La lluvia de críticas y cuestionamientos que le llovieron a la dirigente política guajira Oneida Pinto, por su cercanía con Kiko Gómez, la llevaron a cambiar de estrategia en un intento por tomar distancia del cuestionado exgobernador detenido. Para contrarrestar la avalancha que tocó la cúpula de Cambio Radical, que le había dado el aval a través del senador Arturo Char, Oneida Pinto buscó la asesoría de la agencia de comunicaciones Estrategia y Poder, que dirige el periodista Oscar Ritoré, como parte del bufete de Abelardo De La Espriella.
Centró su ofensiva mediática en Bogotá para llamar atención de su condición de mujer wayuu, siempre luciendo la tradicional manta, esta vez con un toque de la diseñadora Conchita Iguarán. Se presentó como parte de la casta Ipuana, con título de trabajadora social y maestría en negocios, y sin ninguna relación con el exgobernador, con quien aparece en fotos en tarima y quien le ayudó a ser electa alcaldesa de Albania en 2011.
A su regreso La Guajira, Pinto le puso apoyos políticos relacionados con Kiko Gómez como el caso de Fabio Velásquez, candidato de su partido Cambio Radical a la alcaldía de Riohacha, y prefirió acercarse a personajes como la exalcaldesa de Uribia, Cielo Redondo, quien impulsa la candidatura de su hijo, Luis Enrique Solano, que aspira a esa alcaldía por el Partido Liberal y también se ha presentado como una líder wayuu.
La comunidad wayyu es el asentamiento indígena más grande de todo Latinoamérica, con cerca de un millón de indígenas que viven en su mayoría en La Alta Guajira y el estado de Zulia, en Venezuela. Conservan sus tradiciones y cerca del 97 % de la población habla su lengua tradicional el wayúunaiki. Ninguna de estas dos mujeres es raizal ni aparece como miembro de la comunidad en los registros oficiales que conserva el Ministerio del Interior en la dirección de asuntos indígenas.
Ni Cielo Beatriz Redondo, nacida en el corregimiento de Punta de los Remedios, ni Oneida Rayet Pinto, nacida en Calabacito, municipio de Albania, han defendido la causa de los wayuu y sus prácticas están asociadas a la política tradicional que tiene a La Guajira en el atraso. Incluso Cielo Redondo ha sido señalada en varias ocasiones por la Fundación Paz y Reconciliación como ‘jefa política’ de la estructura paramilitar de Arnulfo Sánchez, alias ‘Pablo’, del Frente Contra Insurgencia Wayuu que operó en la Alta Guajira y que sembró violencia entre la comunidad indígena.
La identificación de Oneida Pinto y Cielo Redondo con la etnia wayuu les ha traído ventajas no solo de electores sino en el manejo de recursos y de programas de atención que desde el Gobierno Nacional son destinados para atender necesidades sociales en La Guajira. Su influencia en la ‘Mesa de concertación wayuu’, donde se trata nada menos que el tema del hambre y la alimentación infantil en una de las regiones con más muertos por desnutrición, es más que evidente.
Este no es el único caso en el que políticos indígenas o afros aprovechan cualquier relacionamiento cultural para beneficiarse de las políticas del Gobierno nacional de equidad y lucha contra la exclusión de las minorías, solo que esta vez las cosas para Oneida Pinto no parece que le serán fáciles.