Mientras se celebra de manera maravillosa la Fiesta del Libro y la Cultura en Medellín, tristemente en Niquia se cierra la tercera biblioteca del sector. Esta biblioteca tiene 41 años haciendo más por la comunidad de lo que puede imaginar una mente que solo piensa en negocios.
Esta nota va por parte de habitantes del sector, quienes tuvieron el infortunio de tener este señor en su comunidad, perdiendo espacios sus culturales como lo dice a continuación:
Parece ser que Jorge Mario Acosta es un ávido destructor de bibliotecas comunitarias para volverlas en espacios solo suyos, así como otros recursos de las comunidades. Veo que nada tras la Biblioteca comunitaria de Niquía, eso no es nuevo en él.
Por la época de 1990, dicho individuo fue párroco en el barrio San Rafael, en el sector de guayabal, al sur de la ciudad. Allí instalado, se apoderó de la biblioteca comunitaria que llevaba cerca de seis años funcionando bajo el mismo estilo que opera la de Niquía: las personas de la comunidad se turnaban cada dos horas para prestar servicio de domingo a domingo de 8: 00 a.m. a 9:00 p.m.; prestaba servicio de refuerzo escolar, se dictaban cursos de modistería, artesanías, teatro, danza, artes marciales, ajedrez, tenis de mesa. También tenía un cineclub callejero, proyectaba películas en varios barrios aledaños (San Rafael, Betania, la colinita y el Bolo, entre otros).
Esta biblioteca, junto con la de la República juvenil Cristo Rey, de la castilla y otra, dieron origen a Rebipoa (Red de bibliotecas populares de Antioquia, que aún existe). Para apoderarse de la Biblioteca, inició un trabajo desde sus misas y se convirtió en directivo de la junta de acción comunal, desprestigiando a varias personas que habían sido líderes de esta comunidad por largos años. La biblioteca, que prestaba servicio gratuito, pasó a un local que construyó detrás de la iglesia, en el cual pretendió cobrar por el préstamo de libros, como no le dio resultado, la trasladó para un colegio al cual le estaba tramitando licencia y le exigían biblioteca. ¡El barrio perdió su biblioteca!
Pero no solo eso: se apoderó y cercó un área que era de la cancha de fútbol del barrio, ya que la cancha colindaba con el muro lateral de esta. Tomó más de tres metros entre dicha pared y la cancha, y a toda la longitud de la iglesia. Inicialmente puso una malla y, como la gente no protestó, pues siempre alegaba que eso era parte de la iglesia, se apoderó finalmente de esa área, luego levantó un muro.
Luego, ante la parsimonia de la gente y con el poder obtenido como vicepresidente de la acción comunal, movió gestiones y se apoderó de un lote de terreno que había tras la iglesia y que, según líderes tradicionales de la acción comunal, había sido donado a la comunidad por quien donó el área para la cancha y para la iglesia. Quien lo donó lo hizo para que fuera construido un colegio o un parque para el barrio. Jorge Mario Acosta construyó unas viviendas que vendió sin dejar ningún recurso para el barrio.
En barrio inca metal (que queda inserto dentro del barrio san Rafael), había un kinder que, para 1990, llevaba más de 20 años de estar dando educación inicial a los niños del barrio. Casi que todas los niños del barrio pasaron por dicho kinder antes de ingresar a la primaria.
El kinder era sostenido económicamente por la empresa Inca Metal que lo dotaba de lo básico y pagó el salario de una profesora por muchos años. Jorge Mario Acosta movió gestión ante dicha empresa, prometió que él lo administraría y buscaría profesoras “calificadas” ya que “ la profesora que lo orientaba no era licenciada en educación”. Así se apoderó de este kinder que era gratuito para la gente y lo montó en un salón de la iglesia, que otro sacerdote había construido para servicio comunitario. Como cobraba mensualidad, no le dio resultado y lo cerró: la comunidad perdió este espacio educativo para siempre.
Vale anotar que él inició gestión para volver una escuela de básica primaria, también tradicional en el barrio, para que se construyera en institución educativa con todos los grados de primaria, secundaria y media (IE José Acevedo y Gómez). Esto le dio mucho respaldo de la comunidad. Lo que la gente no ataba, era que varias personas de la acción comunal le reclamaban por haberse apropiado del mencionado lote tras la iglesia que como mencioné, era de la comunidad para construir un colegio o un parque: con su trámite logró la IE y le calló la boca a quienes estaban desenmascarando su proceder.
Bueno, hasta aquí su paso por la parroquia del Barrio San Rafael.
No se debe dejar que un espacio que tiene 41 años de formando se acabe por una mentalidad de comerciante de un señor que se equivocó de vocación.