Iba por la calle mirando nubes, cuando me aborda una muchacha de pelos alocados que me pregunta de una y sin presentación, señor,… ¿usted está a favor o en contra del aborto?, a la vez que se alista para anotar mi respuesta.
Casi le suelto mi opinión, e incapaz de resolver la duda con un categórico y desafiante sí o no, me quedé callado un buen rato mientas impávido miraba sus rojizos pelos alocados.
—¿O pongo que eres de los que no saben o no contestan?
Ante mi silencio, ahí terminó la encuesta y no supe si ella anotaría algo en aquel papel largo que llevaba a mano, y me quedé pensativo y carilargo sin saber responder hoy si estoy en contra o a favor del aborto.
Es que en eso parece resumirse la duda, como si los que están en favor del aborto estuviesen en favor del aborto, cuando la pregunta de rigor debe limitarse a saber si hay alguien que esté en favor del aborto.
Frente a las dudas, y sin la mirada inquisidora de aquella bella encuestadora, solo sé unas pocas cosas que anoto a continuación, como son:
Si el aborto es legal y procede de una decisión de la mujer, tal como lo es en una parte pequeña del mundo occidental, la mujer no es sometida a injurias y menos considerada una delincuente sumisa al agrio sistema penal.
Si el aborto es legal y procede de una decisión de la mujer, la intervención médica puede realizarse en un hospital o clínica como debe ser, presto siempre a resolver cualquier inconveniente menor o mayor, y no sometida la mujer a ser intervenida por quién sabe qué mercachifles en un oxidado taller de metalmecánica.
Habrá siempre quien desee ver a la mujer pecadora sometida en juicio ante un juez que tiene como deporte quemar libros, y por supuesto habrá quién prefiera siempre que aquella mujer desobediente sea sometida a una intervención con cuchillos de poco filo que hacen las veces de bisturís.
Y hablando de…
Y hablando de bisturís, llama la atención cómo y de qué forma mágica desangran al país esta semana el Congreso o la Fiscalía.
El primero, aumentándose ellos mismos (los congresistas) a cada uno de ellos mismos algo así como el equivalente a tres salarios mínimos ganando ahora cada uno de ellos la muy módica suma de algo más de veintiséis millones de pesos mensuales.
Y la Fiscalía, según válidas denuncias que carecen de respuesta, tiene cientos y cientos se asesores y embajadores, devengando cada cual millones de trillones y a nadie le importa ya que no es el dinero de nadie.
Mermelada de fresa.
*Columna publicada originalmente el 12 de septiembre de 2015