Los fantasmas de las elecciones pasadas
Opinión

Los fantasmas de las elecciones pasadas

Saldré a caminar durante las elecciones del 25, para reírme de tanta basura, de tanto de lo mismo, para soñar con un futuro inexistente

Por:
octubre 16, 2015
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“En épocas de votaciones se ve aquellos que un automóvil negro deja en la puerta y en la puerta después recoge, cumpliendo el deber cívico de quien ocupa el asiento de atrás”.

Ensayo sobre la lucidez/José Saramago.

 

En este país hacen falta más chistes sobre políticos. Eso y que volvamos a meter los dedos en esa tinta roja después de votar, algo así como un identificador de estúpidos. Soy plenamente consciente de que en temas políticos la mía, en caso de serlo, sería solo otra opinión, una más. Sin embargo, creo que ninguna sería tan carente de sentido y desesperanza como la opinión de un hombre que ha frecuentado la derrota. Debo decir que nunca he votado por nadie, eso y el hecho recordar una a una las veces que me he equivocado, son las dos cosas de las que más me siento orgulloso en la vida. Creo que la democracia es una vuelta a la barbarie. Falta algo más de una semana para que las próximas elecciones se lleven a cabo y hoy más que nunca recuerdo aquello que escribía KurtVonnegut, “El verdadero terror es levantarse una mañana y descubrir que tus compañeros de instituto están gobernando el país”, cierro los ojos y la pesadilla cobra fuerza. A pesar de todo, esta vez será diferente, esta vez saldré de la comodidad de mi casa a ver cómo todo empeora frente a mí; saldré a caminar por las calles a presenciar en directo la podredumbre que a su paso deja la eterna campaña electoral de este país. Y es que la cada vez más aburrida contienda electoral cargada de debates, opiniones, promesas, corrupción, proclamas, candidatos y demás blablablás, ha transformado mi ya saturada conciencia política en una especie de enema del fin del mundo. Ha terminado con la poca paciencia, con la poca conciencia de futuro que alguien como yo, abandonado a su suerte, pueda esperar. El pasado siempre es otro planeta y las formas en que funciona la memoria son muchas veces inverosímiles e inesperadas. No obstante, vivir en Colombia es no tener certeza de lo que fuimos ni de lo que somos. Vivir aquí, es repetirnos día tras día, el mismo chiste, la misma cachetada, sin saber que somos los artífices de nuestra propia decadencia. Por eso saldré a caminar durante las elecciones del 25, para reírme de tanta basura, de tanto de lo mismo, para soñar con un futuro inexistente.

john 1 - Los fantasmas de las elecciones pasadas

 

Somos un país sin memoria, no soy el primero que lo dice. También somos un país sin remordimiento, eso somos. En doscientos años Colombia no va a existir, quizá lo único que sobreviva sean algunas rocas y la cabeza de Álvaro Uribe flotando en un frasco. Eso es todo. Su cabeza cortada va a estar viva en alguna parte, del mismo modo en que Nixon sigue vivo en FuturamaUna cabeza fea vigilada por un grupo de fantasmas, quienes se encargarán de mantenerla viva y con los ojos abiertos, torturándola con preguntas de lo que alguna vez pasó, de lo que alguna vez fue. La cabeza contestará. La cabeza preguntará por Pacho Santos. La cabeza llorará, hablará de caballos, de las bondades de la seguridad democrática, de la culpa que la atormentará durante siglos. Los fantasmas de las masacres pasadas lo ignorarán, intentando no contarle lo que sucede afuera, para que no se alegre, aspirando a dejarlo fuera de la historia.. No le dirán, por ejemplo, que Colombia ya no es Colombia, sino un conjunto de páramos y valles desiertos. Que nuestra visión de futuro ha cobrado forma. Todo será como en Mad Max, un desierto, pero sin Mad Max.

En Ensayo sobre la Lucidez, José Saramago narra la historia de un pueblo en el que el voto en blanco gana una y otra vez, sus dirigentes, aterrorizados por tan extraño acontecimiento deciden ir en busca de los culpables, sin darse cuenta que la culpa no existe en estos casos, que el autoritarismo y la arbitrariedad, y la corrupción son las plagas del presente, y aunque esto suene a lugar común, en este periodo convulso y corrupto, se ha tratado de escamotear, la cuestión esencial, esa en la que los hombres somos hombres así sin más. Decir que votar en blanco es una alternativa viable en un país como el nuestro sería esperanzador, si no fuera porque nuestros políticos han replicado el famoso experimento del gato de Schrödinger, solo que la caja es una urna electoral, y el felino se transmuta en un mono borracho con una 9 milímetros cargada. Si no fuera porque ellos mismos se arrojarían sobre nuestros cadáveres como hienas hambrientas a devorar nuestros huesos. Donde hay gato, hay liebre, donde hay derecha hay izquierda, y en donde hay hambre, sigue habiendo hambre. Donde hubo sueños, solo quedan las patadas que podamos dar por nosotros mismos, los sin futuro, los que no esperamos nada, los que saldremos a reírnos de nuestra propia desgracia.

Por eso saldré a reírme, de mí, de todos. De la propia bofetada ante el espejo. De los buses que bajan de los cerros cargados de esperanza y de papeles con las fotos de los candidatos, de los platos desechables que adornarán las calles después de la contienda, de la señora que busca en aquel océano de mentira un trabajo para su hija, sin saber que un mar oscuro se la tragará. Frente a las urnas sentados frente al fuego, en cada pueblo los elegidos se burlarán como hienas, repetirán fragmentos de sus programas de memoria, mientras el resto imaginarán futuros inexistentes y detalles de tramas que no conocerán nunca. En susurros, algunos elegidos tendrán orgasmos por el triunfo, “él volverá, él volverá, repetirán en susurros los más despiadados, los sin memoria, pero nadielos escuchará, del mismo modo en que los fantasmas de las elecciones pasadas, de las masacres pasadas no le contarán a esa cabeza inerte que flota en su propia miseria, que todo se acabó hace tanto tiempo, que Colombia ya no existe ni existirá más, que en realidad el futuro es una pesadilla de la que es mejor no despertarse.

Aquí es en donde nos quedamos solos.

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