El verbo paisa que deja el corazón contento

El verbo paisa que deja el corazón contento

Visitar el Pasaje Junín es como viajar en el tiempo, seguir tradiciones de hace más de 80 años

Por: Mariana Restrepo Lema.
octubre 26, 2015
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El verbo paisa que deja el corazón contento
Foto: subida por autor

Ir a Junín es ver flores, venteros con sombrillas de colores y conocer lugares que siguen existiendo sin importar el paso de los años.

Antes de entrar a El Resbalón –como se conocía antiguamente el Pasaje Junín, porque quien caminaba por allí, cuando llovía, se resbalaba y caía en el pantano- debe saber que es mucha la gente que transita día a día por este lugar. Unos por obligación, pues deben ir a trabajar o hacer alguna diligencia. Otros van a Junín simplemente a comprar ropa y a tomar el algo (a juniniar), pues están casi todos los almacenes que se pueden encontrar en cualquier centro comercial de la ciudad.

No espere grandes edificaciones, pues los almacenes no superan los dos pisos y, si lo hacen, no se nota. Tiene que saber que ir a juniniar requiere tiempo, paciencia y una barriga vacía dispuesta a dejar el corazón contento.

Al entrar por la calle Caracas puede ver varios tenderos en lo que antes fuera el sector vehicular, pues desde 1987 Junín se convirtió en un pasaje peatonal. Algunos venteros ocupan la vía con chasas casi uniformadas por la sombrilla de colores rojo, verde, amarillo y azul con la que casi todas se cubren del sol y de la lluvia. Además, podrá ver otros venteros en unas casetas un poco más modernas, con conexiones eléctricas y construidas en acero inoxidable, instaladas estratégicamente por la Alcaldía de Medellín.

Verá restaurantes de comida típica colombiana en algunos segundos pisos de los locales: droguerías, tiendas de ropa, de relojes, puestos de chance y el Centro Artesanal que, se supone, tiene ropa hecha por personas de nuestra región, artesanías hechas por indígenas y cosas por ese estilo. En realidad, la ropa es made in China, y la mayoría de las artesanías, mochilas y zapatos representativos aparecen en páginas web como Ali Express y pueden ser compradas al por mayor.

Camina un poco más. Llega a la calle Maracaibo, vía que atraviesa el pasaje. En la esquina derecha hay un almacén Polo, que se llena más que el de Los Molinos. Pasar Maracaibo puede ser un poco caótico, pues es una calle muy pequeña y muy transitada, tanto por peatones que cruzan el pasaje, como por vehículos que necesitan llegar a su destino.

Sigue caminando y verá tiendas como Tennis, Ragged, Vibraciones o Gef, que indican que Junín no tiene nada que envidiarle a los centros comerciales más nuevos. Verá también el pasaje Junín-Maracaibo, el pasaje comercial Boulevard de Junín y el centro comercial El Unión, donde antes quedaba el exclusivo Club Unión, lugar en el que se reunía la élite de la ciudad.

Además, podrá conocer la primera Repostería Astor Salón de Té de la ciudad, uno de los sitios más representativos de la zona, en especial por sus moros. Entrar al Astor es como viajar, aún más, en el tiempo. Si se hace bien adentro dejará de escuchar el ruido de la gente y la música de los almacenes. Conocerá que el color café, las sillas acolchadas y el buen trato nunca pasa de moda. No cuando se trata del Astor.

Más almacenes, más gente; si tiene la fortuna de hablar con alguien que tenga más de 40 años podrá saber un poco más de la magia que trae el Pasaje Junín. Podrá conocer Versalles, reconocido por sus empanadas argentinas y por perdurar pese al paso del tiempo.

Sabrá que existió la Librería Junín, que ahora es reemplazada por otro local, así como Calzado Santa Marta, donde la calidad y los buenos diseños de sus zapatos eran proporcionales al precio que se debía pagar por ellos. Le hablarán de Fuente Azul, donde se vendían los mejores helados del sector.

Junín puede ser un espacio para conocer y para revivir, para sentarse a pensar, a escribir o para hacer un show musical, hacerse la estatua o hacer algún tipo de espectáculo mientras los cientos de transeúntes le dan un poco de su tiempo y de su dinero, únicamente por cambiar un poco su día. Tambien estarán aquellos a quienes se les volvió rutina ver a la gente haciendo algo diferente para ganar dinero, en una ciudad que vive de prisa, en un pasaje que viaja en el tiempo y que tienen tanto poder que se inventó su propio verbo.

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