Mi primer encuentro con Internet ocurrió en 1996 cuando estaba investigando sobre fractales en la universidad y un amigo, que tenía acceso a la conexión a Internet del Observatorio de Astronomía de la Universidad Nacional, me hizo el favor de buscar en Altavista e imprimir diez páginas de información sobre el tema. Si ahora escribo fractal en Google, me aparecen 32.600.000 resultados.
Las primeras funciones para las que utilicé Internet fueron la búsqueda de información y el uso de correo electrónico para comunicarme y permaneció así durante los primeros años. Reconozco que llegué tardíamente a Napster, lo conocí cuando ya estaba bloqueado, pero encontré su sustituto Audiogalaxy y cada vez que lograba descargar una canción con mi humilde conexión vía telefónica era feliz, así que desde ese momento Internet también se convirtió en un medio para acceder a realizaciones culturales: desde documentos de investigación hasta música y ahora libros, cine y series, muchos de los cuales serían inaccesibles para mí de otra forma.
El último gran cambio, con relación a mis usos de Internet llegó mucho después, paradójicamente, cuando me crucé en el 2006 con la comunidad de software libre conocí los canales de chat especializados —el IRC— y eso me permitió conocer virtualmente a las cientos de personas de todo el mundo que desarrollan los programas que ya utilizaba cotidianamente. Más profundamente al conocer a la comunidad de software libre también terminé conociendo a aquellos otros activistas que hablaban sobre Internet como medio de acceso, como espacio público y que lo defendían como tal, y ahora orgullosamente hago parte de ese grupo. De los que pensamos que Internet es un nuevo espacio público donde ejercemos nuestros derechos.
Con el tiempo Internet se ha vuelto mi principal canal de comunicación, un medio importante para mi trabajo y primordialmente un espacio donde espero poder expresarme libremente, participar de la toma de decisiones que me afectan y agruparme con otros para lograr tener incidencia política.
Para cada uno de nosotros Internet significa diferentes cosas, pero algo tenemos en común, todos reconocemos su potencia, desde el niño que busca su tarea, hasta el alcalde que encuentra un canal de comunicación directo con sus votantes, la abuela que puede ver diariamente cómo crecen sus nietos aún si están en otro país o el desempleado que lo utiliza para buscar ofertas de trabajo y enviar hojas de vida y nosotros los activistas que vemos en el ciberespacio la última de las tierras libres, la última promesa de paraíso para ejercer la libertad de expresión y garantizar nuestros derechos humanos, todos, incluyendo el acceso a la cultura, a la información a la educación y un largo etc.
Todas estas acciones son posibles en Internet no solo por que sea una red abierta y libre sino por su carácter neutral. Cuando hablamos de la neutralidad de la red nos referimos al principio por el cual el tráfico que se transmite por la red circula sin restricción ni interferencia. Así los usuarios podemos enviar y recibir el contenido que escojamos, correr las aplicaciones que queramos, usar los servicios que decidamos, conectar nuestros equipos y usar los programas que prefiramos. La idea fundamental que subyace a estas acciones es que el usuario es quien escoge, no la empresa que presta el servicio. Cuando se habla de Internet como un espacio que democratiza el acceso al conocimiento, precisamente nos referimos a eso: la capacidad que tenemos en la red de acceder a la misma información y los mismos recursos independientemente de dónde nos encontremos y desde dónde estemos conectados.
Esta idea utópica de Internet, como máximo espacio de circulación de las ideas accesible para todos, quedó plasmada en un primer llamado a los gobiernos para que dejaran quieto Internet, la declaración de independencia del ciberespacio. John Perry Barlow, fundador de la Electronic Frontier Foundation, en 1996 decía: “Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento. Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o al conformismo.” Ese es el Internet de las posibilidades en el que creemos muchos.
Esa declaración se hizo en contraposición a la primera regulación que incluyó Internet en las discusiones sobre radiodifusión y asignación de espectro, el Telecommunications Act en Estados Unidos. Desde ese momento y durante estos casi veinte años la cantidad de normas nacionales y acuerdos internacionales que buscan regular aspectos relacionados con Internet han aumentado significativamente. La DMCA en Estados Unidos que incluye los mecanismos de retiro y bloqueo de contenidos quizás es una de las más conocidas. Pero hay muchas más. Cada vez más, también se empiezan a ver los resultados de esas primeras barreras propuestas por las industrias y los servicios comerciales y los esfuerzos cada vez mayores por parte de los organismos del Estado de ejercer un control sobre la red, una vigilancia constante de las actividades que realizamos en línea. El resultado final es que ahora Internet está cada vez más cercado por intereses ajenos a la red.
En este panorama es necesario volver a recordar la necesario que es mantener Internet neutra, la función del Estado no puede ser solamente la de ejercer el control sobre un espacio público, sino también la de favorecer nuevos usos y mantener la capacidad de creación e innovación que nos permite la red. Son estos intereses los que deben estar balanceados si se quiere que la red sirva como una locomotora para el progreso y no solo como un espacio perdido captado por los intereses comerciales de los monopolios.
Para nosotros como sociedad civil, Internet es nuestro último gran espacio y defenderlo se ha vuelto una prioridad pero no debemos olvidar que en estos temas no hablamos solo de tecnología, hablamos de los derechos humanos fundamentales y esos son los que están en juego cada vez que hablamos de la neutralidad de la red.
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