandatos.
La elección de Vidal tuvo otro punto destacado, por si faltara algo: sacó cerca de 400.000 votos más que Macri en la provincia gracias al notorio corte de boleta.
En efecto, muchos partidarios de Scioli desecharon la parte de Aníbal Fernández para gobernador y votaron por la aspirante de Cambiemos, propinando un duro golpe a la presidenta que impuso la candidatura de su jefe de gobierno no obstante la imagen cuestionada y el escándalo ocasionado por las denuncias del periodista Jorge Lanata al vincularlo con una red de narcotráfico.
María Eugenia Vidal se había convertido en el gran puntal de Mauricio Macri en su camino hacia la presidencia. Estaba entrando en las ligas mayores de la política argentina de la mano de quien ha acompañado a lo largo de toda su carrera.
Un gran triunfo para la joven que nació y se crió en Flores, un barrio de clase media de Buenos Aires, casada con Ramiro Tagliaferro, su compañero de Ciencias Políticas en la conservadora Universidad Católica Argentina, con quien “somos papás de tres soles: Camila, María José y Pedro”, y viven en Castelar, una ciudad del oeste del Gran Buenos Aires, donde las casas de campo o “quintas” de fin de semana se han convertido en residencia habitual.
Pero el triunfo no estaba a la vuelta de la esquina. Llegar a este punto de la carrera ha sido arduo. Para empezar, la pasantía en Anses, el ente estatal encargado de las pensiones y jubilaciones, para seguir en varios organismos del Estado y llegar donde se tenía que llegar. A los equipos técnicos en política social de la Fundación Grupo Sophia, el think tank que condujo Horacio Rodríguez Larreta y que fue un semillero de gran parte de los políticos de Propuesta Republicana, el PRO.
Este fue el trampolín que necesitaba para llegar al nuevo político de Compromiso para el Cambio. Ella misma cuenta que en el 2002 conoció a Macri mientras él preparaba su candidatura a jefe de gobierno y le encargó un estudio sobre el área de desarrollo social en la ciudad. "El día que le presentamos los resultados, me preguntó si yo era capaz de implementar esas políticas. Me quedé sorprendida y decidí involucrarme en los equipos técnicos de Compromiso por el Cambio".
De allí en adelante su carrera estuvo signada por un fuerte aliento social. Cuando la Fundación Sophia se unió con Compromiso para el Cambio un año después, ella fue la seleccionada para dirigir la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Desde allí se abrió el camino para ser electa legisladora en el 2007, y que Macri la llamara a ser ministra de Desarrollo Social hasta el fin de la administración Pro en el 2011.
A nadie le extrañó que él la escogiera como la compañera de fórmula para la reelección al frente del gobierno de Buenos Aires. Porque a su cercanía política se suma la amistad personal con el marido de María Eugenia, Ramiro Tagliaferro —quien acaba de tener un triunfo electoral en Morón, considerada por sus habitantes como 'la capital del Oeste' por su imponente centro bancario, financiero, judicial y de poder político en la Provincia de Buenos Aires—. La fórmula Macri-Vidal ganó en la segunda vuelta y ella asumió como vicejefa de gobierno, cargo que ocupa actualmente.
Vidal muestra con orgullo sus logros sociales en los cargos que ocupado. Como poner en marcha el primer refugio para víctimas de trata de personas y el primer centro integral de la mujer que atiende las 24 horas a víctimas de violencia de género. O durante esta gestión haber creado las Estaciones Saludables, y cubrir a 450.000 jóvenes con programas de empleo, entre otras acciones. Pero también tiene a su espalda decisiones controversiales como las relativas a las tomas del Parque Indoamericano y del Parque de Avellaneda, que culminaron con el desalojo de los ocupantes y la intervención de la policía federal cuando era ministra de Desarrollo Social, o más recientemente las acciones frente a la transferencia del subte, las inundaciones, y el desalojo del predio en el Hospital Borda, por el que fue investigada por la Justicia, que la sobreseyó de los cargos junto a Macri.
Desde hace dos años comenzó a recorrer la Provincia de Buenos Aires buscando posicionarse como la candidata a gobernadora por el PRO para apoyar la postulación presidencial de Macri. Esa fue la clave de su éxito. Casa a casa fue en busca del apoyo, oyendo peticiones, reclamos y aspiraciones. Así lo manifestó en medio de la alegría de la noche de su elección. Mientras aseguraba que eso será lo que seguirá haciendo.
"Elegir a una mujer joven, madre, profesional, con la sensibilidad y la pasión que demostró María Eugenia, es parte de esta idea de cambio que queremos", había dicho Macri al designarla como su candidata a la gobernación. Los electores le dieron la razón.
El perfil “de barrio”, la “honestidad y preparación”, que los líderes del PRO vieron en Vidal como cualidades para atraer a los votantes, fueron claves. Vidal llegó donde quería llegar.
Si se tiene en cuenta que en la provincia bonaerense está concentrado el 38 % del censo electoral, se entiende su peso específico en la carrera a la presidencia. El partidor está listo. Pocos esperaban que fuera de esta manera, las encuestas auguraban que Daniel Scioli podría ganar en la primera vuelta con el 40 % de los votos y una diferencia de 10 % sobre Macri, tal como lo estipula la ley. Pero lo que se vio el domingo fue un cabeza a cabeza que lideró Macri hasta con el 75 % de las mesas escrutadas y que al final terminó en un cuasiempate de 36,8 % para Scioli, 34,3 % para Macri .El tercero en discordia, Sergio Massa, con 21,34 tiene la llave de la segunda vuelta el 22 de noviembre.
Y María Eugenia Vidal el desafío más importante de su carrera política. Una desenfrenada faena de un mes para ayudar a lograr algo que también parecía inalcanzable: la presidencia de Mauricio Macri.